Amurrio - Tras los excesos de la primera jornada festiva, Amurrio amaneció ayer con el síndrome del Iguarrako y buena parte de la población invirtió la mañana en dar un merecido descanso al cuerpo. Sin embargo, otros muchos -obligados por el compromiso adquirido con el programa o con responsabilidades familiares que no perdonan- no tuvieron más remedio que salir desde primeras horas dispuestos a aprovechar las actividades del día dedicado a los txikis.

La dirección a tomar, vista la amenaza de lluvia, estaba clara: la pista cubierta del antiguo colegio Matías Landaburu, donde les esperaba un auténtico paraíso del brinco y la voltereta, en forma de gigantescos castillos hinchables entre los que, sin duda, triunfaron el del salto de vallas, el tobogán que imitaba al hundimiento del Titanic y un rocódromo para la escalada. También hubo una zona recreativa con juegos de madera gigantes y talleres de maquillaje, así como un circuito de balanzbikes que, a diferencia del resto, se ubicó en el exterior del recinto. Allí también acudió la cuadrilla de cabezudos locales; es decir: payaso, diablo, china, señora, municipal, pareja de aldeanos y bruja, para hacer correr despavorida a la chiquillería.

Por allí andaban también disfrutando de la jornada los 17 menores rusos, bielorrusos y saharauis de entre 8 y 13 años que están pasando el verano en el municipio con familias de acogida, y que a eso de las 10.30 horas tuvieron un recibimiento oficial por parte de los responsables municipales en el salón de plenos, donde les obsequiaron con una camiseta y el lujo de asomarse a la balconada a acariciar a Iguarrako.

La mascota festiva estuvo ajetreada recogiendo los chupetes de los bebés del lugar para llevárselos de recuerdo a su guarida en su despedida de la medianoche del viernes. Tras la diversión, había que reponer fuerzas y para ello los txikis se dirigieron a la plaza San Antón, donde les esperaba la comida popular a base de paella, refrescos y helados. Un ágape que, por primera vez en muchas décadas, llegó de catering y no de la mano del grupo de voluntarios de la gastronomía local. Aunque la asociación de mujeres Aurreraka y el grupo scout sí volvieron a tomar parte en un reparto para el que, como ya es tradición, se impuso el orden en la fila. Y es que los peques de Amurrio ya saben que, si no quieren quedarse sin postre, deben esperar dos tandas. En la primera, cada menor recibe una bolsa con los cubiertos, pan y refresco y un enorme plato de arroz que, tras ser engullido, debe depositarse en la bolsa antes de pasar a recoger el helado tras introducir los desperdicios en un contenedor de basura.

La experiencia se puso en práctica hace ya más de una década y resulta muy positiva para concienciar a los txikis de la necesidad de reciclar los residuos y, de paso, ahorrar trabajo extra a las brigadas de limpieza, ya que la iniciativa -en la que toman parte medio millar de niños y niñas- evita que el recinto que alberga la paellada quede invadido por una nube de platos. Tras la comilona, el colectivo infantil siguió disfrutando de su día grande con juegos tradicionales, talleres pintacaras, la obra de teatro de marionetas Lagunekin Baratzean y una sesión de zumba. Mientras, la juventud mayor de 11 años estrenaba en Urrutia Jauregiko Landa una novedosa Kaleguai Gunea, en la que pudieron disfrutar de talleres de alimentación con falsas pizzas y cócteles sin alcohol, así como exhibiciones de parkour.

La chavalería volverá a tener hoy martes, día de las cuadrillas, de 11.00 a 14.00 horas y en el parque si no llueve, otros seis castillos hinchables, un rocódromo y una zona recreativa en la que se podrá disfrutar con más de diez juegos de madera gigantes. También habrá fiesta de la espuma. De igual forma, a lo largo de todas las fiestas y en el patio del Colegio Lukas Rey, les esperan un sinfín de atracciones feriales.