VITORIA - Los arquitectos de Álava esperan concretar la recuperación económica con la entrada de nuevos proyectos en sus despachos para remontar una situación de crisis en la que llevan sumergidos durante más de una década.
Hay comentarios y estudios que vislumbran un despegue y leve crecimiento de la economía. ¿Notan los arquitectos alaveses esos síntomas positivos?
-A nivel de colegio estamos en menos de la tercera parte de recaudación de los derechos y cuotas abonadas para visar los proyectos. Ese es el dato revelador de la actividad del colegio día a día. Mientras otras delegaciones como las de Bizkaia y Gipuzkoa van como un tiro, las de Navarra y la de Álava andamos peor. A lo sucedido aquí le hemos dado muchas vueltas, y lo que ha pasado es que, en poco más de seis años, se ha construido lo que debería haber llevado cerca de 30. Eso es algo que tenemos que pagar ahora en estos tiempos. Se añade otro factor como es el que los nuevos barrios de Salburua y Zabalgana no los hicieron arquitectos alaveses, sino que fueron profesionales de fuera de aquí, mayoritariamente. Otros se han llevado lo bueno del pastel y ahora nos han dejado a nosotros la crisis y la época mala. Lo único que se hace ahora son portales y obras de bajada de ascensores a nivel del suelo. Esa es la gran obra a día de hoy en el colegio, cuando un arquitecto debería estar centrado en la construcción de vivienda. Ahora mismo en Vitoria, salvo en la zona de Aretxabaleta, hay cuatro promociones y en el resto no hay nada. En Zabalgana, más allá del centro cívico no hay nada más. Fuera de esa zona de Aretxabaleta, que parece que se ha puesto ahora de moda, no se ven grúas de construcción. Sigue sin haber trabajo y no conseguimos ver que remontamos esta mala época para nuestro colectivo. Además, hay otro elemento como las miles de viviendas vacías, promovidas por sociedades públicas y eso es otro freno importante a nuestra actividad.
Durante estos años, ¿cómo se ha tenido que reinventar un arquitecto para sobrevivir en unos tiempos tan duros de poco trabajo?
-Buscando todos los nichos y huecos de trabajo posibles. Y cuando me refiero con el término todos, es al arquitecto que puede estar sirviendo copas en un pub los fines de semana para poder sobrevivir. Es cierto que también ha habido campos específicos para los arquitectos que hasta el inicio de la crisis no se habían explotado, pero en nuestra profesión poco más hay para inventar. Hubo una primera consecuencia dramática como fueron los despidos de aparejadores, delineantes y colaboradores de todo tipo. Los estudios quedaron bajo mínimos. La segunda fue también la huida de capital humano joven, altamente cualificado fuera de Vitoria. Una compañera de mi estudio lleva en Suiza cerca de seis años y otra pareja de arquitectos se marchó a Chile y allí continúan. La gente ha tenido que encontrar una salida y trabajo donde ha podido y cualquier lugar es mejor que Vitoria porque esta ciudad no tiene futuro para los jóvenes arquitectos. Incluso los que tienen cierta clientela hecha lo están pasando mal, imagínate la gente novel lo que le cuesta arrancar de cero. Es imposible.
¿Se ha notado un incremento de cuestiones como arquitectura sostenible y Passivhaus durante estos años como especialización?
-Puede ser una buena salida. Ahora en Bizkaia se ha terminado un edificio de Vivienda de Protección Oficial con este standard. Desde el punto de vista económico es difícilmente sostenible en unos números de VPO. Los gastos iniciales se disparan frente a otro tipo de viviendas de la misma categoría. Para viviendas unifamiliares sí que se puede asumir. Eso es solo una parte de la arquitectura y no hay que ser un gran especialista. Todos los profesionales conocemos las cosas buenas para intentar que la vivienda sea más sostenible. También hay que tener en cuenta que el Passivhaus es un sello privado alemán, y que hay otros franceses o de otro lugar que también catalogan la vivienda y parece que ese es más reconocido o aceptado porque llevan más años. Aquí por ejemplo, para la reforma del Palacio Europa se pidió un especialista en ese apartado, cuando no había ninguno en España que cumpliera esas condiciones.
Mencionaba Salburua y Zabalgana, pero ahora el criterio de construcción ha cambiado y se ha optado por la redensificación.
-En esos dos lugares hay un consumo de suelo que no es sostenible. No se puede diseñar ni construir esas avenidas tan impresionantes, los patios interiores, aunque los vecinos deban mantenerlos. La utilización de suelo es excesiva. Eso es un poco imitar el modelo americano, que no es sostenible con las viviendas unifamiliares como hay en Estados Unidos y el consumo exagerado del suelo. La redensificación era algo necesario en Vitoria.
Desde el punto de vista arquitectónico se abre una etapa esperanzadora con los nuevos proyectos.
