Agurain - El programa festivo de Agurain estará marcado por una de las citas más esperadas. Se trata de la exposición organizada por la Asociación Filatélica y Numismática, que cada año aprovecha para homenajear a personajes o efemérides locales. Este año, Expofil conmemorará el centenario de la llegada de los Claretianos a Agurain y del nombramiento como beato de Nicolás Campo. Lo hará a través de un matasellos especial, un sello personalizado, una tarjeta postal y un sobre conmemorativo en Zabalarte. “Las colecciones han llegado de diversas partes de España. Dos nos las han dejado coleccionistas de Palencia, otras llegan de Gipuzkoa, algunas son de Bizkaia y otra de Cantabria”, explica Ainhoa Bernardo, de la Asociación Filatélica y Numismática de Agurain. También hay tres expositores de Agurain, que año tras año muestran, a través de sus colecciones, el amor por la filatelia y las horas que dedican a está afición.
Para la ambientación de la sala, los organizadores han contado con la colaboración de los Claretianos de Agurain, que han prestado materiales como fotos, partituras originales y materiales personales del propio beato. La presencia de los Claretianos se remonta a 1918. Los claretianos se instalaron en un viejo molino de Agurain. Ha sido noviciado, seminario, y en la actualidad es comunidad parroquial que atiende a varios pueblos de los alrededores. Según cuenta la historia, la Villa de Agurain había conocido la presencia femenina de seroras, sonoras, freyras y beatas en Ula, San Martín y Nuestra Señora de Arana. Ha conocido también las comunidades de franciscanas clarisas, carmelitas e Hijas de la Providencia, pero no se sabía nada de la presencia religiosa masculina. Hubo un intento en el siglo XVI de fundar una comunidad de capuchinos, pero no llegó a materializarse.
Hubo que esperar a 1918 para que Agurain conociese una congregación masculina: los Misioneros Hijos del Corazón de María (claretianos). Todo comenzó un 21 de noviembre. Al nordeste de la Villa, algo retirado de su radio, existía desde principios del siglo pasado un molino harinero que a mediados del mismo siglo se convirtió en gran fábrica de harinas, llamada de Santa María, tras ser adquirido por Don Gaspar de Urieta, monje exclaustrado que llegó a ser notable en la región. Dicha fábrica vino a ser propiedad del matrimonio formado por Domingo Azcarraga y Ángeles Bustamante, simpatizantes de los Claretianos residentes en Santo Domingo de la Calzada. Considerando que no podía competir con las factorías modernas, se la ofrecieron a los claretianos junto con las fincas colindantes y el manantial de Lezao, a los pies de la Sierra de Entzia, por una pequeña cantidad de dinero. El 21 de noviembre de 1918 se firmó la escritura de compraventa en Gasteiz.
La antigua fábrica se amoldó a las necesidades de la comunidad y del noviciado. En agosto de 1920 las obras terminaron y se recibió a los 33 jóvenes que desde Balmaseda, santo Domingo de la Calzada y Segovia, llegaron al noviciado. De allí surgieron obispos, hombres de gobierno, predicadores, músicos, egregios profesores y escritores, santos y deportistas.
En los años 70 dejó de ser noviciado y se reconvirtió en seminario. Ya en los 80 pasó a ser comunidad para atender el servicio parroquial de los pueblos del entorno y lugar de acogida de grupos juveniles y encuentros pastorales. Después de casi 100 años la presencia claretiana sigue viva y por ello la Asociación Filatélica y Numismática les rinde homenaje.