En Euskadi, cada centro educativo trabaja para garantizar que el alumnado crezca en un entorno seguro, respetuoso y emocionalmente saludable. El acoso escolar no siempre hace ruido, pero sus secuelas permanecen mucho después de que suene el timbre. Por eso, en los centros educativos se trabaja cada vez más la prevención y el bienestar emocional, para que quien pasa por una situación difícil no la viva solo.
Según informa el Departamento de Educación, durante el curso 2024-2025 los centros educativos de Euskadi abrieron 2.263 protocolos por posible acoso escolar, de los cuales 522 fueron confirmados. Estas cifras apuntan a una mayor atención a los primeros indicios y a la necesidad de seguir hablando de estas situaciones con claridad.
El Gobierno Vasco dispone de protocolos específicos para atender diversas necesidades, como el acoso escolar, la violencia machista, los casos de desprotección o el acompañamiento a alumnado trans
El Gobierno Vasco dispone de protocolos específicos para atender diversas necesidades, como el acoso escolar, la violencia machista, los casos de desprotección o el acompañamiento a alumnado trans. Todos ellos se centran en escuchar, proteger, intervenir y apoyar a quien lo requiera. Este marco común ayuda a orientar la respuesta y a actuar de manera más coordinada cuando surge una situación preocupante. Además, se intenta que el buen trato esté presente en todas las etapas educativas, tanto dentro del aula como en los espacios informales.
Bizikasi: crear entornos seguros desde la prevención
Entre las herramientas con las que cuentan hoy los centros educativos de Euskadi destaca Bizikasi, activa desde 2018 y formada por la directora o el director del centro, la orientadora u orientador, la Coordinadora de Bienestar y Protección y la o el responsable de coeducación. Uno de los focos principales de Bizikasi es la prevención, es decir, transformar los centros educativos en entornos seguros en los que el bienestar emocional de todos sus integrantes sea una prioridad.
En los últimos años se ha impulsado una formación masiva del profesorado y la elaboración de material didáctico específico para estudiantes, docentes y familias
En los últimos años se ha impulsado una formación masiva del profesorado y la elaboración de material didáctico específico para estudiantes, docentes y familias. Estos recursos facilitan la identificación de señales tempranas y ayudan a intervenir antes de que una situación vaya a más. En muchos centros se observa una mayor sensibilidad para detectar dinámicas dañinas desde el inicio, aunque sigue siendo necesario mantener la atención y seguir mirando de cerca lo que ocurre en el día a día.
El equipo BAT: intervención rápida y cultura de convivencia
El primer nivel de intervención educativa recae sobre el equipo BAT, con presencia en todos los centros educativos vascos. Cumple un doble propósito: cultivar la convivencia positiva en la comunidad mediante actividades concretas y organizar una intervención rápida y ordenada en los casos de bullying.
A lo largo del proceso se recopilan evidencias con el fin de realizar un diagnóstico. Paralelamente, cada centro interviene en el grupo para mejorar el clima escolar y restablecer las relaciones sociales, a la vez que protege a la persona afectada. Se trabaja siempre desde la confidencialidad y con un flujo de comunicación constante con las familias implicadas.
“Es fundamental individualizar la responsabilidad, porque uno de los factores más importantes en los casos de acoso es el sentimiento de pertenencia al grupo acosador”
“Es fundamental individualizar la responsabilidad, porque uno de los factores más importantes en los casos de acoso es el sentimiento de pertenencia al grupo acosador”, señala Iñigo Ramos Sarriugarte, asesor de convivencia en el Berritzegune Nagusia. De ahí la importancia de abordar también la cultura grupal y reforzar modelos de relación más respetuosos.
Intervenciones adaptadas y cooperación con otros servicios
Son muchas las circunstancias y agentes que se entremezclan en cada contexto. Por ello, cada plan de intervención se adapta a la realidad del alumnado y se revisa periódicamente. Cuando es necesario, el centro establece redes de cooperación con servicios sociales, de salud o incluso la Ertzaintza.
“Podemos distinguir seis pilares de la intervención: la propia víctima, su familia, las personas con conducta acosadora —ya sean una o varias—, sus familias, el alumnado que no se pronuncia aunque sabe lo que está sucediendo y el profesorado junto con el equipo BAT”, amplía el profesional. Este enfoque integral permite intervenir no solo en el caso, sino en el ecosistema que lo rodea.
La dimensión digital del acoso: un desafío en evolución
En ocasiones, el acoso trasciende del aula y se manifiesta en forma de ataques, amenazas o humillaciones en Internet. En los centros educativos se dedica cada vez más atención a la ciberconvivencia y al uso responsable de las redes, un espacio donde los límites a veces se difuminan y donde resulta fácil que una broma vaya demasiado lejos, especialmente cuando el uso del móvil se concentra fuera del horario lectivo y lejos de la mirada del profesorado.
"El Gobierno Vasco cuenta con una guía de actuación frente al ciberacoso, pero todavía seguimos aprendiendo sobre ello"
Por eso, la respuesta no se juega solo en el entorno escolar. También influye cómo se acompañan estos temas en casa, qué conversaciones se mantienen sobre el uso del móvil, qué límites se ponen y cómo se gestionan los conflictos que surgen en redes. La sensibilidad social ante el ciberacoso va ganando presencia, y el diálogo entre familias y centros educativos resulta clave para abordar mensajes o comportamientos que generan preocupación.
“Las redes sociales son una herramienta que puede dar cierta sensación de anonimato, a pesar de que no sea así. El uso que se les dé depende de la intención. El Gobierno Vasco cuenta con una guía de actuación frente al ciberacoso, pero todavía seguimos aprendiendo sobre ello”, explica Ramos Sarriugarte.
Proteger también al profesorado
El acoso no afecta solo al alumnado, puesto que el personal docente también puede ser víctima. “Promover el respeto hacia el profesorado no depende de una sola medida, sino de cómo se cuida el clima del centro. Se trata de que toda la comunidad educativa sea responsable y mantenga una tolerancia cero ante estas acciones”, argumenta Ramos Sarriugarte.
En este sentido, los protocolos actuales se complementan con programas de educación emocional, iniciativas de convivencia positiva y medidas específicas para fortalecer el clima escolar. El objetivo es que toda la comunidad se sienta segura, respetada y acompañada.
Un compromiso que implica a toda la sociedad
Estos protocolos de intervención se complementan con recursos, entre los que destacan el fortalecimiento de la educación emocional, la implicación de los estudiantes en la restauración de la convivencia, la prevención de la violencia machista y el impulso de masculinidades alineadas con la igualdad.
El Departamento de Educación insiste en que la lucha contra el acoso escolar no se limita a intervenir cuando aparece, sino a construir cada día una cultura del respeto, del diálogo y del buen trato.
“Uno de nuestros mayores retos actuales es lograr que la participación de las familias sea más activa. Hay habilitados diferentes foros, como el Consejo Escolar, el Observatorio o la Asociación de Madres y Padres, pero todavía hay margen para fortalecer la conexión con las familias y construir más puentes. Son un agente esencial, porque en ellas se reflejan los y las menores. Nuestro objetivo es seguir fortaleciendo esta alianza educativa”, concluye el especialista.