-Se abre una expectativa fabulosa con una cuestión como el soterramiento que, a ver si es verdad que lo que parece que está confirmado políticamente, se lleva a la práctica. Con el ferrocarril y su desaparición del trazado actual, se abre una gran posibilidad de conexión entre el este y el oeste de la ciudad. Es por ello que corresponde a los técnicos municipales liderar este tipo de actuaciones y ampliarlo a más temas como los denominados barrios de oro de los años 70, rehabilitaciones integrales de otros barrios, más allá del de Coronación, los polígonos industriales o en el tema de movilidad. Recientemente me comentaban que no utilizan la bicicleta por el temor a que se la roben. Ha habido pruebas como el parking en la trasera de Correos, que se tuvo que quitar porque el Ayuntamiento no quería seguir con él. Están las plantas bajas de los edificios, que también se pueden utilizar como recinto para guardarlas. Además esos espacios se pueden vincular también a lo que se quiera, como las viviendas en planta baja.
¿Están condenados a entenderse la administración pública y los arquitectos?
-Como ya he comentado en la respuesta anterior, tienen que ser los técnicos municipales los que lideren. A partir de ahí habrá trabajo para los arquitectos, pero un trabajo hecho desde la administración. El cometido de esta es planificar, gestionar, controlar. Luego ya haremos los arquitectos el trabajo, que para eso ya estamos en la calle. La administración busca una mayor calidad urbanística y edificatoria. Sin un colectivo de arquitectos fuerte, no va a haber esa calidad buscada a corto y medio plazo.
¿Siente el colectivo haber estado abandonado desde las instituciones en los últimos tiempos?
-Totalmente. Con nosotros no se ha contado para nada. Por ejemplo, en el tema de Coronación, el asunto ha salido bien porque se ha contado con nosotros desde el primer día. Logramos que Visesa nos hiciera partícipes y repartir el trabajo en pequeños lotes para poder intervenir todos. Desde el Ayuntamiento no se cuenta con nosotros para nada. Tenemos también una solución como es la Oficina de Concursos que funciona muy bien, y los pliegos que se facilitan a los Ayuntamientos, tienen una participación tremenda. El mejor ejemplo han sido las 75 propuestas para un concurso en Amurrio.
Muchos ojos ya están puestos en ese corredor ferroviario liberado tras eliminar el ferrocarril. ¿Las viviendas ya se han caído de las previsiones con la crisis?
-Ya están descartadas. Hay que mirarlo como oportunidad para la circulación, peatonal, rodada o tranvía, por la oportunidad que supone de enlazar en línea recta dos barrios tan distantes como Salburua y Zabalgana tocando el centro de la ciudad y que te deja a una escasa distancia del centro de Vitoria. Se abre una oportunidad social, comercial y de todo tipo. Antes el plan era que la vivienda tenía que sostener la inversión. Ahora que todo eso se ha caído, tendrán que ver cuál es lo que resulta mejor para la ciudad. Las posibilidades son tremendas, que si se estudian bien y se explotan, Vitoria puede cambiar radicalmente. Sobre todo, porque no hay la necesidad que había antes de construir en todo el corredor. Antes la financiación iba a venir por ahí, pero ahora se puede pensar de otra manera, sin necesidad de colmatarlo todo de viviendas. Eso es lo que se debería estudiar desde ahora desde el Ayuntamiento, ir viendo propuestas y cómo sacarlo adelante. Construir es muy caro, pero pensar es barato y muy rentable sobre todo. Debería haber ya en Vitoria varios estudios trabajando en anteproyectos e ideas para compararlas entre sí y confrontar cuáles son las mejores. De ese modo se da trabajo a un montón de gente y se generan ideas que cuando llegue el momento de hacer la inversión ya tienes listas y seleccionadas las mejores. Pero hay que empezar a hacerlo ya y no ir luego deprisa y corriendo convocando la excelencia. Trabajemos desde ahora, que tenemos tiempo y todavía es pronto, y no dentro de cinco años.
Esos nuevos concursos que se convoquen, ¿deberían cuidar más a los profesionales locales?
-Deben ser procesos incluyentes y que no nos excluyan desde el primer día. No digo que no pueda venir un arquitecto de fuera con muy buenas ideas. Vamos a palpar también que es lo que opina la gente de Vitoria, que conoce muy bien el tema y son los profesionales de la ciudad los que pueden poner otro corazón y ver las propuestas desde un punto de vista que no lo ven desde fuera. Hay que aprovechar esos profesionales altamente cualificados, y ahí está la clave de todo el proceso.
Durante muchos años se ha trabajado y buscado para dar con un elemento icónico que puede definir a Vitoria. ¿Es necesario llegar a ese punto?
-Esta ciudad no necesita emblemas como pueden ser el Guggenheim en Bilbao, el Kursaal en Donostia o el centro Baluarte en Pamplona. Hay que trabajar más a pie de calle y hay que hacer ciudad y no grandes edificios. Lo importante lo tenemos en la ciudad, su urbanismo, sus paseos y sus zonas peatonales. No necesitamos un especialista japonés que iba hacer determinada cosa. No necesitamos un icono para traer a gente de fuera o para que los vitorianos se sientan orgullosos.