El pasado 7 de marzo se produjo una serie de cuatro explosiones en una base militar de Bata, la ciudad más poblada de Guinea Ecuatorial, dejando tras de sí un centenar de muertos y más de 600 heridos, muchos de ellos residentes de las viviendas sociales que la rodeaban. Apenas tres días después, se desplegaba en el lugar de la catástrofe el equipo técnico español de ayuda y respuesta a emergencias START, que en Euskadi gestiona la Agencia vasca de Cooperación para el Desarrollo (eLankidetza), en colaboración con el Departamento de Políticas Sociales del Gobierno Vasco junto a Osakidetza.

Lo hacían con la misión de responder a la llamada de socorro internacional que había lanzado este país africano con el fin de aliviar el colapso del sistema sanitario. José Antonio Romeo, médico de cirugía general y de aparato digestivo de la OSI Araba, fue uno de los 11 sanitarios, entre doctores y enfermeros de todas las comunidades, que no dudaron en viajar junto a otros tres encargados de la logística.

Si bien en el caso de Romeo no era la primera vez que lo hacía. "La primera vez que participé con el equipo START fue en la misión de Mozambique tras el paso del ciclón Idai, en 2019. Montamos un hospital de campaña, por lo que se necesitó más recursos humanos y material, e hicimos dos turnos, con 70 personas en cada uno", recuerda.

Implicación

Y la experiencia fue tan buena, tanto humana como profesional, que le animó a seguir en ese listado de START para poder seguir echando una mano. Algo para lo que ha seguido siendo fundamental la implicación que han tenido también los responsables de recursos humanos del Hospital Universitario Araba (HUA), para recolocar a su vez sus equipos, tras la baja repentina de Romeo para que éste pudiera decir que sí a esa llamada para poder ir a Guinea Ecuatorial.

"Pertenecer al equipo START significa que tienes que tener medianamente resuelto el hecho de que te avisen y tengas que salir en poco tiempo. Tenemos capacidad para montar un hospital de campaña y en 72 horas estar en cualquier parte del mundo y eso implica tener unos acuerdos cerrados, como fue en mi caso con el HUA", destaca este vitoriano.

En el caso de Bata, lo que se decidió fue mandar a un equipo "más pequeño" que el que fue a Mozambique, de 14 personas, con la idea de integrarse con el equipo quirúrgico del hospital de allí. "Por eso hemos ido pocos. En concreto, fuimos once sanitarios de todas las comunidades: Baleares, Galicia, Extremadura, Andalucía, Madrid...", detalla.

Como ya habían pasado unos días después de explosión, los pacientes no necesitaban una cirugía abdominal urgente, "porque eso ya estaba hecho por el personal local de allí", por lo que los voluntarios del equipo de emergencias de START se centraron en la traumatología, como consecuencia de las heridas sufridas tras la explosión, "muchas de ellas importantes, sobre todo amputaciones y quemaduras. Fue hacer múltiples curas".

Niños y jóvenes

Los pacientes que atendieron tenían edades variadas, pero, como especifica Romeo, por lo general, no subían de los 60 años. "La mayor parte era gente joven porque al ser la explosión en una zona de viviendas que rodeaba a un cuartel militar, vivían familias enteras, por lo que también afectó a muchísimos niños. Lo más duro siempre era eso: ver a muchos niños heridos y sus amputaciones, sobre todo", lamenta.

Para este gasteiztarra, entre las mejores cosas que ha vivido en esta experiencia en Bata, se encuentra ver la capacidad de trabajo que tenía el personal de allí, "que ha asumido la parte más dura, que fue la inicial, puesto que fue un desborde absoluto el tener que atender a 600 pacientes de repente, en tres hospitales, en cuestión de horas, tras la explosión". Ese hecho de "poder integrarte con ellos y trabajar mano a mano con ellos ha sido una parte muy interesante".

También ha sido una grata experiencia a título personal y profesional para Romeo porque, como explica, también ha visto cómo trabajan gente de otros países, entre ellos los de Israel, gracias a todas las naciones que respondieron a la llamada de auxilio de Guinea Ecuatorial. "Eso ha sido también muy interesante", añade.

Y lo peor, como resume, es esa "sensación de que al final hemos puesto un pequeño parche", porque, pese a todo lo que pusieron de su parte, "todavía queda mucho por hacer. Digamos que hemos solucionado parte de las heridas físicas, pero las psicológicas son más duras.

Hemos visto pacientes que aparte de las heridas tremendas que tenían, también sufrían otras muy importantes, como las de haber perdido parte o a toda su familia, como a niños huérfanos. Son situaciones duras", resume. Pero aún así merece la pena. Por eso, no apaga el botón del equipo START: "Intentaré tener una tercera experiencia, si es que puedo hacerlo", anuncia.

Rehabilitación. Como señala el médico de la OSI Araba, Josean Romeo, tras la explosión del cuartel militar de Bata (Guinea Ecuatorial) todavía queda pendiente la rehabilitación de los amputados, "para intentar que se haga seguimiento de sus prótesis para que puedan hacer una vida lo más normal posible".

"Totalmente". De lo que no tiene ninguna duda Romeo es que recomienda "totalmente" participar en el equipo SMART, cuya puesta en marcha en el año 2016 lideró AECID (Agencia española de Cooperación Internacional para el Desarrollo), y que además de personal médico y enfermería, incluye otros profesionales, como expertos en agua y saneamiento, logística o técnicos en electricidad y electrónica. Todos ellos voluntarios. "Por supuesto que la recomiendo. Es superinteresante y enriquecedora. Es la urgencia digamos menos controlada. La que te obliga a trabajar con escaso material y más imaginación", recomienda.