- ¿Cuál era el rol de la mujer en las fábricas, en el ámbito del trabajo, en aquellos días?
-En fábricas como Areitio, Fournier, donde había mujeres, tomaron ellas la iniciativa. Yo estaba de administrativa en Forjas Alavesas, y quitando otra compañera y yo todas las de oficina se quedaron trabajando, esquirolas hasta el último día, y una de ellas fue huelguista, pero un poco pasiva. Yo era otro más, ponía barricadas, iba a las manifestaciones, me vestía de buzo, iba a asambleas.
¿Tuvo que vivir, por ser mujer, que no se le admitiera en la lucha que se estaba desarrollando?
-Yo como chica me siento casi simbólica, era la única mujer en las asambleas y me mandaban a casa a cuidar al marido... Siempre había gente que no aceptaba el movimiento que había, pero eran cuatro. Siempre eran los mismos, en quienes querían luchar yo no he notado esa discriminación, lo de decirme que me fuera a casa era una forma de hacer daño de gente a la que no verás en ninguna manifestación de 8 de marzo. Yo con los obreros en general notaba todo lo contrario, jo, mira, una tía y mira qué huevos tiene. Estaba recién casada con una niñita de un año, me la cuidaban mis padres y yo iba adónde tuviera que ir.
¿En las empresas donde había una presencia mayor de mujeres las cosas funcionaron de otra manera?
-En Areitio, Fournier, Porcelanas, tomaron la iniciativa y fue masivo, pero yo estuve todo el tiempo en las asambleas con mi gente, con los de Forjas, y no coincidí con ellas, como tampoco coincidí con las que iban con las bolsas de la compra para protestar porque llevaban tres meses sin cobrar y no había dinero. Yo me veía del lado del trabajador, no me veía como ama de casa. Yo estuve en Forjas desde el 76 hasta 1990 en que pedí la excedencia y, junto con otras treinta personas, ni un solo día fuimos a trabajar el 3 de marzo, y nunca me descontaron el día, ni me preguntaron dónde había estado ni qué había pasado.
¿Qué ha quedado de todo aquello cuarenta y cinco años después?
-Ya ves qué salarios hay. En aquellos tiempos se logró doblar el sueldo, ganábamos 5.000 y otras 5.000 que conseguimos. Se quitaron las horas extraordinarias porque iban en nómina, no se doblaban turnos... La gente cogió conciencia. Antes las mujeres llevaban los bocadillos a las verjas de la fábrica, donde ahora está El Boulevard, para que los hombres siguieran hasta la noche. A los administrativos nos pagaban el 100% en caso de enfermedad y a ellos el 75%, era la táctica del divide y vencerás. Ahora quedamos los que estuvimos luchando entonces y gente joven de los partidos que se han ido añadiendo. Lo de todo Vitoria en la calle y lo que supuso no ha vuelto, por desgracia, pero es cierto que todos los 3 de marzo se reclama justicia porque los responsables se están muriendo de viejos, y lo que pasamos fue muy gordo. Yo tengo una hija de 46 años y otra de 39 y están conmigo en todos los eventos a los que hay que ir, depende también de la trayectoria que hayan visto en casa. En mi casa hemos sido siempre de izquierdas, hemos mamado desde pequeños de qué lado había que estar.
¿Cómo valor el hecho de que se vaya a instalar un centro memorial en la parroquia de San Francisco de Asís?
-Es una victoria grandísima, era una cuestión del Obispado y de los poderes, porque que esté siete años sin culto, lo rodeen de verjas y lo dejen para exhibición de belenes era un pulso para que no se lograra. Ha sido un pasito más, pero yo encantada.