Hasta los posos de café hubiesen mostrado en el fondo de la taza el nombre de Isaac del Toro. La bola de cristal también hubiera señalado al mexicano. Incluso la lectura de manos marcaría el mismo destino.
No hacia falta ser adivinador, tampoco un mentalista, para saber lo que iba a pasar. No había nada de acertijo en nombrar al ganador días antes. La Vuelta a Asturias no encerraba ningún misterio.
Todo indicaba que Del Toro, un exuberante joven de 20 años, conquistaría la Vuelta a Asturias. En caso de que no fuera él, sería Rafal Majka, que fue segundo en la general. El podio lo cerró Fagúndez.
El vencedor vestiría del UAE. No había otra opción en una carrera menor para un equipo repleto de estrellas, varios peldaños por encima del resto. El ocaso en Oviedo, final de la prueba, evidenció esa sensación.
Nadie podía competir frente a semejante fortaleza. Fisher-Black logró la victoria de etapa. Otra más para el palmarés del equipo emiratí, que arrasó de punta a punta. Estrategia de tierra quemada.
Tres de tres
Del Toro venció el primer día y se atornilló en el liderato. Solo una caída o un incidente extraño podrían desbancarlo. En la segunda jornada, Antonio Morgado, otro dorsal del UAE, se colocó la corona de laurel. Este domingo, la escuadra que lideraba Del Toro siguió con su liturgia festiva con Fisher-Black. Tres de tres. Su dominio fue apabullante. De hecho, el mexicano, custodió a su colega en meta. Un tsunami que se llevó todo por delante.
Por otra parte, Arnaud de Lie, que regresaba a la competición tras un mes sin competir, venció la Famenne Ardenne Classic al esprint. En Turquía, el triunfo final fue para Frank van den Broek.