La incidencia de la vivienda vacía ha decrecido en los últimos años en Euskadi, sobre todo en las áreas metropolitanas. Sin embargo, la Álava rural encabeza el porcentaje de casas secundarias y deshabitadas, salvo la Llanada y Ayala. Consecuencia de la despoblación, en el 52,8% de las casas de la Montaña no se reside de forma habitual, porcentaje que en Rioja Alavesa es del 48,7% y en Valles del 48,2%. Esto supone, en estas tres comarcas, que la mitad de las viviendas no son la residencia principal de las familias. Y en Gorbeialdea, el 28,8% de los edificios también son domicilio no principal.
El uso de la vivienda en la Álava rural camina a contracorriente del resto de Euskadi, donde la vivienda principal crece a lo largo de la última década (7,2%). En territorio alavés, en cambio, con pueblos más pequeños, salvo Vitoria y Ayala, las residencias no habituales suponen ya el 16,8% sobre las familiares, frente al 13,8% de Bizkaia y el 15,1% de Gipuzkoa.
Este elevado número de casas deshabitadas supone un problema de difícil solución. Son propiedades privadas sin uso o de fin de semana que tampoco se venden ni se alquilan. "En general, son herencia de padres y abuelos que a sus dueños no les suponen demasiados gastos de mantenimiento porque están en pie, a veces, en unas mínimas condiciones de habitabilidad, pero que, por una cuestión sentimental, les cuesta desprenderse de ellas.
El problema surge cuando se deterioran hasta el punto de que suponen un riesgo de caída y requieren una fuerte inversión para su arreglo", explica Anartz Gorrotxategi, presidente de la Cuadrilla de Montaña y alcalde de Maeztu.
Complicada salida
Es el debate de siempre. "Cómo la voy a vender si está bien y es la casa en la que he crecido", suelen decir los dueños. Y cuando deciden ponerla en venta, lo hacen a un precio desorbitado para el estado en que se encuentran y la localidad en que se ubican, precisamente por ese valor sentimental que le dan a la propiedad", añade Gorrotxategi.
"Para los ayuntamientos, la salida es complicada porque no puedes obligar a nadie a vender a un determinado precio; además, tampoco quieren alquilarla, y si el ayuntamiento la quiere adquirir para sacarla después al mercado, también le sale caro porque son edificios que necesitan muchos arreglos". Por ello, la existencia de todas estas viviendas todavía en pie, aunque vacías, retrae a los ayuntamientos a la hora de edificar pisos nuevos.
"Cómo vamos a construir más si el casco histórico se está cayendo, pero a la vez, nadie quiere vivir en él porque la gente prefiere una vivienda más habitable y cómoda. La solución es complicada, ya que hablamos propiedades privadas y, en tanto en cuanto no se puede regular la vivienda privada, poco podemos hacer desde las instituciones", reitera. Es por ello que la mirada se pone ahora en la rehabilitación.
en pie, pero para reformar
Ya lo apunta el Gobierno Vasco: "la misión de Plan Director de Vivienda 2021-2023 es garantizar una respuesta integral a las personas con necesidad de una vivienda digna y adecuada". Y buena parte de las casas de la zona rural alavesa urgen una rápida rehabilitación.
Ante este panorama, y para reducir esa falta de cohesión social, el ejecutivo autonómico plantea distintas políticas a corto plazo y algunas de ellas afectan de forma directa a la situación del parque inmobiliario de la Álava más rural. En primer lugar, proyecta reforzar los programas de movilización de vivienda deshabitada hacia el alquiler asequible, para que más familias puedan vivir abonando rentas inferiores a los precios de mercado, en función de sus ingresos.
En segundo lugar, fomentar la rehabilitación integral de casas, su accesibilidad y eficiencia energética, pero sobre todo, agilizar la gestión de las solicitudes. Sin embargo, tampoco ve Anartz Gorrotxategi que haya un boom de reformas. "Quizá se ve algo de movimiento, pero nada destacable", apunta. "Las ayudas están muy bien, pero una familia tampoco se va a meter en un gran gasto por una subvención que reciba", considera.
Y en tercer lugar, el plan de vivienda del Gobierno Vasco apuesta por una fiscalidad que aumente la oferta de alquiler, que favorezca el control de precios y optimice las deducciones a la rehabilitación.
En Montaña Alavesa, además, aunque necesitadas de reforma, las casas se mantienen en pie. "Tampoco es que veas pueblos enteros que se están cayendo", señala Anartz Gorrotxategi. La posibilidad de sacar al mercado estas viviendas deshabitadas empeora a medida que uno se aleja de los principales ejes de comunicación y se adentra en entidades más dispersas y alejadas.
"En las localidades situadas alrededor de la carretera A-132, por ejemplo, la vivienda tiene más salida en el mercado puesto que son pueblos más comerciales", dice. Se refiere el presidente de la Cuadrilla a entidades como Azazeta, Campezo, Vírgala, Antoñana, Apellániz, Maeztu... "En el mismo municipio de Maeztu, en la zona alta hay pueblos como Musitu que pillan más a desmano", reconoce. Al igual que si uno se adentra en Harana, Marquínez, Urarte... "Son pueblos a los que tienes que ir porque no se pasa por ellos", asiente.
Casas sin uso habitual
Con todo, defiende Gorrotxategi que, a pesar del elevado número de casas sin uso habitual, en algunas localidades "funcionan bien como residencias de fin de semana o de vacaciones, y quién sabe si algún día, los hijos o nietos deciden arreglar esas propiedades y quedarse a vivir", contempla.
Precisamente, el mes pasado, la Diputación de Álava puso en marcha una nueva línea de subvenciones de 250.000 euros para que las entidades locales de la zona rural y sus habitantes rehabiliten viviendas. Las ayudas van destinadas a pueblos de menos de 1.500 habitantes de municipios de menos de 20.000, es decir, la práctica totalidad en Álava.
Los receptores de las ayudas tienen que estar empadronados y residir en dicha vivienda. En el caso de las entidades locales, tienen que destinar los inmuebles reformados al alquiler o a alojamientos dotacionales y para necesidades especiales.