Siguiendo con el programa de recuperación de patrimonio local que está desarrollando desde la pasada legislatura el Ayuntamiento de Maeztu, el alcalde, Anartz Gorrotxategi, ha confirmado que ya se ha documentado y colocado los carteles de cuatro antiguas loberas que existían en el municipio. Se trata, según explica el alcalde, de recursos que tenía antaño la gente de la zona, cuando se producían ataques al ganado por parte de lobos, e incluso osos, para capturarlos y matarlos, ya que según la documentación que se conserva, los daños eran cuantiosos.
Buscando el rescate de esas instalaciones, ya que se tenían identificadas cuatro loberas que estaban en los términos concejiles de Apellaniz, Korres, Virgala Mayor y Onraita, lo que se ha hecho ha sido localizarlas, ubicarlas para que se puedan ver y documentarlas. En esa tarea de recopilar datos para que cada lugar tuviera su propia información, así como la interpretación de cómo se capturaban a estas alimañas, se ha podido contar con la colaboración de Isidro Sáenz de Urturi, vecino y estudioso de la zona.
Con esta medida, según Gorrotxategi, “se sigue la línea de recuperación del patrimonio, con la que no sólo se rescatan elementos constructivos, sino también patrimoniales que consideramos que son importantes para nuestra historia, como las loberas”.
Ahora, en cada localidad se han colocado paneles informativos con los datos que también se pueden obtener a través de la web municipal para que los visitantes puedan tener información de primera mano en su visita. Se trata de unos carteles que siguen la misma línea de estilo que los colocados en otras zonas de patrimonio recuperado, como las ermitas de San Adrián y de San Martín de Guesall; el molino de Igoroin, el poblado minero de San Ildefonso, la tejera de Apellaniz o el castillo de Korres.
Las loberas eran de varios tipos: naturales o artificiales. Las primeras aprovechaban la orografía del terreno bien para despeñar a los lobos o a los animales que se quisiera capturar, o para que cayeran a un foso, donde acababan con su vida a base de piedras. En Onraita no había foso, pero sí una serie de callejones (tiene además ese nombre de los Callejones), unas brechas en las propias piedras con una anchura de uno o dos metros y una altura de tres o cuatro. El animal se metía por uno de esos callejones, se le cerraba el paso y así quedaba acorralado hasta cogerlo vino o abatirlo. La de Virgala Mayor era artificial y se aprovechaba un desnivel natural para despeñar a los animales. En este caso, cuenta Gorrotxategi, se llevaban los lobos por unas empalizadas de madera, dos muros laterales haciendo embudo para guiarlos hacia el desfiladero. Hubo un momento en el que se vio que era excesivo el gasto en árboles para esa tarea y se prohibió su uso, por lo que las empalizadas se tuvieron que realizar con grandes piedras. Todavía queda algún resto, en Apellaniz y en Korres, de los muros de piedra entre los que se encaminaba a los animales para despeñarlos, o en Virgala, donde acaba en un foso donde se les mataba.
En todos los casos, el procedimiento era el mismo: personas y perros salían en busca de las alimañas y se les asustaba para llevarles hacia estas loberas y acabar con sus vidas. En algún caso, como en Virgala, había unas cabañas de madera o de piedra. En ellas permanecía una persona escondida y cuando pasaba el lobo, perseguido por otras personas, salía y les relevaba para seguir asustando a los animales con palos.
Para interpretar todos los restos de estas cuatro loberas, el Ayuntamiento ha contado con fotografías realizadas de los restos que aún quedan, así como con dibujos interpretativos de Iñaki Cerrajería o Julen, que se pueden ver en los paneles de Maeztu.
loberas. Lobera de los Callejones, cerca de Onraita y en dirección al puerto de San Juan. Lobera de Unzarrate. Está en Apellaniz. Lobera de Otxarrate. Está encima de Korres, próxima al camino que conduce hasta Maeztu. Lobera de Otxarana. Se encuentra en Virgala Mayor y es artificial, de pared de piedras como se hacían en los siglos XVI y XVII.