- El vicepresidente de SEA Hostelería, Juan Carlos Antolín, acudió el pasado 9 de septiembre a la manifestación de Madrid para denunciar la crisis del sector bajo el lema Salvemos la hostelería en la que reclamaron medidas higiénico-sanitarias, apoyo al empleo (extensión de los ERTE mientras dure el covid) y a la estructura empresarial sectorial (como los recursos a fondo perdido a partir de caídas de facturación superiores al 25% de lo habitual) y estímulos a la demanda (aplicación de bonos, reducción temporal del IVA o un plan estratégico de la gastronomía).
¿La manifestación de los hosteleros ha conseguido algún avance?
-Pues de momento hay que esperar. Lo que sí que se consiguió en Madrid es que su alcalde ese mismo día quitase la tasa de terrazas. También nos sirvió para hablar con gente de otras provincias y ver que en todos los sitios está pasando más o menos lo mismo y que unos y otros tenemos prácticamente las mismas necesidades. En la de Vitoria, en la que también nos juntamos algunos hosteleros, también se habló de hacer alguna cosa, pero de momento está en stand by.
¿Se sigue viendo el sector igual de demonizado?
-A mí, particularmente, el término demonizado no me gusta, pero sí que nos han atacado mucho y hemos sufrido bastante. Con todo lo que ha pasado, ellos nos han cortado las alas, nos han dejado trabajar menos y nos han dejado ahí. Ahora, la expectación y la preocupación de todos los medios son los colegios y las universidades y hemos pasado a un segundo plano, pero el mal lo tenemos ahí. La gente sigue sin entrar en los locales porque nos sigue pidiendo calle y se está trabajando menos.
¿Y qué tal van los contactos con las instituciones?
-Estamos preparando una reunión con el Ayuntamiento de Vitoria para ver si nos van a hacer caso. Lo que ha pasado, pasado está, no tiene solución, pero hay que remediarlo de alguna manera, con la reestructuración y con ayudas. Y luego hay que ver qué va a pasar, porque llega el invierno y tenemos que ver qué acciones debemos de tomar y que éstas sean ágiles, para que no se demoren en las reuniones que hagan con nosotros y con quien se tengan que juntar para avanzar en el tema. Por otro lado, desde SEA Hostelería, en breve, dentro de la campaña Hostelería segura, vamos a empezar a regalar mascarillas junto con alguna acción más.
¿En esa reunión con el Ayuntamiento van a pedir que Vitoria se sume a esa supresión de tasas a las que Madrid ha dicho ya que sí?
-Claro. Nos gustaría que se sumara a todo eso. Hay ciudades que están haciendo mucho por la hostelería, hay otras que no están haciendo nada y aquí se ha hecho algo, no vamos a decir que no, porque cuando se empezó con este tema el Ayuntamiento nos amplió la superficie de veladores, pero tenemos muy pocos. Entonces, aunque nos amplíen para garantizar la separación entre mesas, y no tener que andarlas quitando y poniendo, está muy bien, pero no es suficiente para nosotros. Estamos hablando de que en Vitoria hace bueno muy poquito tiempo y que necesitamos trabajar. Por eso no hemos logrado todo lo que podría habernos venido bien, como esa supresión de tasas o los aparcamientos, porque hay zonas singulares en las que sí que se puede poner más terraza. Sí que hubiésemos agradecido un poco más de arrojo por su parte con nosotros para que nos echen una mano en ese sentido.
Hay hosteleros que piensan que esas manifestaciones han servido para unir al sector. ¿Tan desunido estaba?
-Estábamos, estamos y seguiremos estando desunidos hasta que no haya un sentimiento de sentido común de profesionalización y de que sepamos que somos empresarios todos porque todos pagamos autónomos, nóminas e impuestos y hay que subsistir. ¿Pero qué pasa? Que la desunión que tenemos, ya sea por los diferentes barrios o por las distintas asociaciones que hay, al Ayuntamiento le interesa que cada uno estemos por un lado porque la verdad es que juegan con nosotros.
Y todo ello se junta con que la campaña de verano no ha ido tan bien como debería.
-Ha sido una ruina la campaña de este verano. Hemos tenido que ajustar y que hacer una economía de guerra porque, en general, no podíamos asumir los gastos con los ingresos que hay. Pensábamos que en verano nos iban a dejar un poco de manga ancha para poder usar la calle, porque es lo que la gente quería, y eso nos hubiese servido para hacer un poco de colchón. Eso ha hecho que el poco turismo que ha venido haya visto una ciudad desierta ¿y qué va a seguir viendo? El mismo desierto en Vitoria.
¿Hay estimaciones de cuántos pueden bajar la persiana?
-Es muy difícil hacer estimaciones porque nadie tiene la bola de cristal, pero que va a haber muchas, sí. Y que también va a haber gente con el flotador para intentar no ahogarse, pero que va a dejar deudas, también, arrastrando con ellos a otros sectores, como proveedores e impuestos. Y esto se va a notar. Los cierres van a venir en cadena, si esto no se arregla, lo cual no tiene pinta. Según los datos de SEA, de los bares que cerraron en marzo, el 15% hoy no han abierto todavía.
¿Serán más vulnerables los bares pequeños y sin apenas terraza?
-Un local pequeño tiene poco aforo y pocos gastos estructurales. En un local grande, si la gente no entra, los gastos de infraestructura pueden ser mayores que en uno pequeño, al tener más personal y más gastos de equipamiento. Los que tenemos problemas son todos los locales.