Korres - Tras tres años, el poblado minero de Korres comienza a desvelar su envergadura gracias a la labor que están desarrollando los jóvenes participantes en los campos de trabajo. Poco a poco van apareciendo los edificios que conformaron la población, que se dedicaba a la extracción y preparación de asfalto para su uso como pavimento y otras utilidades hace más de ochenta años. Como es tradicional, ayer se celebró la visita institucional a este campo en el que, en esta edición, trabajan diecinueve jóvenes procedentes de todo el Estado así como cinco monitores, un experto en arqueología y otras personas de apoyo.
En la visita estuvieron presentes el alcalde de Arraia-Maeztu, Anartz Gorrotxategi; Josean Galera, diputado de Medio Ambiente y Urbanismo; Igone Martínez de Luna, diputada de Euskera, Cultura y Deporte; Amaia Barredo, directora de Medio Ambiente de la Diputación y Ander Añibarro, director de Juventud del Gobierno Vasco.
Añibarro subrayó que “la convocatoria para celebrar los campos de trabajo llega a todas las instituciones por igual, pero los únicos que han mostrado interés este año han sido Arraia-Maeztu y Agurain. Nos gustaría ampliarlos en Álava, porque este territorio muestra bastante diferencia con respecto al resto. Vamos a insistir con los ayuntamientos y hablar con las Cuadrillas para poner en valor los proyectos desarrollados en Agurain y Maeztu para generar nuevos campos de trabajo alaveses”. Y no es que no exista interés por parte de los jóvenes, pues “de Euskadi se presentan entre 600 y 700 personas, aunque muchos de ellos no se quedan en el País Vasco, sino que solicitan plazas en otras zonas del Estado”.
El campo de trabajo del pueblo minero de Korres es una excavación arqueológica en la que se consolidarán las estructuras localizadas mediante técnicas de restauración. Para ello se cuenta con la colaboración de un arqueólogo que es el encargado de dirigir los trabajos. Con este campo de trabajo se pretende la recuperación de varios espacios del complejo industrial y su puesta en valor mediante señalética sencilla que explique la fábrica y lo recuperado. La situación actual de los edificios de la fábrica es de ruina total. Se encuentran los muros derruidos, algunos con mayor alzada, y todo cubierto con un espeso manto vegetal y forestal que ha colonizado la mayor parte de la zona.
De hecho, los jóvenes han ido desenmarañando numerosas plantas de edificios o habitaciones, algunas de ellas con sus suelos de asfalto, y se han ido consolidando con mortero las paredes que se han despejado de maleza, tarea que se encargó a un albañil de la zona para que no se desprendan las piedras de los muros sobre los voluntarios.
Pendiente del trabajo está el arqueólogo, Raúl Leorza, quien cuenta que “este año queremos ampliar la limpieza al muro perimetral de un edificio que tenía un uso industrial, después de haberlo hecho con unas viviendas durante los otros años, con lo que dejaremos limpia la plaza que es el lugar al que llegan los visitantes”. El trabajo se desarrolla sin planos. “Lo que si tenemos son algunas fotografías antiguas del Archivo Arana o de Gerardo López de Gereñu y algunos clichés del XIX que están muy bien y a partir de ese material vamos trabajando”, apunta. El campo de trabajo se repetirá al año que viene como mínimo, ya que falta mucho por sacar a la luz y sólo e puede apreciar un 20% de lo que era el poblado. El resto sigue cubierto por la espesa vegetación.