gasteiz - Caben pocas dudas respecto a cuáles son las preferencias de las personas mayores cuando los achaques propios de la edad se hacen fuertes y, en mayor o menor medida, necesitan una serie de apoyos en su día a día. Aunque siempre hay excepciones, “su lugar” se encuentra en casa, a poder ser en la suya propia, y preferentemente con la necesaria ayuda del entorno familiar, tal y como enfatizó ayer la diputada foral de Servicios Sociales, Marian Olabarrieta.
La conclusión es lógica, pero cuenta también ahora con una base científica que la sustenta, un amplio estudio impulsado por el ente foral y realizado por el gabinete Emaiker en el que han tomado parte 405 vecinos de la zona rural del territorio de más de 80 años. Personas que, solas o en compañía de familiares, permanecen en casa. Y que en un amplísimo porcentaje quieren seguir estándolo.
El 83% de las personas encuestadas tienen como primera opción mantenerse en su propio domicilio con la ayuda de sus familiares, al tiempo que casi la mitad “en ninguna circunstancia” decidiría ir a una residencia, salvo que se diese una “sucesión de hechos” que les obligase a ello. Del total, sólo el 2% decidiría acabar sus días en un recurso de este tipo cuando no pudiese “valerse por sí mismo”, lo que en definitiva significa que sería una decisión adoptada por la familia o impuesta por las circunstancias, “más que una propia, meditada y aceptada”, según Olabarrieta, que estuvo acompañada por la directora de Servicios Sociales, Miren Saratxaga, durante la presentación de este estudio.
Además, la inmensa mayoría de los encuestados cree que la responsabilidad de sus cuidados debería recaer en su familia, algo que entienden como algo “recíproco”, de la misma forma que ellos cuidaron de sus padres años atrás, como por otra parte se ha hecho “históricamente”. Otro dato significativo es que la mayoría de las personas octogenarias, nada menos que un 55%, sufre problemas de movilidad, y seis de cada diez necesitan ayuda para realizar alguna o varias de sus actividades.
Dado que, entre otras cosas, las responsabilidades laborales impiden a los hijos, yernos, nueras u otros familiares cercanos echar una mano cuando estas personas más lo necesitan, la Diputación es consciente de que la respuesta a esta realidad debe ser en todo caso “compartida” con la propia Administración. Para avanzar en esta dirección, en la de posibilitar que los mayores que lo deseen puedan permanecer en su domicilio “el mayor tiempo posible, pero con una atención y calidad de vida adecuada”, el ente foral va a aumentar los horarios de los centros de día para poder compatibilizar las tareas laborales de los familiares que son cuidadores, incrementará también las cuantías de las Prestaciones Económicas para Cuidados en el Entorno Familiar (PECER), generalizará el programa Etxean Ondo e impulsará la PEAP, una prestación que permite la contratación de asistentes personales mediante el refuerzo de la formación. Se trata, a juicio de Olabarrieta, de “un pilar importante para mantener a las personas en su domicilio”.
Claro que no todas pueden hacerlo y, por una u otra circunstancia, tienen que acabar solicitando una plaza en la red de residencias, un ámbito en que el ente foral también es consciente de que “hay que dar respuesta” a la vista del imparable envejecimiento de la población del territorio. Un solo dato resulta esclarecedor: A día de hoy, 151 personas están esperando una plaza en un recurso residencial, si bien una amplia mayoría recibe una o varias prestaciones forales. Además, 34 personas se encuentran también a la espera de acceder a una plaza en un centro de día del territorio histórico.
mayores. Apuntan como primera opción mantenerse en su propia casa con la ayuda de sus familiares, con independencia de si el futuro les depara una situación de mayor o menor dependencia.
movilidad. Más de la mitad de los encuestados por Emaiker sufre problemas de este tipo y el 60% necesita algún apoyo.