Luz en la oscuridad. Llama redentora para apaciguar los malos espíritus. Y paraguas. Si está el año díscolo en lo climatológico, en Vitoria es mejor estar preparado para lo peor. Tras varios días suntuosos en temperatura y luminosidad, la tradición no oficial, pero machacona por reincidente, volvió a confirmarse ayer en la ciudad, que no acaba de disfrutar de dos días seguidos de estabilidad meteorológica. Así, las hogueras de SanJuan crepitaron como mandan los cánones y los ancestros pudieron disfrutar de una noche mágica. Pero amenazada por el agua. No fue la tormenta de 2014, pero la llovizna intermitente deslució una de esas fiestas que conjugan como pocas la tradición, lo esotérico y la algarabía propia de fechas como ésta, que se traduce en una sana peregrinación de barra en barra para ahogar aquellos espíritus que no se han podido quemar previamente en las llamas redentoras.
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