agurain tiene ganas de fiesta. Así lo demuestran los actos celebrados durante toda la jornada de ayer, en los que los vecinos y visitantes participaron demostrando que son amantes de la fiesta y la jarana. La localidad alavesa se lanzó a la calle tras la resaca del multitudinario txupinazo con los niños, los blusas y las neskas como protagonistas y lo hizo además desde primeras horas de la mañana.
Sin tiempo para recuperarse de la primera gaupasa festiva, aguraindarras y visitantes tomaron de nuevo las calles para disfrutar del ambiente. El primer punto de encuentro fue la plaza de Santa María, donde los pequeños disfrutaron bailando en el Pac-man Dantz! Brazos arriba, piernas dobladas, vuelta para aquí, vuelta para allá? Los txikis siguieron con mucho ritmo a Txema y su compañero, que enseñaron divertidas coreografías al ritmo de la música mientras los aitas disfrutaban del café mañanero bajo un cielo completamente despejado.
Tras la llamada a la fiesta, una de las primeras citas festivas de la jornada tuvo lugar en la iglesia de Santa María. Allí, como cada domingo del Rosario, cientos de personas se congregaron para homenajear a la patrona, la Virgen del Rosario, a la que las cuadrillas y asociaciones agajasan con ramos de flores. Las cuadrillas de blusas y los fieles realizaron una ofrenda floral a la Virgen del Rosario en una ceremonia solemne y protocolaria con parte de los miembros de la corporación presentes, con Iñaki Beraza, el alcalde, a la cabeza. Después, la animación se extendió por el Casco Histórico de Agurain. Madrugadores y gaupaseros recorrían las calles empedradas para realizar el tradicional poteo antes de reponer fuerzas para una tarde en la que la música de las txarangas fue la protagonista.
Los habituales pasacalles se encargaron de desperezar a los más perezosos que se resistían a abandonar la cama. Por el Casco Histórico volvieron a desfilar los gigantes y los pequeños cabezudos hicieron de las suyas entre los pequeños. El sonido del grupo Azabache y el olor de los pintxos animaron a más de uno de los vecinos de los barrios extramuros a adentrarse en la almendra medieval. La plaza de San Juan se convirtió a la una del mediodía en un hervidero. No en vano, una conocida empresa de catering de la localidad repartió pintxos al son de la música del momento.
Los sones festivos animaron a los presentes a echar un baile. Agarradas una madre y una hija trataban de dar vueltas al ritmo de la música, mientras a su lado una pareja de gaupaseros se tropezaba tratando de emular a las bailarinas. Todo un despilfarro de alegría en una mañana que poco a poco se convirtió en bochornosa. Con el paso del tiempo se hizo incluso difícil caminar por las calles del casco histórico de Agurain. La tranquilidad fue la nota dominante durante la mayor parte de la tarde, en la que los pequeños encontraron aliciente en las barracas, los jóvenes en el lanzamiento de abarca y los mayores en los bailables de Joselu Anaiak. El toro de fuego infantil dio rienda suelta después a las sensaciones fuertes.