el proceso para normalizar la existencia de los vinos espumosos en la Denominación de Origen Rioja ya está iniciado, aunque aún le queda recorrido hasta su pleno reconocimiento y aprobación en el pliego de condiciones de los vinos de la Denominación. Pero la oportunidad estará ahí para aquellos que deseen entrar en ese mundo de burbujas con ADN de Rioja.
Elaborar vino espumoso, e incluso cavas, ya se hacía en la comarca alavesa. De los segundos hay dos localidades en Rioja Alavesa, Laguardia y Oion, incluidas en el listado de las que pueden elaborar cava, según el Consejo de esos vinos espumosos. Pero hay otras bodegas y particulares que elaboran en otras localidades, y estas no podían estar amparadas por el sello de calidad del cava al encontrarse en municipios no contemplados.
Pero entre unos y otros, y con independencia del camino que puedan elegir sobre seguir o no en la Denominación Cava o buscar el paraguas de la nueva identificación de vinos espumosos del Rioja, en la comarca alavesa hay seis bodegas y particulares que ya elaboran con esa técnica. Tres están incluídos en la Denominación Cava: Faustino, del grupo Faustino de Oion; Artadi, del bodeguero independiente de Laguardia, y Fincalegre, de Bodegas Luis Alegre de Laguardia.
A ellos se suman otras dos iniciativas que no pueden utilizar el nombre de cava. Uno es Jaun de Alzate, de Loli Casado, de Lapuebla de Labarca. Un vino que comenzó a elaborar el padre de Loli y que se sigue manteniendo en pequeñas partidas anuales. La otra es el espumoso de Basilio Izquierdo, en su bodega de El Collado, de Laguardia, donde produce en torno a 400 botellas anuales. Por último, en Labastida, José Ramón Martínez, actualmente jubilado pero vinculado desde hace muchos años a Solagüen, también elabora un vino espumoso a título particular.
Entre los muchos cambios que se esperan del Rioja, tras muchos años de que su Consejo haya estado más pendiente de los vaivenes políticos que de los intereses de los operadores, es decir de los agricultores y los elaboradores, el Pleno dio en junio un primer paso adelante aprobando dos nuevas identificaciones para los vinos amparados. Una es la de los vinos de ‘viñedos singulares, y la otra la de los vinos espumosos.
De esta manera, el Rioja amparará por primera vez la producción de espumosos blancos y rosados de calidad. Para ello, el Pleno del Consejo Regulador ha adaptado su normativa de cara a acoger estas variedades. Productos que completan su gama de vinos tranquilos -tintos, rosados y blancos- con un nuevo distintivo de calidad y prestigio obtenido mediante el método tradicional, mención que se incorporará en los documentos de garantía y que reflejará específicamente el etiquetado.
Para la elaboración de estos vinos se permitirá trabajar con todas las variedades, limitando su rendimiento de transformación respecto del generalmente autorizado y delimitando la graduación a un rango entre 11 y 13 grados en producto terminado, que será objeto de una doble evaluación cualitativa, con una valoración físico-química y organoléptica previa a su salida al mercado. Un período mínimo de 15 meses para la segunda fermentación, que se elevaría hasta 36 meses en los de más alta gama, ilustra el tipo de espumosos que se pretenden incorporar al mercado
Sin embargo, aún tardará en verse el nombre de “vino espumoso” en las etiquetas del Rioja. El proceso que se acaba de iniciar no será rápido, como no lo son los temas que deben gestionar administraciones diferentes. En este asunto, por ejemplo, intervienen el Ministerio de Agricultura y las instituciones europeas.
Así lo confirmó el director general del Consejo Regulador, José Luis Lapuente, a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, cuando informó de que “la documentación ya se ha enviado a Madrid para que tramite la modificación del pliego de condiciones”. “El primer paso que dan es documentarlo, después lo mandan a los diferentes actores interesados, recibe observaciones, lo publica? En definitiva, entra en todo el proceso administrativo que conlleva la modificación del pliego. Lo único que hemos hecho desde aquí es certificar el acuerdo cuando se alcanzó y mandarlo al Ministerio de Agricultura”, explicó.
El proceso es idéntico al que sigue el identificativo de vino de “viñedos singulares”, con lo cual “son ellos ahora (los responsables del Ministerio) los que marcan la pauta, requieren información adicional si fuera el caso y en función de ello se desarrolla todo el procedimiento”.
Lapuente señaló asimismo que a nivel comunitario se está discutiendo una modificación de la normativa para segmentar lo que ha de decir el Estado miembro y lo que tiene que ser aprobado por la Comisión Europea. “Al menos en el caso de los vinos de viñedos singulares lo estamos tramitando como un tema de etiquetado y debería ir más rápido de lo que es la modificación de la categoría”, amplió.
Sobre la posibilidad de que la aprobación definitiva se pueda prolongar dos o tres años, Lapuente destacaba que “no hay una regla fija, ni unos procedimientos. De hecho, en esta modificación que se pretende a nivel comunitario se quieren establecer unos plazos límite para que la Comisión tenga que responder y desarrollar los procesos. Pero actualmente no existe ninguna regla fija”.