El Teatro Principal de Vitoria-Gasteiz vivió el jueves una de esas jornadas que nunca se olvidarán. No sólo por la calidad y el máximo nivel de la obra en escena, sino también por la confluencia de quienes lo han hecho posible. El reto, nada sencillo. La Fundación Laboral San Prudencio quería un broche de oro para la ceremonia de clausura de su 50 aniversario. Y ha logrado uno de platino con diamantes incrustados. Porque ha regalado a la ciudad su Sinfonía Vitoria-Gasteiz, compuesta por Bingen Mendizabal, con música electroacústica de Kike Suárez Alba, letra de Ruper Ordorika, dirigida por Juanjo Mena y con Luis García a la dirección del coro. Casi nada.

Todos, presentes en el estreno y recibidos por la presidenta de la Fundación Laboral San Prudencio, Yolanda Berasategui, y su directora, Esther Unceta Barrenechea. No faltaron tampoco el diputado general de Álava, Ramiro González; el alcalde de la capital alavesa, Gorka Urtaran; el presidente de las Juntas Generales de Álava, Pedro Elosegi; el delegado del Gobierno central en el País Vasco, Jesús Loza; la vicepresidenta de la Mesa del Parlamento Vasco, Eva Blanco; así como las consejeras de Seguridad y de Justicia del Gobierno Vasco, Estefanía Beltrán de Heredia y María Jesús San José, respectivamente.

Además, asistieron Agustín Markaida y Josean Yela, de Eroski; Josu Sánchez, presidente de Elkargi; Álvaro Anguísola, de Michelin; Marta Larrad y Oscar Ibarrondo, de Caixabank; así como Josu Echevarría y Sergio Loma, de RPK.

Del mundo académico también se pudo ver a Iván Igartua, vicerrector del campus de Araba de la UPV/EHU; y mucha representación de la vida cultural del territorio histórico como la directora del Museo de Bellas Artes de Vitoria, Sara González de Aspuru; los cineastas Juanma Bajo Ulloa y Javier Aguirresarobe; el director de la Escuela Municipal de Música Luis Aranburu, Paco Gálvez; y el escultor Koko Rico.