a celebración de la fiesta en honor al patrón de Álava ha atravesado todo tipo de vicisitudes durante las últimas centurias ligadas al tobogán de épocas de bonanza o incertidumbre económica. Además de manjares gastronómicos como los perretxikos y caracoles, saboreados en muchos hogares gasteiztarras, un atuendo como el paraguas forma parte también del atrezzo festivo por la fama de santo meón que persigue al obispo de Tarazona. A ellos se une desde ayer un complemento como la mascarilla, que aparecerá en todos los retratos futuros sobre la festividad y que irán indefectiblemente unidos a este tenebroso 2021.
A diferencia de lo sucedido hace doce meses, cuando los actos para honrar a San Prudencio y Nuestra Señora de Estíbaliz se vieron constreñidos al interior de hogares y los preciados balcones de los domicilios, ayer los gasteiztarras pudieron vivir la jornada en la calle, disfrutar en una terraza o acercarse a las campas de Armentia para quitarse ese sinsabor de la obligada ausencia del año pasado. No faltó tampoco la continua mirada el cielo para desterrar la posibilidad de cualquier precipitación y todo ello parapetados tras la obligatoria mascarilla que rige la vida desde hace nueve meses.
La jornada amaneció fiel a lo que se espera para un día de San Prudencio. Las nubes grises amenazaban con regar unas campas de Armentia ya empapadas con las intensas precipitaciones del martes. No invitaba a abandonar el calor del domicilio, pero desde primera hora de la mañana el nombre del Paseo del Santo cobró más vigencia que nunca con una interminable fila de romeros gasteiztarras con dirección a la floreada escultura de San Prudencio, que remata la caminata.Amaneció rodeada de flores la imagen del clérigo anacoreta y se convirtió en un improvisado photocall para quienes allí culminaban su paseo, deseosos de plasmar el instante con la imagen de San Prudencio de fondo y los variopintos modelos de mascarillas sobre sus bocas.
La soledad de las campas Llegados a ese punto, muchos prolongaron unos metros más su caminata para reflejar en otra instantánea la singular y ya inolvidable e histórica imagen de unas campas de Armentia totalmente desiertas un 28 de abril. La labor de la Policía Local en la jornada del martes sirvió para sellar el acceso al verde con unas vallas y cinta plástica a lo largo de todo el perímetro. Tan solo se acotó una zona de entrada en la parte más cercana de la basílica y otra de salida en la zona inferior del prado, junto al arroyo que atraviesa las campas. En torno a esa zona el despliegue de efectivos de Ertzaintza, Miñones y Policía Local fue más que evidente en previsión de posibles aglomeraciones, que no llegaron a producirse ante el correcto y cívico comportamiento de los gasteiztarras a lo largo de toda la jornada.
Ese potente despliegue policial y los avisos espantó a muchos visitantes de primera hora a osar pisar el verde y empapado prado junto a la basílica. Oianko, Liher y la perra Zura, fueron los primeros aventurados para degustar, a falta de los añorados talos, una botella de sidra sentados sobre una manta. "Hemos cumplido con la tradición de traer a la abuela a misa y estamos disfrutando del privilegio de unas campas vacías", comentaron al unísono.
Poco antes del mediodía, Itziar y José aprovecharon los únicos rayos solares de la jornada para reflejar en un selfie el atípico San Prudencio. "Otros años solemos estar fuera de Vitoria disfrutando de las vacaciones, pero en esta ocasión, evidentemente, nos hemos tenido que quedar aquí y hemos traído a mis padres a misa. Ambos superaron el covid y quieren agradecérselo al patrón", explicó Itziar antes de disfrutar de apretar el botón de la fotografía en su móvil en la soledad e inmensidad de las campas.El hecho de ver gente sentada animó a más romeros a adentrarse en las campas. Mireille, junto a Mirena y Oihan, llegó dispuesta a "comer un bocadillo si el tiempo nos respeta y no llueve". A mediodía, Eider, junto a su retoño Pablo, de 20 meses, no pararon de hacer fotos de la criatura, ataviado con su gorro de cocinero y tambor. "Tiene 20 meses y es la primera vez que sube a Armentia, después de lo especial que ha sido todo este año", relató.
La jornada discurrió en Armentia en medio de una notable presencia de efectivos de Policía Local, Miñones y Ertzaintza. Vallaron el perímetro de las campas y controlaron la presencia de romeros.
"Es todo un privilegio disfrutar en medio de unas campas vacías y sin nadie alrededor"
Oianko
"Hemos traído a mis padres a misa para agradecer que ambos han superado el covid"
Itziar
"Antes de sentarnos en la campa hemos preguntado a la Policía lo que podíamos hacer"
Mireille
"Es una visita especial a San Prudencio con nuestro hijo que sube aquí por primera vez"
Eider