as más de cuatro semanas que llevan los bares y restaurantes cerrados con el fin de contener la expansión del coronavirus pasarán una gran factura al sector. No en vano, la dolorosa que recibirá la hostelería debido a la gran reclusión hará tristemente honor a esta expresión popular de requerir la minuta de lo consumido por todo lo indigesta que será, ya que, según el informe Impacto del covid-19 en la hostelería en España, elaborado por la consultora Bain&Company y la firma de servicios profesionales EY -antes Ernst &Young-, los efectos de la pandemia podrían provocar una caída de la facturación anual del sector hostelero español de hasta 55.000 millones de euros durante 2020, lo que equivale a un 40%.

Por esta razón, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, se ha puesto en contacto con cuatro conocidos locales de la capital alavesa, adheridos a la plataforma Gasteiz On, para que nos cuenten de primera mano cómo viven esta crisis y cuáles son sus principales inquietudes y necesidades, teniendo en cuenta que la mayoría de ellos (el 93,02%) ha tenido que abandonar temporalmente su actividad estas semanas, según los datos de la patronal Hostelería de España, mientras que el 4,66% cesó definitivamente su negocio y el 2,33% mantuvo servicios de entrega a domicilio.

A este último porcentaje tiene la suerte de pertenecer una de las barras más conocidas de la ciudad: la Pizzería-Restaurante Dolomiti, de la calle Ramón y Cajal, 1, con 13 empleados en plantilla, que ha podido continuar con parte de la actividad y tener ingresos, gracias a los pedidos para llevar a casa que ya venían realizando. "Yo ya me empezaba a imaginar que íbamos a tener que cerrar. Desde el jueves anterior ya se veía que se iban anulando reservas y que había miedo, lo que hizo que nos encontráramos con un montón de materia prima que habíamos comprado porque llegaba el día del padre. Por suerte, nosotros ya trabajábamos con los repartidores de Glovo y hemos podido mantener unos ingresos", explica la encargada de este establecimiento, Patricia Galdos.

Gracias a ello, el mismo domingo 15 de marzo, un día después del anuncio oficial del cierre obligatorio de todas las tiendas y hostelería, en Dolomiti ya comenzaron a hacer pedidos a domicilio, "porque vimos que estaba permitido hacerlos". Así, como añade, han podido ir dando salida a todos esos nuevos alimentos adquiridos, que, de lo contrario, hubieran tenido que tirar, al igual que el dinero invertido en ellos, "porque los seguros no cubren la materia prima por pandemia". Y, como añade, "así hacemos también algo positivo, porque la gente nos está agradeciendo que les ofrezcamos este servicio. De hecho, ahora tenemos clientes nuevos porque muchos nos han conocido ahora, al seguir abiertos".

Ahora también tienen horarios algo más flexibles, "cerramos las noches del domingo y los lunes y trabajamos de martes a domingo a mediodía, más o menos. Nos hemos dado cuenta de que de 13.00 a 14.00 horas y de 20.00 a 21.00 horas estamos a tope, cuando antes nos hacían los pedidos a última hora, cuando llegaban a casa, a las 22.00 horas, después de salir a tomar algo. Ahora se trabaja mucho, pero no a última hora. Y si vemos que se nos empiezan a acumular muchos pedidos los sábados y domingos a mediodía, los manejamos mejor, porque podemos desactivar, por ejemplo, media hora, los pedidos de pasta", detalla.

La carta sí que la han reducido, "básicamente, hemos dejado pasta y pizza, pero sin los productos que van en crudo, como la rúcula que se puede quedar mustia al llegar a casa, porque hay que buscar lo práctico, lo que se hace rápido. Por eso, hemos quitado también la pasta más elaborada, que llegaba cinco ingredientes, para que toda la materia prima que compramos se consuma y esté fresca".

En el restaurante Olárizu, de Beato Tomás de Zumárraga, 54, no hacían pedidos para llevar a domicilio, pero ahora se lo están pensando, desde que el pasado 13 de marzo tuvieron que bajar la persiana. La primer consecuencia de este cierre temporal, como relata su directora, Leire Asarta Aranguren, fue pensar en qué hacer con todos los productos que tenían ya en el almacén. "Parte de ellos se los dimos al Banco de Alimentos, pero otra parte en principio la dejamos pensando que el cierre iba a ser de 15 días, calculando que los íbamos a usar en un periodo breve de tiempo, pero como al final ha sido más tiempo también no sé aún que hacer, pero es probable que también los done".

El otro efecto inmediato ha sido el ERTE que han tenido que aplicar en sus 11 empleados, "porque de lo contrario, no podríamos volver a abrir la persiana", así como el tener que atender todas las llamadas para cancelar los eventos que tenían previsto celebrar en su local. "Todos los de abril y mayo se han cancelado, incluso las bodas de septiembre se han pasado al año que viene por las perspectivas malas que tienen ahora de empleo". También hay dudas con las bodas de junio y julio. "Estamos dando palos de ciego, porque aunque hay perspectivas de que puedan realizarse, también hay familias que les dicen que es mejor esperar. El problema es que se ha cogido miedo". Y lo mismo pasa con las 70 comuniones que tenían reservadas para mayo, "porque aunque la diócesis de Vitoria ha propuesto aplazarlas para septiembre, al no haber una dirección clara, unos las han cambiado y otros las han cancelado y muchos están pendientes de tomar una decisión".

En cualquier caso, el protocolo del restaurante Olárizu, que tiene unas instalaciones de mil metros cuadrados, como avanza Asarta Aranguren, será el de trabajar con salones individuales para guardar las distancias entre sí, "hasta que veamos qué medidas concretas hay que respetar de aforo y de distancia".

