berantevilla - La idea parte del interés que tenemos los cerveceros vascos, como ventaja competitiva frente a otras marcas, sobre todo de fuera, por traccionar de la cadena de valor y traccionar de las materias primas locales, como elemento diferencial para nuestros productos, sostiene Eduardo Sáiz Lekue.

¿Cómo surgió la idea de desarrollar el proyecto Lúpulus?

-Se trata de una iniciativa en la que estamos los cerveceros de la Euskal garagardo elkartea/Asociación de cerveceros vascos, en colaboración y ayudados por el Gobierno Vasco, la viceconsejería de Agricultura, que aporta parte de la financiación. También contamos con el apoyo de Neiker, asesorándonos en el proyecto y con otros colectivos como UAGA.

¿La asociación ha apostado por el producto local?

-Así es. Hace ahora dos años y medio que firmamos con Intermalta, que es la mayor malteadora de nuestro país, con plantas en San Adrián, Sevilla y Albacete, un plan con el que llevamos ya tres años utilizando solo cebada de Álava, que además es la más cercana a nuestro emplazamiento.

¿Y el lúpulo?

-El lúpulo era un elemento más que formaba parte de la clave para que las materias primas sean cercanas. En primer lugar, por buscar un elemento claro de diferenciación con respecto a la competencia. En segundo, por una forma de entender el desarrollo del negocio en el mercado: las marcas, como La Salve, que son de aquí, traccionando de la cadena de valor y revirtiendo la riqueza que conseguimos a través de las ventas, en este caso con las materias primas, son elementos de identidad y el modelo de desarrollo del negocio.

¿La clave para competir es la diferenciación?

-Hace ahora un año y medio que pusimos en marcha nuestra fábrica en Bilbao? Y es que La Salve tiene como objetivo claro que la diferenciación con respecto a las grandes, como ventaja competitiva para hacernos hueco en el mercado, pasan por traccionar de los elementos próximos. Se trata de generar valor en el entorno local como una forma de seguir buscando un hueco en la mente del consumidor, en un mercado complicado en el que las grandes tienen un presupuesto mucho más grande que nosotros y un volumen también mucho más grande.

¿Aprecia esa filosofía el consumidor?

-Estos elementos de apoyo a lo local, de traccionar de lo local como elemento de diferenciación, nos ayudan a ser un elemento que el consumidor valora, percibe, frente a las marcas que vienen de fuera. La calidad, en un mercado tan difícil como el de la cerveza, es un elemento indispensable. Llevamos ahora cinco años, tenemos numerosos premios, y esto se debe a esa apuesta por la calidad y por la utilización de materias primas locales.

Parte de esas claves es la parcela experimental de lúpulo que tienen en Berantevilla?

-De la cerveza, al final, el 80% es agua y el resto es cebada y lúpulo. Nosotros, la cebada la tenemos resuelta porque nuestro país tiene gran cantidad de producción, y además de alta calidad. El otro ingrediente que nos faltaba era el lúpulo, una planta que, históricamente, se plantaba en un lugar muy concreto, en León. Pero desde hace unos años, sobre todo motivado porque el movimiento cervecero está en ebullición y cada vez están apareciendo más marcas de cerveza, han surgido nuevas plantaciones de lúpulo fuera de ese territorio.

¿En qué lugares?

-En estos momentos se están desarrollando algunas plantaciones en Navarra y también en La Rioja? Pero desde los cerveceros vascos, y sobre todo desde La Salve, pusimos encima de la mesa, hace ya tres años, que estábamos interesados en explorar si se podía volver a plantar en nuestro territorio, con nuestras condiciones climáticas.

Y es cuando ponen en marcha la parcela experimental en Berantevilla.

-La pusimos en marcha a modo de prueba piloto, porque lo que hemos hecho ha sido plantar diferentes variedades para ver cuál es la evolución de todas ellas en base a la climatología y a nuestro terreno, con la finalidad de evaluar -y por eso es tan importante el apoyo de Neiker- cuál es la productividad de cada una de las plantas, de cada una de las variedades. En función de esos resultados, queremos provocar que se vuelva a plantar lúpulo en nuestro territorio, porque además es una plantación de rentabilidad superior para el agricultor y que nosotros como cerveceros estaríamos interesados en que eso se produjera, porque a día de hoy estamos comprando en León o fuera de nuestro país.

¿Qué elementos pueden motivar al agricultor a decantarse por este cultivo y no por otros?

-En primer lugar, para el agricultor es importante que haya demanda. Con la vuelta al mercado de La Salve, ahora hace cinco años, somos la séptima cervecera de nuestro país, aunque estamos anclados en Bilbao, en el País Vasco, como cerveceros y como empresa. Nuestro mercado siempre ha sido muy localista: todo el mundo sabe cuál es la cerveza de Madrid o la de Galicia, o la de Barcelona y hasta el regreso de La Salve no había una empresa de cerveza de tamaño potente en el País Vasco.

