la fiestas de La Blanca 2018 ya son historia. Durante estos días vitorianos y visitantes han disfrutado en la calle, pero para que unos se lo pasen bien otros se lo tienen que pasar peor, o lo que es lo mismo, tienen que trabajar. Desde el domingo DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha dado voz en muchas de sus entrevistas a los sufridos currelas a los que les ha tocado dar el callo mientras otros reían y saltaban a su alrededor.

Camareros, taxistas, músicos... Sólo falta saber qué pensaría de estas fiestas el único protagonista sin el que sería imposible que todo lo que ha sucedido estos días existiera. El símbolo que desde 1957 desciende sobre la multitud y que en sus múltiples formas, ya sea sobrevolando como muñeco la plaza de la Virgen Blanca, como estatua en la balconada de San Miguel o como carne y hueso en la figura de Gorka Ortiz de Urbina -al que le quedan al menos tres años más en su puesto- asiste impertérrito a unas fiestas tras otras.

¿Y cómo habrán sido estas fiestas para el entrañable aldeano de Zalduondo? ¿Achicharrantes? ¿Estresantes? ¿Inquietantes? ¿Disfrutables? ¿Desesperantes? ¿Entrañables? “Todo eso y más”, diría a buen seguro él que todo lo ve desde las alturas de la plaza. Para Celedón, las fiestas arrancaron de la mejor forma posible.

Inimaginable hace apenas unos años, Gorka Ortiz de Urbina disfrutó del segundo recorrido más rápida de sus dieciocho años encarnando al personaje, con dos minutos y 41 segundos, pero sobre todo con un detalle que sorprendió a propios y extraños: la txapela llegó intacta, como si la tuviera tan pegada a la cabeza como la escultura de la balconada. “Si no lo veo no lo creo”, seguro que se decía para sus adentros la estatua de la balconada de San Miguel, con el rostro de José Luis Isasi.

Con el morado feminista y contra las agresiones machistas coloreando la plaza de la Virgen Blanca en forma de camisetas, pañuelos o gorras, además del propio paraguas de Celedón, las fiestas se despidieron ayer con la espina de no haber podido disfrutar de una semana de La Blanca libre de agresiones sexistas. ¿Será ése el gran deseo de Celedón para las fiestas de 2019? “Nada me gustaría más”, seguro que mascullaba en la noche de ayer el de Zalduondo mientras ascendía de nuevo sobre la plaza rumbo a su localidad natal. ¿Pedirá también contar con su particular Edurne en versión adulta para acompañarle a partir de ahora en el txupinazo? ¿O debe ser directamente una neska la que sustituya a Gorka Ortiz de Urbina cuando se despida dentro de tres años para no superar los números de sus predecesores Isasi e Iñaki Landa? El debate no tardará en llegar.

Por ahora, Celedón pudo despedirse ayer de Gasteiz con una nueva satisfacción: el éxito de la bajada en su versión txiki. Acompañado de Edurne -nombre estrenado este año para abandonar la denominación Neska Txiki- el txupinazo ha dejado ya de ser mini para ser maxi, cambiando la Plaza Nueva por una inesperadamente para muchos abarrotada Virgen Blanca.

Y así, las fiestas se despidieron. El Celedón humano vuelve a sus quehaceres diarios. El Celedón muñeco quedará a buen recaudo entre cuatro paredes y el Celedón estatua dejará de aguantar impertérrito las monerías que muchos le hacían estos días cuando se acercaban a sacarse una fotografía junto a él. “En general la gente se ha portado bien conmigo, pero a más de uno me han dado ganas de decirle que vaya a tocar las narices a Ken Follet”. Hasta las estatuas tienen su carácter.

Lo mejor. El cambio de Celedón Txiki a la plaza de la Virgen Blanca trajo consigo una mayor afluencia de gente. Con Edurne como acompañante tras decir adiós a Neska Txiki el debate sobre su introducción también en el txupinazo adulto no tardará en llegar. ¿O directamente una neska como Celedón, cuando en unos años se produzca el cambio?

Lo peor. La Blanca no ha podido librarse tampoco este año de las agresiones sexuales. Lograr unas fiestas libres de esta lacra es el gran objetivo a cumplir.