Vitoria - Las obras para el desembarco del BRT en sustitución de la línea periférica de Tuvisa no pondrán patas arriba la ciudad como lo habría hecho una línea de tranvía, pero la alterarán seguro. Por algo lo llaman bus de tránsito rápido: ha de disponer de carril propio, amén de prioridad semafórica, para garantizar su funcionalidad. Una exigencia impepinable que, en el caso del trazado previsto en Vitoria, va a suponer la eliminación de 1.063 plazas de aparcamiento para las que no se plantea ninguna alternativa, la reducción de carriles de circulación en ocho calles y la tala de 132 árboles. Lo dice el informe de factibilidad técnica, financiera y legal elaborado por el Gobierno Vasco para avanzar en la definición e implantación de este nuevo medio de transporte en la capital alavesa a lo largo de esta legislatura.

Las intervenciones urbanísticas del estudio se extienden a lo largo de los 10,2 kilómetros de la línea, aunque en función de las características de las calles los perjuicios para el vehículo privado, la vegetación y el vecindario serán dispares. En Bulevar de Euskal Herria, punto de partida y de recarga del BRT, hay bastante que hacer: eliminar las cincuenta plazas de aparcamiento ubicadas en la acera norte del tramo entre la calle Donostia y Duque de Wellington, suprimir un carril de circulación entre la rotonda de Donostia y la parada del tranvía de Txagorritxu, reducir la mediana situada en ese punto, colocar semáforos en los cruces con Donostia y Rafael Alberti para dar prioridad al bus exprés y talar 77 árboles.

La calle José Atxotegi perderá 16 estacionamientos en un sentido y 26 en el otro, además de seis árboles, y verá aumentada la mediana. También la de Méjico tendrá que ser ampliada, y además habrá que eliminar todas las plazas de aparcamiento, las 48 que tiene ahora esta arteria, suprimir un carril entero por sentido de circulación para que el BRT pueda abrirse paso, reubicar algunos contenedores, semaforizar los cruces de Pintor Ortiz de Urbina y Beato Tomás de Zumárraga y meter mano a cuatro árboles.

En Pedro Asua, justo hasta el paso del ferrocarril, el proyecto contempla la eliminación de un carril por sentido de circulación y la afección a cuatro árboles, mientras que entre Madre Teresa de Calcuta y Etxezarra -sobre las vías del tren- vuelve a hacerse necesaria la supresión de un carril, la reducción del ancho y la disminución de la velocidad de la circulación. Así el BRT enfilará Castillo de Fontecha, donde se hará preciso tocar doce árboles, semaforizar todas las intersecciones, ensanchar las aceras para mejorar la visibilidad y eliminar 65 plazas de aparcamiento en sentido norte y 52 a la inversa. Se mantendrían, eso sí, los estacionamientos junto a la mediana en dirección sur.

Ya en Rosalía de Castro, el estudio plantea la reducción del número de carriles de circulación de dos a uno, la construcción de una mediana en la que se podrían replantar los árboles eliminados de Bulevar de Euskal Herria y la supresión de las 59 plazas de aparcamiento de la calle. También en Salvatierrabide, se contempla una eliminación masiva de estacionamientos: 230. Sólo se salvarían las plazas que hay entre Domingo Martínez de Aragón y Comandante Izarduy. Y a esa afección hay que sumar la desaparición de siete árboles, la sustitución de los giros a la izquierda con carril de espera por giros directos y la semaforización de los cruces para que el bus exprés tenga preferencia.

La pérdida de aparcamientos continuará en Domingo Martínez de Aragón. No quedará ni una sola plaza de las 52 que tiene ahora esa vía. Y además desaparecerán seis árboles. En el tramo de Zumaquera entre Comandante Izarduy y Alberto Schommer se eliminará un carril de circulación y, a partir de ahí, en lo que queda de calle, caerán los 140 huecos de estacionamiento y 16 árboles.

Tampoco habrá donde aparcar en Jacinto Benavente. El estudio contempla la supresión de sus 180 plazas, además de la reducción de los carriles de dos a uno. En la calle Madrid, se semaforizarán las intersecciones, se reducirá la anchura de los carriles en la primera parte y, en sentido norte-sur, se pasará de tres a dos. Al enfilar Zaramaga, las obras volverán a cargarse el estacionamiento de los dos laterales, la friolera de 115 huecos, y se estrecharán las aceras para conseguir unos carriles que garanticen la seguridad. También se reducirán los andenes en la transición con Juan de Garay, en una intervención que incluirá la reubicación del alumbrado. Y ya de lleno en esta gran arteria que concluye en América Latina, habrá que eliminar las 30 plazas del lado sur y acortar la anchura de la mediana ajardinada.

Paradójicamente, el informe concluye en el punto más negro de la ciudad sin plantear en él ninguna intervención. El gabinete de Gorka Urtaran tiene previsto solicitar al Gobierno Vasco que incorpore una solución para aligerar el impacto que supondrá el paso del BRT por la rotonda, por donde pasan diariamente 70.000 vehículos, además del tranvía, los autobuses que entran y salen de la estación, varias líneas de Tuvisa, bicis y peatones. El alcalde no descarta el soterramiento, aprovechando que uno de los proyectos de los presupuestos participativos pasa por realizar un estudio que analice la viabilidad de esta obra.

Ya existe, no obstante, un análisis municipal previo que desaconsejó la intervención por el gran colector instalado en 2005 bajo la glorieta. Y, desde entonces, nadie parece haber sido capaz de plantear otra alternativa que ayude a descongestionarla. Dificultad que podría explicar que el informe del Gobierno Vasco haya obviado la cuestión, aunque no es la única laguna. Tampoco contempla la creación de nuevas cocheras. Una necesidad perentoria porque, por un lado, las actuales instalaciones se han quedado obsoletas y, por otro, los vehículos del BRT necesitan más espacio. Miden 18 metros y habrá que adquirir once.

Sin intervención en América Latina ni cocheras, interrogantes que por ahora seguirá en el aire, las obras para implantar el BRT costarán 50,2 millones de euros. Y a esa cantidad habrá que sumar 8,6 millones para comprar los buses y 630.000 euros anuales de mantenimiento. El coste se repartirá entre el Gobierno Vasco, que financiará el 65% del proyecto, la Diputación, que cargará con un 17,5%, y Vitoria, responsable del 17,5% restante. Para sobrellevar la inversión, el informe propone que una adjudicataria asuma todos los costes a cambio de un canon anual de 7 millones de euros durante 15 ejercicios. El Ayuntamiento abonaría así 1,2 millones al año, aunque cobraría los billetes a través de Tuvisa, y pasado ese plazo sería el dueño de todo lo suministrado.