La sala Zabalarte de Agurain acogerá hasta el próximo 25 de febrero una exposición de fotografías y diferentes personajes de los carnavales rurales más destacados de la Llanada. A través de las imágenes, las figuras o las máscaras, los visitantes se acercarán a la transgresión, a una fiesta que antaño simbolizaba el final de un ciclo y el comienzo de otro.
"Mientras que el Carnaval en las ciudades se trata sólo de un día de disfraces, el rural es mucho más. Es una ceremonia y un ritual y nuestros antepasados tenían la necesidad de ceremonias y ritos para asegurar y propiciar la llegada de la primavera, símbolo de la vida, como el invierno lo es de la muerte, implorando a la naturaleza para que con la llegada de la primavera rebrote todo cuando se llevó el invierno", argumenta Kepa Ruiz de Eguino, uno de los impulsores de la iniciativa.
Un rito donde a un pelele se le pasea por algunos de los pueblos de la Llanada entre burlas y tras un juicio es condenado a la quema. El hombre de paja de Ilarduia, Egino o Andoain, el hombre malo de Okariz, Markitos en Zalduondo o el morroko en Agurain son algunos de los personajes a los que se les atribuyen todos los males que ha pasado el pueblo y se escenifican con multitud de personajes que les acompañan hasta que termina con la ceremonia purificadora.
La muestra de Zabalarte cuenta con varios espacios. En ellos se pueden ver representadas varias figuras reproducidas a escala real que se utilizan durante los festejos de algunas localidades. "Existían varios personajes en este Carnaval rural de Agurain a finales de los 70 y principios de los ochenta cuando se recuperó la fiesta gracias a personas como Jesús Ruiz de Larramendi, Agapito Ruiz de Gauna o Pepe el Juez", explica Ruiz de Eguino. Aquellos personajes eran los porreros, antiguamente llamados porrokos, morrokos o gordos, que llevaban una gran tripa e iban embutidos en sacos. También estaban el sembrador, que llevaba un balde con trigo, y otro iba delante de la pareja de bueyes con melenas de pieles y grandes cuernos que arrastraban un arado. No faltaban la sorgina, símbolo y recuerdo de la zokorra, zanpanzarra, la vieja y el hijo, hombres vestidos de mujeres y viceversa, ovejas, Juan el Oso -que a veces llevaba piel de jabalí y decían que bajaba de una cueva de Entzia-, ceniceros vestidos de negro y un saco en la cabeza con un balde echando ceniza a la gente.
Por su parte, el predicador juzgaba al morroko, que acaba quemado en el fuego. "Entre todos ellos también sobresalía un desdichado que portaba un pellejo de vino sobre su espalda y que era golpeado con los palos que portaban desde el Portal del Rey hasta Santa María y cuyo pellejo relleno de pez sería también quemado en el fuego purificador", explica Kepa Ruiz de Eguino.
La exposición está montada con explicaciones en euskera y castellano. En la planta baja se exponen fotografías del jueves de Lardero con los niños de las ikastolas y sus maquilas, los desfiles de porreros, morrokos o porrokos, y fotos antiguas de los años 30, así como de la cuestación del día de San Nicolas.
En el primer piso se exponen los diferentes carnavales de Asparrena y los pueblos de Andoin, Egino e Ilarduia, el de Zalduondo con su Markitos y el curioso Carnaval de Okariz, que es uno de los pocos, junto al de Tolosa, que siguió saliendo después de la Guerra Civil a pesar de la prohibición. "Se le llamaba el Carnaval silencioso y al preguntar un estudioso el porqué, un vecino le contestó porque este es un pueblo pequeño y si hablas te conocen", señala Ruiz de Eguino.
Además se exponen las fotos de la Banda de Música de Agurain, sus disfraces y algunos de sus instrumentos desde hace más de 40 años. En el segundo piso se exponen unas impresionantes máscaras diseñadas por Sheila Rey y algunas de sus alumnas, que han ido desfilando estos años en el Carnaval rural de Agurain y que están basados en personajes y en la naturaleza.
Como complemento a la exposición, mañana Carlos Ortiz de Zárate ofrecerá una conferencia a las 18.30 horas en Zabalarte titulada El Carnaval en Araba-Inauteria Araban. El público podrá visitar la colección hasta el próximo 25 de febrero, de 10.00 a 14.00 horas y de 18.00 a 20.00 horas en la sala de la calle Mayor de Agurain.
La muestra está organizada por el grupo Herri Inauteriak de Agurain, quien con este trabajo quiere dar a conocer el Carnaval rural, con las encuestas que se desarrollaron durante los años 80 y los trabajos de Carlos Ortiz de Zarate en su libro El invierno se viste de fiesta. En los últimos años esta formación está trabajando por mostrar las diferentes fiestas que acontecen durante esta época en la zona desde la festividad de cuestación del obispillo o San Nicolás, el erre puyerre o fuego purificador, Candelaria, Santa Águeda o el jueves de Lardero hasta la llegada del Carnaval.
Paseo. En diferentes municipios hay personajes que representan los males que han pasado por el pueblo y se escenifica paseando a un pelele entre burlas.
Ceremonia. Tras este paseo del pelele se termina con una ceremonia purificadora. Es típico en pueblos como Egino, Andoain o Agurain.
Uno de los impulsores explica que el Carnaval en las ciudades es solo un día, pero que en lo rural es una ceremonia y un ritual.
Ruiz de Eguino habla de un personaje que portaba un pellejo de vino sobre su espalda y era golpeado con los palos desde el Portal del Rey hasta Santa María.
Así hablaba un vecino de Okariz, según Ruiz de Eguino, del Carnaval silencioso, que siguió saliendo después de la Guerra Civil a pesar de la prohibición.
1970
Uno de los impulsores de la exposición explica que existían varios personajes en el Carnaval rural de Agurain a finales de los años 70 y principios de los ochenta, cuando se recuperó la fiesta gracias a varias personas.