a crisis sanitaria y todo lo que viene unido a ella ha provocado y sigue provocando múltiples emociones y malestares entre la población general. Sin embargo, estas afecciones que tocan planos como el social o el anímico se constatan de manera más acusada en ciertos sectores de la ciudadanía, entre los que se encuentran las mujeres mayores que viven en la zona rural. Álava, que se caracteriza por la dispersión de sus pueblos y de la población que reside en ellos, no ha sido una excepción a esta regla. Las restricciones de movilidad y a las reuniones han generado entre las alavesas mayores de 65 años un incremento en sus sensaciones de soledad y vulnerabilidad, una circunstancia que sumada a su condición de grupo de riesgo frente al covid-19 y a ser "señaladas insistentemente como tal" les ha hecho vivir toda esta situación con miedo.

Es una de las reflexiones que se recogen en un estudio encargado por la Diputación Foral de Álava a la consultoría Sortzen, al que ha tenido acceso DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, para acercarse a este grupo poblacional y conocer mejor su realidad en el contexto actual, darle visibilidad y fundamentar actuaciones futuras para abordar la prevención de esos malestares. Aunque no han sido muchas, también han aflorado situaciones de violencia dentro de los hogares.

El estudio se ha elaborado a partir de la información recabada en un cuestionario digital, en entrevistas telefónicas y en cuatro grupos presenciales a mujeres de todas las cuadrillas del territorio, exceptuando Gasteiz, y también del enclave de Trebiño. Estos acercamientos han dado como resultado 74 respuestas.

Más de la mitad de las participantes coincidieron en señalar que en los últimos meses han sufrido episodios de estrés y ansiedad generados por el miedo y la incertidumbre. Ha habido miedo, sobre todo, a que otras personas contraigan la enfermedad y a ser ellas quienes las contagien, y también tristeza por la pérdida de contacto con los seres queridos, entre otras emociones. Aunque la pandemia también ha generado sensaciones positivas entre algunas de las encuestadas, la imposibilidad de juntarse con amistades para compartir actividades, la repetición de mensajes de vulnerabilidad debido a su edad e incluso la somatización de la ansiedad vivida han sido elementos habituales.

Sin embargo, si hay uno que haya destacado por encima de los demás, señalado por el 32% de las mujeres que participaron en el cuestionario online -de carácter anónimo-, es que no han tenido "a nadie con quien hablar" durante estos meses. Quienes marcaron esta opción, en su mayor parte, convivían con sus parejas, alrededor de una docena de mujeres.

Las mayor parte de las participantes en el estudio apuntaron que han tenido una convivencia "buena" o "tranquila", a pesar de asumir "como suyos" los trabajos del hogar, la limpieza o la preparación de las comidas. No obstante, de nuevo un elevado porcentaje de participantes en esa encuesta anónima, nada menos que un 37%, expusieron que han sentido en alguna o varias ocasiones "que no podían más con la situación de convivencia generada", lo que según el informe "indica malestares de la propia convivencia".

Además, una de estas mujeres apuntó que ha tenido "miedo" de su propia pareja y de las personas del vecindario, y declaró también que se ha sentido "en alguna situación de peligro". Otra de las participantes refirió incluso que alguien de su vecindario la había agredido.

El informe refiere que, tras el confinamiento, las mujeres han procurado retomar algunas de sus actividades habituales previas, aunque siempre bajo la sombra de un nuevo encierro. Esta posibilidad genera "mucho miedo" entre ellas, "incluso más miedo y angustia que ante el primero".

La "pena" también es recurrente entre las participantes por no haber podido retomar algunas de esas actividades aparcadas, así como la "tristeza" por no poder tener un contacto "estrecho y afectivo" con familiares.

La "adaptación" y la "resignación" son también habituales entre ellas por las medidas que se van incorporando para el control de la pandemia, mientras que en uno de los grupos de la Cuadrilla de Ayala se señaló la "necesidad" de contar con espacios amplios para que las mujeres se puedan juntar con todas las garantías de seguridad. De hecho, en todos los grupos presenciales se aludió al "bienestar" que genera entre las mujeres haber podido compartir sus emociones con otras personas y haber sido escuchadas a lo largo de este tiempo.

Esta realidad entronca con una de las propuestas de mejora que lanza el estudio en sus conclusiones, la necesidad de propulsar por parte de las instituciones el mantenimiento y la generación de espacios y actividades para que las mujeres mantengan sus contactos sociales. El informe pone también de relieve la necesidad de acercarse a otras vecinas a las que este trabajo no ha podido llegar o la de evaluar la puesta en marcha de un recurso accesible para víctimas de las violencias machistas, porque estas se pueden agravar durante un confinamiento. El empoderamiento tecnológico de estas vecinas es otras de las propuestas de mejora.

Un colectivo crítico. La pandemia ha provocado y sigue provocando múltiples malestares entre la población general, aunque éstos han sido más acusados entre las mujeres mayores que viven en la zona rural. Álava. Las restricciones de movilidad y a las reuniones han generado entre las alavesas mayores de 65 años que viven en los pueblos, caracterizados por su dispersión, un incremento en sus sensaciones de soledad y vulnerabilidad, una circunstancia que sumada a su condición de grupo de riesgo frente al covid-19 y a ser "señaladas insistentemente como tal" les ha hecho vivir toda esta situación con miedo.

Acercamiento. En este contexto, la Diputación Foral de Álava ha impulsado un estudio para acercarse a este grupo poblacional y conocer mejor su realidad en el difícil contexto actual, darle visibilidad y fundamentar actuaciones futuras para abordar la prevención de esos malestares. Aunque no han sido muchas, también han aflorado situaciones de violencia dentro de los hogares.

74

Número de respuestas recabadas en el estudio a través de un cuestionario 'online', encuestas telefónicas y tres grupos presenciales.

32%

De las participantes en el cuestionario anónimo reconocieron que no han tenido "a nadie con quien hablar".

2

Episodios de violencia explícita ha hecho aflorar el estudio.