amurrio - José Madinabeitia, Félix Murga, Juan de Aranoa, Jose Pikaza, Federico Barrenengoa, Lucas Rey, Juan Urrutia, Matías Landaburu, u Obispo Etxeguren son algunos de los nombres propios con los que Amurrio ha bautizado a muchas de sus calles, plazas y edificios públicos. Sin embargo, tal y como ocurre con los topónimos que nos encontramos en los montes y pueblos del entorno, el paso del tiempo va borrando de la memoria colectiva el porqué de su bautismo. En definitiva, qué hizo merecedor a estas personas de ser parte destacada del callejero, o qué nos esta diciendo el pasado a través de los nombres de lugar, muchas veces euskéricos, que recogen los mapas.

A nada que se rebusque un poco en los archivos, o en la Wikipedia para los más modernos, uno se encuentra con que el antiguo colegio Matías Landaburu lleva el nombre del primer alcalde de Amurrio; que Lucas Rey (nombre de calle y centro educativo, con busto en la fachada de la Casa Consistorial) fue el maestro de los chicos en una época en la que no se admitía la mezcla de sexos en las aulas. O que Juan de Aranoa (nombre de la escuela artística local) fue un pintor bilbaíno del siglo XX, autor de los cuadros que conforman el Vía Crucis de la iglesia parroquial de Santa María. Que José Madinabeitia escribió El libro de Amurrio en 1979. Que Juan Urrutia (ese señor con estatua en la plaza del mismo nombre) fue diputado y senador del partido liberal independiente a finales del siglo XIX y principios del XX, así como un respetado empresario y autor de numerosos estudios sobre el sector eléctrico. Que Justo Antonino Echeguren y Aldama (1884-1937) llegó a ser Obispo de Oviedo. O que Félix Murga (1929-2001) fue un gran descubridor de monumentos arqueológicos y un investigador etnográfico, fundador de la revista Aztarna y el museo de cerámica popular, así como sacerdote e impulsor del movimiento scout en la comarca de Ayala, especialmente en Amurrio, donde sigue teniendo muchos adeptos a través del grupo Aisia.

A todos ellos se le suma el experto en toponimia y académico de honor de Euskaltzaindia Federico Barrenengoa (1916-2005), quien desde 2009 da nombre a la calle más larga del municipio (la que va desde la nueva rotonda del parque hasta la calle Aldai, a la altura de Iritxusi) en agradecimiento no sólo a los más importantes trabajos de investigación en materia de onomástica que se han escrito de la Tierra de Ayala, sino también a toda una vida dedicada al fomento del uso del euskera en Amurrio. Lo demuestra el hecho de que fuera el impulsor de la ikastola Aresketa y del euskaltegi de AEK, así como su riguroso estudio del euskera en la localidad de Baranbio, por citar algún ejemplo.

Él fue también quien centró, ayer a partir de las 19.00 horas en la casa de cultura de la calle Landako, la charla Amurrio y sus nombres de lugar, que ofreció el investigador laudioarra Bittor Arbizu. La ponencia se enmarca dentro del ciclo de conferencias que ha organizado la Sociedad Landazuri, con el objetivo de acercarse a distintos municipios del territorio para sensibilizar sobre los beneficios de conocer y conservar las señas de identidad y los valores de la convivencia.

“Tuve la suerte de conocer a Federico cuando andaba investigando para elaborar mi reciente tesis sobre toponimia de Llodio, aunque le vi por primera vez en 1995 en la firma del manifiesto a favor de euskera que hicieron los alcaldes de Laudio, Amurrio, Artziniega, Aiara y Okondo en el emblemático Zaraobe. Federico inició el acto dando lectura al manifiesto, lo cual era indicativo de lo que representaba, una persona que gozaba de gran respeto, tanto a nivel personal como cultural, ya que era un referente en la zona, pues desde sus años más jóvenes se inició en el aprendizaje del euskera y su promoción, no deteniéndose ni en los años más difíciles. De hecho, su entrega a la cultura vasca y sus ideas nacionalistas le trajeron como represalia el no poder ejercer la enseñanza, su profesión”, recordó Arbizu.

Por eso, más de la mitad de la ponencia de este miembro de la Sociedad Vasca de Onomástica se centró en la figura de Barrenengoa, si bien dedicó una segunda parte a hablar de la trascendencia de los nombres de lugar que hay en Amurrio y lo que nos cuentan, “que no es otra cosa que aquí se hablaba euskera en el pasado, y de cuando se perdió y el porqué”, señaló Arbizu.

Este ciclo de charlas las cerrará el 18 de noviembre quien fuera diputado foral de Cultura, Federico Verástegi, con Alegrías y Angustias de un viticultor novato. No obstante, quien quiera ahondar más en esta disciplina tendrá una oportunidad de oro inscribiéndose al segundo encuentro de toponimia y onomástica alavesas que, de forma gratuita, ha organizado la asociación etnográfica Aztarna. Tendrá lugar el 5 de noviembre en el centro y semillero de empresas del Refor, de 9.30 a 14.45 horas (con posibilidad de quedarse a comer por 15 euros), y las inscripciones se pueden formalizar hasta el 25 de octubre en la casa de cultura de Amurrio.