vitoria - Era el turno de la visita oficial, pero ello no impedía que algunos vecinos se acercaran hasta el centro cívico de Zabalgana para aproximarse a la estructura hasta ahora vallada y poder echar un vistazo más cercano y revelador. En la puerta, se les informaba de que a partir de las tres de la tarde las puertas estarían abiertas y se les ofrecían folletos con información detallada sobre el edificio. “Hay que venir por uno mismo, por mantener el cuerpo y la mente”, comentaba Estibaliz, una de las afortunadas vecinas que ya se han apuntado a dos de los cursos. “A gimnasia y acuagym, y luego ya iremos viendo si continuamos con alguno más”. Aseguraba que “había muchas ganas de que se inaugurase”, y a la vista del resultado final, restaba importancia a los retrasos acumulados. “Lo importante es que ya está aquí, los retrasos ya no importan”, indicaba risueña.
Oihana, residente en Elejalde, no quiso perderse el acto inaugural de un centro al que piensa “sacar chispas” durante los próximos meses. “Vengo a curiosear”, reconocía, al tiempo que anunciaba su intención de emplear “de todo”. “Piscina, gimnasio, sala de estudio, biblioteca con los txikis, ludoteca y la sala de encuentro cuando no haya otra cosa más que hacer”, repasaba mentalmente a las puertas del edificio. “No les ha tocado nada -detallaba- pero vendremos a lo que haya, a actividades puntuales y a lo que surja”. A la hora de evaluar los plazos de espera, consideraba que “había muchas ganas de que lo inauguraran, porque es un equipamiento muy necesario, y cada vez que nos decían que se retrasaba sentíamos un poco de impotencia”. “No teníamos nada en el barrio y al final estamos lejos de todo. Ariznabarra nos pilla en una recta muy larga y Lakua está un poco obsoleto, el material está muy trillado”, argumentaba. “Pensábamos que no iba a llegar nunca, pero al final se ha inaugurado y lo cierto es que tiene muy buen aspecto”, concluía a tenor de lo observado desde el exterior.
Asunción, también residente en la zona, reconocía que ha seguido puntualmente el desarrollo de las obras desde las ventanas de su casa. “Ahora, por fin, quiero verlo por dentro. Pero tengo que esperar hasta las tres de la tarde”, se lamentaba. Hace dos años sufrió un infarto mientras practicaba deporte, de manera que confiaba en poder encontrar actividades acordes a su situación. “He visto que las piscinas están muy bien, pero no sé lo que se puede hacer en el resto del centro. Voy a preguntar por las manualidades, que nos vienen muy bien a las personas mayores”. Animaba a la juventud del barrio -”porque en Zabalgana si algo hay son jóvenes”- a aprovechar la ocasión y sumarse a cuantas opciones oferte el centro. “La juventud tiene que moverse porque la vida es breve y todo lo que se haga ahora se saca luego”.
A primera vista, la semblanza del edificio le resultaba “muy bonita y muy moderna, con un estilo a la iglesia de Santa Clara”. Y aprovechando el altavoz de los medios de comunicación solicitaba a los responsables municipales “un médico que se ocupe de aquellas personas que puedan sufrir un percance mientras desarrollan las actividades”.
tres socorristas En el interior, Ander, apostado junto a las piscinas aún vacías y luciendo el uniforme identificativo, ejercía de socorrista por anticipado y valoraba el resultado. “Las instalaciones están muy bien. Material nuevo, equipamiento nuevo... Todo muy bien”. A la espera de que dieran las tres de la tarde y que el recinto se llenara de usuarios invitados deseosos de zambullirse en las piletas, explicaba que el equipo de salvavidas estará integrado por tres jóvenes en total. Aunque él es natural de Gernika, la oportunidad laboral le ha animado a hacer las maletas y mudarse a la capital de Euskadi.
Mezclada entre el colectivo de autoridades municipales y forales que recorrían el inmueble descubriendo sus secretos, la arquitecto Estela Arteche, responsable del diseño de este decimocuarto centro cívico de Vitoria, agradecía que la parcela sobre la que ha trabajado fuese “bastante grande y muy bien ubicada”. Ello hizo posible que el proyecto resultante huyera del concepto del “contenedor único” y se materializara en una forma “muy horizontal y extendida que busca la luz natural en todos los espacios”. “Hemos dividido los usos, ya que los hay muy diferentes y todos forman parte de la misma parcela. Está el cultural, el deportivo, los talleres... Cada uno se distribuye en un ala que busca los patios interiores de luces. También buscamos una conexión entre la calle Juan Gris y la calle peatonal superior a través de una cubierta ajardinada que cose las dos zonas y facilita los accesos”, puntualizaba.
formas orgánicas “El edificio busca formar parte de la naturaleza e integrarse. El barrio ha crecido mucho en altura y un gran contenedor paralelepípedo en medio no creo que le ayudase. Al contrario, hemos buscado formas orgánicas que de alguna manera resultaran más amables”, señalaba Arteche.
El aspecto que ofrecía ayer el inmueble, rematado, pulcro y totalmente listo para entrar en servicio, llamó la atención de varios de los concejales e incluso de la arquitecto. “Está perfecto. El equipamiento me ha sorprendido. En otros edificios que hemos hecho es habitual que les cueste un poco arrancar después de la entrega pero este está perfecto, no le falta nada”, apuntaba.
A las puertas del centro, observando los amplios accesos se encontraba Javier Maya, también arquitecto y corresponsable del proyecto. Relataba que “una vez que atiendes las exigencias del programa, cuando lo tienes interiorizado, el primer reto que te planteas es cómo integrarlo con el barrio y con el entorno”. En este sentido, llamaba la atención sobre el hecho de que la entrada es, en realidad “una plaza que se abre al barrio y que puede dar lugar a eventos y a un montón de actividades”. En cuanto a la cubierta ajardinada explicaba que es, al mismo tiempo, un paseo y un parque de niños. “Es más fácil hacer tuyo algo cuando lo empleas y te ofrece facilidades”, razonaba.