Son piezas únicas, elaboradas a mano durante todo el tiempo que haya hecho falta, con mimo, sin las prisas típicas de la producción en serie, pero sobre todo, ponen en valor un oficio en constante extinción. Es el trabajo de lujo que desde el pasado día 16 de diciembre y hasta mañana se puede encontrar en los puestos de los 26 profesionales que congrega la XXI edición de la carpa de la plaza de la Provincia con motivo de la feria navideña de artesanía Lan ta Lan, que organiza la asociación alavesa Artisau y que cuenta, entre otros, con la colaboración de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. 22 días en los que han dado tiempo para contemplar exposiciones, como la de los premiados en el certamen Blas Arratibel 2017, conciertos de jazz y vintage-swing y talleres de fotografía, lana afieltrada o madera, y cuentacuentos, como los que ayer, de 18.00 a 19.00 horas, interpretó Ane Gebara trasladando durante esa hora a un mundo imaginario a los allí presentes.

Pero el mejor escaparate del sector también ha servido para dar estas jornadas un poco de aire a las personas que con su esfuerzo y dedicación se empeñan en vivir de ello, sin arrojar la toalla. “El balance de este año ha ido muy bien. Es similar en afluencia de público y ventas respecto al año pasado, incluso con los mismos puestos, con doce de Álava durante esta edición”, asegura la presidenta de Artisau (Asociación de Artesanía de Álava-Arabako Artisau Elkartea), Sonia Sanz, quien también está presente en la cita, con su stand TulayTelmo, de exposición y venta de una línea de moda y complementos, con prendas pintadas a mano, utilizando distintas técnicas de impresión artesanales, como las que vestían unos maniquíes en los que, por cierto, con el cartel de “reservado”, en alguno de ellos.

El cambio de la carpa, como apunta Sanz, ha sido para bien “porque ésta es mucho más luminosa”, pero hay otras mejoras que también podían introducirse, dado que en Álava, como subraya, no hay buenas ferias y los artesanos han dejado de ir a las que hay. “La Diputación podría ayudarnos más”, sugiere la presidenta de Artisau. “Sí, sobre todo, económicamente”, precisa Oihana, del puesto La jabonería de la almendra, situado enfrente del de Sanz. En el caso de esta vitoriana, es el décimo año que acude a la feria y “esta edición las ventas me van mejor porque en mi caso el pasado año fue flojo y eso que es el mismo producto y la misma ubicación”.

Oihana nota que, sobre todo, sus clientes de este mercado han comprado sus productos para regalos de Olentzero y Reyes, ya que “muchos eligen las cestas de productos”, ilustra.

Si bien, no ha faltado un clásico, el de la gente que se queda sólo con el precio, “cuando hay que tener en cuenta que son elaborados a mano y no en serie, así que, al final, no es caro, teniendo en cuenta ese valor añadido. Este bálsamo labial me llevará entre ocho o diez horas hacerlo porque antes tengo que macerar la planta en aceite”, reivindica.

En el Casco Viejo también tuvo en su día el gasteiztarra Luis Rama una joyería, la 8 M2, antes de trasladar su taller a Altea (Alicante). “De ventas voy parecido, que en los cuatro años que llevo viniendo, pero la profesión cada vez va peor, por todo. Ahora no se valora el esfuerzo, sólo el precio”, lamenta Rama del puesto Luzia/Luis Rama, quien cree que el buen hacer de este oficio, se debería dar a conocer más, con “más publicidad” del evento.

A su derecha, Cerámica Creativa Aiasure, de figuritas vascas elaboradas por otra vitoriana, Eloie Ruiz, con tienda en la calle Kutxa, que lleva cinco años en Lan ta Lan, “Las ventas han ido bien”, en especial, sus huellas personalizadas de bebé.

De La Coruña viene Plata Nativa, de la argentina Rosana, en las que destacan sus pendientes de Arracadas y anillos de castros celtas, tras la labor previa de documentación para su diseño. “Es mi primer año. Las ventas me han ido bien, sobre todo el jueves pasado”, dice Rosana, quien sólo encuentra un “pero”: que la feria no empiece tan pronto.