la cámara desciende desde un plano aéreo general, que muestra una vista externa del templo, y vuela a través de la puerta de entrada, mostrando el interior del edificio, con planta en forma de cruz. Avanza entre las hileras de columnas blancas y llega hasta el altar, donde un sacerdote entona el padre nuestro.
A ambos lados, en los brazos de la cruz, se alzan dos imponentes gradas en las que otros dos no menos impactantes coros interpretan canciones. Acto seguido, el objetivo planea sobre las cabezas de los feligreses, muestra los confesionarios, el ábside con la pila bautismal y el sagrario antes de sumergirse en la cripta. Del subsuelo trepa hasta el cielo y se sitúa sobre la azotea para mostrar las finas columnas que jalonan el entorno.
El proyecto, uno de los muchos realizados este año, nunca verá la luz en el mundo material, pero forma parte ya del universo Minecraft -en su versión educativa- gracias a los alumnos de 1º de la ESO del Colegio San Prudencio. Gracias a la iniciativa de su profesor de religión, Gabriel Castaño, los estudiantes han tenido la oportunidad de dar rienda suelta a su imaginación y crear, partiendo de cero, sus propias iglesias. Los templos a los que a ellos les gustaría acudir.
Así, según explica el docente, han surgido ideas tan originales como incorporar bibliotecas a los triforios de las catedrales, jardines cuajados de flores en las naves laterales, e incluso pilas bautismales a las que se accede en barca “como si fuéramos con Jesús por el lago de Galilea”. El proyecto Iglesias para el siglo XXI se ha desarrollado durante tres meses estrictamente dentro de las horas lectivas y ha permitido a los alumnos no sólo recibir formación en materia religiosa, sino además enriquecerla con detalles históricos y de historia del arte. Antes de ponerse manos a la obra y preparar la argamasa digital, los estudiantes se empaparon de las corrientes arquitectónicas que han dejado su impronta en diferentes enclaves de culto de toda Europa. Asimismo, diseccionaron las partes fundamentales de los templos y descubrieron los objetos y lugares litúrgicos imprescindibles para las celebraciones cristianas.
A continuación, en equipos de dos personas, los alumnos plantaron los cimientos de sus ideas en el mundo de Minecraft. Para quienes no conozcan este popular videojuego que ha vendido millones de copias desde su lanzamiento, baste apuntar que viene a ser una especie de Lego virtual que permite construir todo tipo de edificaciones e interactuar dentro de un extenso mundo. Así, los estudiantes han podido dar forma a sus pensamientos y visitar los proyectos de sus compañeros. Como el juego -que de eso se trata- también permite destruir, no han faltado las bromas “inocentes” entre los equipos con algunas cargas de dinamita que no causaron excesivos estragos.
“Nuestras iglesias son acogedoras y luminosas, mantienen elementos tradicionales que las definen y diferencian. Pero, a la vez, incluyen nuevos y creativos espacios para la catequesis y la reflexión, o lugares para el encuentro con Jesús y con otros miembros de la comunidad cristiana”, explica Gabriel Castaño. La idea, obviamente, partió de los propios alumnos que, tras visitar el Salón de Tecnología para la Enseñanza, SIMO, propusieron a su profesor de religión que incorporase la edición educativa de Minecraft.