Hay veces en los que levantarse y arrancar con el día a día puede costar más de lo normal.

No por sueño, sino por peso. Una fatiga invisible que se acumula agotando la mente y apagando el ánimo. Es el agotamiento emocional: un desgaste silencioso que nace del estrés continuo, de las exigencias diarias, de cuidar siempre a los demás y olvidarse de uno mismo. No deja marcas, pero consume. Si no se atiende a tiempo, puede derivar en ansiedad, depresión o un aislamiento cada vez más profundo. Esta semana, Vitoria ha puesto el foco en este malestar silencioso a través de charlas abiertas a la ciudadanía, con el fin de ofrecer herramientas para identificarlo y pedir ayuda.

CHARLAS

Estas charlas del Ayuntamiento de Vitoria han sido organizadas por Maiteki, Asesoría Psicológica 60+ y BIZAN, con el objetivo de acercar a la ciudadanía herramientas para comprender y abordar el agotamiento emocional. Cabe destacar también que las sesiones han estado a cargo de la psicóloga Marina Martínez, quien ha guiado a los asistentes con un enfoque cercano y accesible, ofreciendo claves para identificar cuándo el cansancio emocional deja de ser algo pasajero y se convierte en una señal de alerta.

Ahora hace este resumen de lo que ha ofrecido en DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA para explicar qué es el agotamiento emocional y, sobre todo, cómo abordarlo.

“El agotamiento emocional es como llegar al límite de tus fuerzas emocionales. No es solo estar cansada/o, es sentir que ya no te da la cabeza ni la energía para más"

“El agotamiento emocional es como llegar al límite de tus fuerzas emocionales. No es solo estar cansada/o, es sentir que ya no te da la cabeza ni la energía para más. A diferencia del estrés puntual, que puede ser una respuesta normal ante una situación concreta, e incluso adaptativo en ocasiones, el agotamiento es más profundo y sostenido: te desgasta poco a poco y te deja sin ganas, sin motivación y a veces hasta sin alegría”, explica. “Las principales causas incluyen la sobrecarga de responsabilidades, la falta de límites entre la vida personal y profesional, la presión constante (vivimos en una sociedad que nos empuja a rendir sin parar), el cuidado de otras personas sin apoyo adecuado (como en el caso de cuidadores/as) y la hiperconectividad digital. También influyen factores estructurales como la precariedad, el aislamiento y la desigualdad de género”, aclara. 

"A diferencia del estrés puntual, que puede ser una respuesta normal ante una situación concreta, e incluso adaptativo en ocasiones, el agotamiento es más profundo y sostenido"

ESTADO DE ÁNIMO

Según añade, el agotamiento emocional no solo afecta al estado de ánimo, sino que también se manifiesta físicamente y en las relaciones interpersonales. A nivel corporal, puede provocar síntomas como irritabilidad, fatiga constante, insomnio, dolores musculares o problemas digestivos. En el plano relacional, repercute en la manera en que las personas se comunican, se vinculan con los demás y se cuidan a sí mismas. Es común que aparezca una desconexión emocional, una disminución de la empatía o un aumento de los conflictos, debido a la falta de recursos internos para sostener vínculos afectivos. En los casos más avanzados, incluso se pierde el interés por actividades que antes resultaban placenteras o significativas.

Uno de los factores que más alimentan este tipo de desgaste es la autoexigencia, acompañada con frecuencia de sentimientos de culpa

Aunque el agotamiento emocional suele asociarse al ámbito laboral, no siempre está vinculado al trabajo. También puede surgir en el contexto del cuidado familiar, en relaciones afectivas desgastantes o en situaciones de sobrecarga vital prolongada. “Muchas personas lo experimentan en el entorno doméstico o en roles tradicionalmente invisibilizados, como el cuidado no remunerado. No todo lo que cansa se ve”, explica la profesional. 

Uno de los factores que más alimentan este tipo de desgaste es la autoexigencia, acompañada con frecuencia de sentimientos de culpa. La presión por “poder con todo” o la idea de que parar es sinónimo de debilidad o egoísmo contribuyen a ignorar los propios límites y a anteponer las obligaciones al bienestar personal.

¿Cómo se puede solucionar este malestar emocional o agotamiento? Según la experta, hablar sobre este malestar con familiares o en el entorno laboral puede resultar difícil, pero es fundamental.

Uno de los factores que más alimentan este tipo de desgaste es la autoexigencia, acompañada con frecuencia de sentimientos de culpa. La presión por “poder con todo”

Expresarlo con claridad y sin justificar en exceso puede abrir espacios de diálogo y comprensión. Frases como necesito parar un momento por mi salud mental ayudan a poner en palabras lo que muchas veces se guarda en silencio. En el ámbito laboral, es útil proponer medidas concretas, como pausas o una redistribución de tareas, e incluso buscar acompañamiento profesional si es necesario. “on honestidad y sin justificar más de la cuenta. Frases como necesito parar un momento porque mi salud mental lo está pidiendo pueden abrir la puerta al diálogo. En el entorno laboral, es útil plantear propuestas concretas (pausas, distribución de tareas). 

VALORACIÓN FINAL

“Vivimos en una sociedad que aplaude la productividad pero invisibiliza el cansancio. Nos han enseñado a rendir, a cuidar, a estar disponibles, pero no a parar, a poner límites o a escucharnos de verdad. Y ese desequilibrio pasa factura, sobre todo en forma de agotamiento emocional. Pero también hay una parte esperanzadora: cada vez hablamos más de salud mental, de autocuidado real, de la importancia de sostenernos entre las personas. Espacios como estas microcharlas abren la puerta a compartir lo que nos pasa, a ponerle nombre al malestar y a recordar que no estamos solas/os ni somos débiles por sentirnos así. Cuidarnos no es un lujo ni un capricho. Y todas las personas merecemos una vida que no nos agote, sino que nos sostenga y nos nutra”, concluye.