Vitoria - A falta de pocas horas para que Celedón descienda de los cielos sobre la terrenal Plaza de la Virgen Blanca, prendiendo la mecha festiva en los corazones de todos los gasteiztarras, el pregón ofrecido ayer por la actriz Ainhoa Santamaría vino a despertar la ilusión. La ilusión de “aquella niña que comenzó a bailar con el conservatorio de danza José Uruñuela” y que ayer fue la pregonera de las fiestas de Vitoria. “A mí La Blanca me trae el aroma a familia, a champan, a puros”, explicó Ainhoa, quien tuvo un emotivo recuerdo para su familia. “Las fiestas de La Blanca son para mí un momento único para celebrar junto a la gente que quieres, un espacio para compartir la alegría y divertirse con propios y extraños, un lugar para olvidar lo que nos separa y recordar lo que nos une, que siempre es mucho más y, además, más importante”, expuso. Tras un repaso por los escenarios de la fiesta, subrayó que los verdaderos protagonistas son “todos los vitorianos y vitorianas, los que madrugan para ver las dianas, los que trasnochan y también las ven. Los que bailan en el kiosko de la Florida siguiendo una coreografía y los que lo hacen en las txosnas con un estilo más libre. Los que disfrutan de la procesión de los faroles y los que siguen en procesión a las cuadrillas y las charangas. Los que corren delante de los cabezudos y también los que corren detrás”.
Por su parte, Celedón ya dispone del equipamiento para atravesar la Plaza de la Virgen Blanca y alcanzar la balconada de San Miguel. La cuerda en la que cae del cielo ya pende sobre la plaza y Gorka Ortiz de Urbina, su representación de carne y hueso, cuenta con sus dos objetos emblemáticos: el paraguas y la bota, que ayer recibió de manos del alcalde, Gorka Urtaran. Esta edición será especial por doble motivo, ya que se cumple el 60 aniversario del primer descenso del aldeano de Zalduondo y porque este año, por primera vez, no habrá vidrio en la bajada.