De momento, no están haciendo cambios en su carta, "pero sí reorganizamos costes y estructura porque teníamos previsto abrir un bar gastronómico ya mismo y la idea ahora es que su apertura sea en septiembre, porque antes va a ser complicado".

Mientras tanto, su directora sigue manteniendo la actividad del restaurante en sus redes sociales porque "seguimos en pausa, pero vamos contando los días que faltan para que podamos regresar a la vida cotidiana. ¡Tenemos tantas cosas que celebrar cuanto termine el confinamiento!", anima Asarta, desde la red social del pajarito. Y respecto a las medidas que pueden ayudar a locales como el suyo a superar esta crisis, opina que "las que consisten en aplazar no son reales, como las ayudas para préstamos, que al final es hipotecarte más. Me gustaría, sobre todo, que fueran directas y tener más claro hasta cuando va a durar el cierre y cómo porque nos ayudaría saber más y también que simplifiquen las notificaciones telemáticas, porque en mi casa no puedo verlas, al no tener el certificado digital, por lo que tengo que ir al ordenador del restaurante para verlas".

A la directora de este restaurante también le parece una buena idea que el Consistorio de Vitoria pudiera ampliar el cupo de bodas que se pueden hacer por año, "porque muchas parejas que han tenido que anularlas nos dicen que al llamar al Ayuntamiento ya no tienen posibilidad de celebrar el evento. Entonces si sacasen más, tendríamos todos la posibilidad de reorganizar mejor el año. También estaría bien que existiera la posibilidad de que los notarios oficiaran bodas en los restaurantes. Es una petición que nos podría ayudar a solventar mucho mejor el fin de año", propone.

Igualmente, el restaurante Raíz de la calle Labastida, 13, una de las paradas obligadas en Zabalgana, no hacía pedidos a domicilio, pero es probable que eso cambie. "En el restaurante que tenemos en Miranda de Ebro vamos a empezar a hacerlos en mayo y si el servicio funciona, lo empezaremos a hacer en Vitoria", anuncia Juan Ángel Villamor, copropietario de este establecimiento, ya que lo que están haciendo es "buscar alternativas para cuando abramos", como la financiación para el local que abrieron en diciembre en esta ciudad burgalesa, puesto que esta situación la viven "con preocupación y con paciencia, mientras estamos esperando a ver qué nos dicen".

También Villamor ya se imaginaba que el cierre provisional de la hostelería estaba a la vuelta de la esquina antes de que se hiciera oficial, lo que hizo que "nos pillara ya prevenidos. Compramos poca materia prima, porque más o menos, vamos día a día, y la poca que teníamos nos dio tiempo a congelar".

Dada esta situación de cese temporal de la actividad, han tenido que aplicar un ERTE a sus 18 empleados (10 en Vitoria y 8 en Miranda de Ebro), "en principio, pensamos en vacaciones, pero luego vimos que esto se iba a alargar". Así que, de momento, no les queda otra que "tener paciencia, que es lo único que nos queda" e invierte el tiempo que ahora tiene libre en leer cuestiones relacionadas con el sector y para conocer nuestras estrategias de modelos de negocio "para estar preparados" porque, cuando vuelvan, "para nosotros va a ser como una nueva apertura, al tener que cambiar el local para respetar distancias de seguridad y nuevos aforos".

Casualmente, en Miranda de Ebro también vive Aitor Jiménez, propietario del Soho Cocktail Bar, de la calle Postas, 44, que en su caso no ha perdido comida, al no dedicarse a eso, como bar-coctelería que es, pero sí que teme por la cerveza que ya tenía en su comercio, al haber tenido que bajar la persiana el pasado 13 de marzo. "Ya se veía viniendo, pero esperábamos que fuera el lunes siguiente, no tan pronto, así que nos pilló por sorpresa", recuerda. Ello ha hecho que la cerveza que ya tuvieran "pinchada" se haya quedado picada y la que no, como dice, dependerá de la caducidad, "que suele ser de dos o tres meses, así que influirá todo el tiempo que al final estemos cerrados".

A sus seis trabajadores ha tenido que aplicar también un ERTE, "porque era lo mejor para todos". Y en casa lo que hace es aprovechar que tiene por fin tiempo libre, "porque en un bar se está las 24 horas los siete días de la semana", para formarse él mismo. "Es un momento de reflexión, de autoconocimiento y lo aprovecho para nutrirme de cosas", precisa. En concreto, se ha decantado por pegarse un buen atracón de libros, "porque tenía pendientes de leerme 50 de coctelería, nuestra especialidad" y también ha aprovechado para innovar: "Hemos comprado una pistola para hacer burbujas dentro del cóctel, que te aguantan hasta cinco minutos y solo con soplarlas dan aroma".

No en vano, aprovechará también para variar su repertorio de bebidas "porque estamos con ganas de hacer cosas nuevas. La última carta se nos quedó corta, tiene un total de 20 cócteles, con clásicos como el de Piña colada, otros tres sin alcohol, cuatro de la carta anterior que eran los que más nos pedían y ocho nuevos".

En cualquier caso, la incertidumbre no se la quita nadie, "estamos todos igual, pensando cuándo abriremos con qué restricciones y cuánto nos va a afectar todo esto, sobre todo, al establecimiento que estaba mal antes, "porque esto puede ser la puntilla".

"En mayo haremos comida a domicilio en otro local y si funciona, lo haremos en el de Vitoria"

Restaurante Raíz

"Para el establecimiento que estaba mal antes, esto puede ser la puntilla"

Soho

"Hay clientes nuevos por los pedidos. Muchos nos han conocido ahora, al estar abiertos"

Pizzería-Restaurante Dolomiti

"Estaría bien que el Ayuntamiento ampliase el cupo de bodas que se pueden hacer año"

Restaurante Olárizu