Vitoria - En el año 2007 se iniciaba la andadura de la parroquia de la comunidad ortodoxa rumana en Vitoria. El Obispado de la capital alavesa, siguiendo la línea de colaboración ecuménica de otras diócesis, cedía el templo de la que fuera parroquia de San Joaquín y Santa Ana, para que se instalara el servicio religioso permanente para la comunidad ortodoxa rumana. Desde entonces, este templo emplazado en los bajos de uno de los edificios de Judimendi bajo el patrocinio de San Cosme y San Damián, se ha convertido en el lugar de encuentro y oración para toda una comunidad emigrante que quería mantener sus raíces, no solo culturales y lingüísticas, sino también religiosas. La atención pastoral ha recaído sobre el pope Radu Ursus, acompañado de su esposa Daniela.

Ella recuerda cómo lo dejó todo, su trabajo en la Universidad en Rumanía, su familia, su modo de vivir, para acompañar a su marido en su vocación y en el destino que le habían propuesto: Vitoria. La impresión inicial resultó más dura de lo previsto. Su primera misa la celebró con tan solo cinco personas. Se pasaron meses recorriendo la ciudad en bicicleta y pegando carteles anunciando la existencia de la parroquia ortodoxa rumana. Hoy, diez años después, cuentan con una comunidad estable, implicada, que participa en las celebraciones y en servicios relacionados con la conservación de las raíces culturales y la caridad.

Tanto Radu como Daniela han sentido el arropo de su iglesia con la presencia del obispo ortodoxo para España y Portugal, Timotei, y de los popes de las parroquias de Asturias, Santander, Bilbao, San Sebastián, Zaragoza o Madrid. De la capital de España ha llegado también una pequeña comunidad de monjas ortodoxas, pero el apoyo eclesial se ha extendido a la Iglesia Diocesana de Vitoria, que se ha hecho presente con su obispo, Juan Carlos Elizalde; el párroco de San Juan, Raúl Alonso, dos profesores de religión de la Asociación Garenok, dos religiosas y dos jóvenes vinculados a la pastoral juvenil. Y, como en otras ocasiones, también han sentido el respaldo institucional del cónsul rumano con sede en Bilbao, Marian Popescu, quien reconocía que la labor que desarrollan las parroquias ortodoxas en el mantenimiento de las raíces culturales para el pueblo rumano en la diáspora es muy superior a la que él o su oficina podrían llegar a realizar. De ahí la gran importancia del apoyo de las instituciones rumanas a estas parroquias que, año a año, van creciendo en número en nuestro país. No obstante, el obispo Timotei, destacaba en una entrevista al final de la celebración, que resulta muy importante conocerse para superar recelos. Se refería a la dispar acogida que el pueblo rumano ha ido teniendo a lo largo de los años y cómo esta se ha ido viendo mejorada con el tiempo.

Por su parte el obispo de la diócesis, Juan Carlos Elizalde, valoraba muy positivamente el acto de ayer y agradecía su presencia en el mismo. Tras la larga celebración, que comenzó antes de las 10 de la mañana y concluyó pasadas las doce y media, el recién creado grupo de danzas rumanas, Miorita, deleitó a los asistentes con el folklore de su país. A continuación tuvo lugar una comida fraternal que incluyó platos típicos como el Sarmale, aunque en su versión de vigilia en día de fiesta, es decir, con pescado.

Radu y Daniela desean para su comunidad que se mantenga como hasta ahora y, sobre todo, que afiance su fe en Dios. La comunidad ortodoxa rumana en España tiene varias citas importantes este año: el 18 de noviembre en Madrid se inaugurará la primera catedral ortodoxa en España y el 1 de diciembre, en Bilbao, se celebrará el día de la Unidad en Rumanía, fiesta nacional que tendrá su réplica local el 3 de diciembre en el patio del colegio de Los Escolapios. Por otro lado y según anunció el Cónsul rumano, el próximo año se llevarán cabo diversos actos de promoción de Rumanía con motivo de la celebración del Centenario de la Gran Unión del país.