El comienzo. Una mamá del Colegio Hogar San José Ikastetxea, que tiene matriculado allí a un hijo, se encontraba el lunes hablando con unos padres en el patio del colegio cuando empezó a sentirse indispuesta.

Desarrollo del parto. En los aseos del colegio rompió aguas. Por fortuna, varias de las madres del centro que cuentan con formación sanitaria la ayudaron.

Final del parto. La pequeña nació en media hora. Los padres del colegio despidieron a la niña y a la madre entre aplausos.

En sus más de 50 años de existencia, el Colegio Hogar San José Ikastetxea de Vitoria ha visto crecer a centenares de alumnos, como centro de formación integral que es, ya que sus aulas acogen desde niños de cero añitos, del primer ciclo de Infantil, hasta los que son adolescentes en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Sin embargo, el lunes el centro tuvo la ocasión de ver por primera vez cómo se producía el nacimiento de la que con toda seguridad será una de sus futuras estudiantes. Se trataba del alumbramiento que tuvo lugar la tarde del pasado 3 de abril en los aseos de este centro educativo de Ariznabarra. Como si de una escena de película se tratara, el nacimiento pilló de imprevisto a una de las mamás que iba a recoger a su hijo, sin darle tiempo de acudir al hospital y mucho menos de que llegara la ambulancia. Todo sucedió tan rápido que en apenas media hora la niña ya estaba en brazos de su progenitora.

El célebre acontecimiento, en concreto, empezó a desencadenarse a eso de las cinco y media de la tarde, justo cuando acaba la jornada escolar. “Una mamá embarazada que tiene aquí un niño matriculado de tres años empezó a sentirse mal, con contracciones, cuando se encontraba en la zona de los columpios de tertulia con otras mamás y papás”, explica Marisa, secretaria del Hogar San José Ikastetxea.

Ante tal indisposición, la mujer decidió ir hasta los servicios para ver si así se encontraba mejor. Pero para su sorpresa, rompió aguas en los mismos aseos. “Ella estaba acompañada de otro familiar que fue la persona que llamó a la ambulancia”, recuerda Marisa.

“Se le veía la cabecita” Todo se desarrollaba a una velocidad inusitada y eso que a la parturienta le quedaban quince días para salir de cuentas. Pero la bebé no quiso esperar. “Iba todo muy seguido”, remarca Marisa. Y, al final, se corrió la voz. Una de las madres empezó a avisar: “¡Que tenemos una mamá de parto!”. Y gracias a este anuncio todo el mundo se puso en alerta. Marisa, por ejemplo, subió a casa de las Hermanas, que se encuentra en la planta de arriba del colegio, para que le dieran “toallas y tijeras”, añade la secretaria. Sin embargo, en los “tres minutos” que tardó esta mujer en bajar de nuevo hasta los aseos, “ya se veía la cabecita de la niña”.

En el Hogar San José Ikastetxea tuvieron, además, “la gran suerte” de que en el patio del colegio se encontraban dos madres que cuentan con formación sanitaria. “Primero ayudó a dar a luz una mujer que es enfermera y luego otra, que es médico, aunque no de esta especialidad”.

Gracias a esta asistencia y, pese a las inusitadas circunstancias, el parto se desarrolló con la mayor naturalidad posible. “Una de las mamás llamó al 112 para que los profesionales al otro lado del teléfono le fueran indicando los pasos que tenían que seguir en todo momento”, precisa Marisa. Pero, además de esta colaboración inestimable, “todas las que se acercaron allí consiguieron transmitir mucha tranquilidad”. Un apoyo crucial para templar los inevitables nervios del momento que hizo que el parto tuviera un final feliz treinta minutos después, debido a las amatxus del centro, que vieron con sus propios ojos el resultado de su esfuerzo: “una recién nacida de lo más sana”, tras este alumbramiento instructivo, en el que todos colaboraron y discurrió “muy bien”.

Hasta tal punto “esta experiencia fue súper bonita” que la piña que hizo el Hogar San José Ikastetxea no acabó con el nacimiento. “Nunca nos había pasado nada igual”, reconoce su secretaria. Por ello, todos se quedaron expectantes a que llegara la ambulancia para trasladar a la madre y a la hija al centro hospitalario correspondiente para hacer las revisiones oportunas. Y cuando ésta por fin llegó, “un montón de padres esperaban a que salieran del centro”.

Un final que casi fue mejor que el comienzo de esa tan inolvidable tarde. “Fue muy emocionante, cuando por fin las madres y padres que allí se habían concentrado vieron salir la camilla que llevaba consigo a la madre y a la recién nacida para meterlas en la ambulancia y llevarlas al hospital, todos se pudieron a aplaudir ”, añade Marisa.

Es la niña que ese lunes todo el colegio tenía en palmitas y a la que a buen seguro volverán a mimar cuando su madre la lleve en su cochecito de bebé cada vez que vaya al Hogar San José Ikastetxea a recoger de sus clases a su hermano, aunque esta vez sin tanto sobresalto.