Vitoria - Sin tener el peso determinante que sí posee en otras patologías, como la diabetes, la dieta puede ayudar mucho a un paciente con cáncer a afrontar su enfermedad. Es, en esencia, la motivación que empujó a las investigadoras Itziar Eseberri, Ana Gracia, María Puy Portillo y Leixuri Aguirre, integrantes del grupo Nutrición y Obesidad del departamento de Farmacia y Ciencias de los alimentos del campus alavés de la UPV/EHU, a elaborar la Guía de alimentación en el paciente oncológico, que acaba de ver la luz tras algo más de tres meses de trabajo compartido. El servicio editorial de la universidad vasca ha sido el encargado de publicar este trabajo, dirigido a pacientes, familiares, profesionales de la salud y también estudiantes, y que según explica Portillo en declaraciones a este periódico contiene a través de sus 82 páginas “pautas claras y sencillas” para guiar a todos ellos en este camino. Las investigadoras son también parte activa del centro de investigación biomédica en red (CIBER) dependiente del Instituto de salud Carlos III, dentro de su área de Fisiopatología de la obesidad y nutrición.
El cáncer sigue situado en los puestos altos del ranking de las grandes amenazas para la salud de este siglo XXI. Sólo durante el año 2018 se registraron alrededor de 18,1 millones de nuevos casos en el mundo y se prevé que estas cifras crezcan aproximadamente en un 70% en los próximos 20 años. Según los últimos datos del plan oncológico de la CAV, en el quinquenio 2009-2013 se detectaron 67.409 casos de cáncer en la comunidad, lo que supone una media de 13.482 al año.
Cuando se diagnostica la enfermedad, el paciente y sus familiares se enfrentan a una situación habitualmente desconocida y que asusta, por lo que facilitar su comprensión y también la de todas las pautas necesarias para su abordaje resulta fundamental. En este ámbito la alimentación tiene precisamente una gran relevancia, dado que muchas de las personas enfermas desarrollan el denominado síndrome de caquexia cancerosa, que de forma sencilla podría definirse como una desnutrición muy severa y difícil de revertir.
La comunidad científica, de hecho, considera a esta alteración orgánica, que por descontado también afecta gravemente a la calidad de vida de los pacientes, como la responsable directa del 22% de las muertes que se producen por cáncer. El propio tumor contribuye a la desnutrición, ya que induce importantes cambios metabólicos en la persona enferma y alteraciones que dificultan su correcta alimentación, como pueden ser la pérdida de apetito, las anomalías en los sentidos del gusto y el olfato o los problemas para tragar. Alteraciones que también están provocadas por agresivos tratamientos como la quimio o la radioterapia, lo que suele convertir a la alimentación del paciente oncológico en un verdadero reto. La publicación contienen numerosas recomendaciones y consejos nutricionales que buscan ayudar a estas personas a mantener un estado nutritivo óptimo y, en consecuencia, una mejor calidad de vida.
Portillo detalla que, “en líneas generales”, el patrón de alimentación que debe seguir un paciente con cáncer “es el mismo” que el de una persona sana, aunque con “algunas variaciones”. Por ejemplo, la especialista alude a la importancia de prestar una especial atención a la ingesta de proteínas, que sirven para contrarrestar la pérdida de masa muscular que suele darse en estos casos. Sin embargo, estos esenciales nutrientes presentes, por ejemplo, en las carnes, los pescados, los huevos o los productos lácteos tienen también un “efecto saciante” que debe tenerse en cuenta, lo que hace necesario adaptar las dietas en función de cada caso. “Se puede recurrir más al huevo, por ejemplo, o hacer cambios en la presentación de los alimentos, haciendo purés o troceando más algunos alimentos. Porque también puede haber problemas de deglución o a la hora de masticar”, explica la investigadora.
“adaptar dietas” Portillo evita hablar de “alimentos malos o buenos”, y lejos de leyendas urbanas que recomiendan el consumo de ciertos productos y evitar otros apuesta por el sentido común y por “adaptar las dietas” según las necesidades de cada paciente. Un ejemplo de ello se encuentra, por ejemplo, en las frutas y las verduras, parte esencial de cualquier dieta que pueda considerarse saludable. En este campo, la publicación contiene valiosos consejos sobre cómo presentar estos alimentos, cuyas texturas pueden hacer en algunos casos muy difícil su ingesta, o si tienen un efecto laxante o astringente, que tanto en uno como en otro caso pueden ser contraproducentes en función de los tratamientos o del estado de salud de cada paciente oncológico. “Al fin y al cabo, una correcta alimentación ayuda a que la persona se sienta mejor, tenga un mejor estado de ánimo y pueda responder también mejor a los tratamientos. A través de la nutrición podemos avanzar mucho”, sintetiza la especialista.
Portillo, que junto a sus compañeras ha elaborado otras cuatro guías sobre alimentación para pacientes con diabetes, hipertensión y dislipemias y también de edad avanzada, avanza que el grupo tiene ya en cartera tres nuevas publicaciones sobre alimentación con las que seguirán buscando “acercarse más a la gente”. “A veces la universidad está un poco alejada de la sociedad y estamos intentando cambiar esto”, reconoce.
El trabajo. Las investigadoras Itziar Eseberri, Ana Gracia, María Puy Portillo y Leixuri Aguirre, integrantes del grupo Nutrición y Obesidad del departamento de Farmacia y Ciencias de los alimentos del campus alavés de la UPV/EHU, han elaborado la ‘Guía de alimentación en el paciente oncológico’, que acaba de ver la luz tras algo más de tres meses de trabajo compartido.
Contenido. La publicación, a través de sus 82 páginas, contiene numerosas recomendaciones y consejos nutricionales que buscan ayudar a los pacientes oncológicos a mantener un estado nutritivo más óptimo y, en consecuencia, una mejor calidad de vida. Son pautas “claras y sencillas” para evitar los muy habituales cuadros de desnutrición.
Una de las cuatro investigadoras de la UPV/EHU que han participado en la elaboración de la guía detalla que la adaptación de las dietas ayuda en gran medida a favorecer la correcta alimentación de los pacientes con cáncer. La toma de proteínas es una de las claves.
22%
Según la comunidad científica, es el porcentaje de muertes por cáncer que están directamente relacionadas con la desnutrición.