Pues han recuperado espacios?

-Nosotros acabaremos el año con alrededor de 2.400.000 litros de cerveza vendidos y a día de hoy estamos consumiendo lúpulo en cantidades importantes que compramos en León o fuera de España. Por eso, lo importante para el agricultor es que haya demanda y, en nuestro caso, como estamos aquí y las ventas están evolucionando en base a un plan de negocio, está claro que estamos interesados en ese producto y estamos dispuestos a comprarlo. A partir de ahí, con ese binomio, de que el terreno y la climatología colaboren y que haya demanda, estamos convencidos de que es interesante para ambas partes volver a plantar lúpulo, que es una planta productiva y que da rentabilidad al agricultor.

¿Se ha comprobado ya que terreno y climatología son los adecuados aquí, en Álava?

-De momento, la prueba que se está realizando y las conclusiones que Neiker está mostrando año tras año, nos hace ser optimistas. Hay diferentes variedades que se han plantado y hay que ver cuál de ellas es la que mejor productividad tiene. Estamos viendo también unos datos esperanzadores que hablan de que lúpulos de nueva tendencia, que de alguna forma son para cervezas de nuevos mercados emergentes, los resultados están siendo optimistas. ¡Ójala podamos concluir al final de la prueba que la climatología y el terreno son favorecedores para plantarlo y que sea para lúpulo de valor añadido!

¿Por qué se apuesta por un lúpulo diferente?

-Porque al final el mercado de la cerveza está en evolución, el consumidor de cerveza también va pidiendo cosas más sofisticadas, se va pasando del consumo de cerveza más generalista, de la rubia o de la tostada, a productos como las american pale ale, la india pale ale, o productos más sofisticados que necesitan de lúpulos de más valor añadido. Sería muy buena noticia que estas conclusiones iniciales que estamos obteniendo vayan en esa línea.

La cerveza está viviendo un momento dorado. ¿Los consumidores piden esas cervezas artesanales o novedosas como las de La Salve?

-A día de hoy, en Euskadi, somos la cerveza de referencia por volumen y también por valoración del consumidor. Se necesitan productos de alta calidad para hacerse un hueco en el mercado frente a las grandes empresas y necesitas para ello alta tecnología que te permita hacer cerveza de forma sostenida, con altos niveles de calidad. Por eso hemos invertido más de dos millones de euros en nuestra fábrica y seguimos invirtiendo en nueva maquinaria que nos ayude a que la fábrica vaya evolucionando.

Y profesionales y materias primas.

-Por supuesto, personas que pueda llevar esa tecnología puntera de forma sostenida y también materias primas de alta calidad. Y la cebada de nuestro país lo es, el lúpulo, en este estudio que realizamos, también parece que va en esa línea. Y todos esos ingredientes, juntos, te permiten que tus ventas, en un mercado tan difícil, vayan evolucionando. Pero también para que el consumidor vaya eligiendo, como preferencia, proyectos que van en esa línea de cuidar el producto, la materia prima, de ser una empresa responsable y sostenible con el medio ambiente. Queremos seguir en esa línea de trabajo desde la calidad y la innovación, pero anclados en el territorio más próximo y revirtiendo parte de nuestros beneficios en que la materia prima sea de aquí y con ello beneficiemos a los agricultores.

En el País Vasco hay una apuesta muy importante por los sellos de calidad. ¿La cerveza podría acceder a algún certificado?

-Nosotros estamos integrados en la Euskal Garagardo Elkartea, con otros compañeros cerveceros del País Vasco y sí que estamos trabajando para que haya elementos de identidad que, de alguna forma, nos ayuden a tener marcas, paraguas, como sello claro de identidad y de calidad en esos productos. Estamos trabajando con la viceconsejería de Agricultura de forma estrecha por ser capaces de poner en marcha fórmulas que nos ayuden en esta dirección.

¿Qué falta para que cuando vayamos al bar no pidamos una caña sino una cerveza determinada?

-El mundo de la cerveza está en evolución, el consumidor cada vez se está sofisticando más y eso ya está pasando. Al mundo de la cerveza le puede estar pasando lo que al mundo del vino hace unos años: que quien más o quien menos hace 30-40 años pedía un vino y ahora se pide una Denominación o una marca concreta. Y en el mundo de la cerveza eso está ocurriendo. El consumidor está evolucionando a pedir cervezas diferentes e, incluso, marcas concretas. Y eso es muy sano para movimientos emergentes como el nuestro que de alguna forma se están haciendo un hueco en el mercado, en el que hay que recordar que cinco grandes marcas tienen más del 98% del consumo.