Diez naipes para recordar el centenario del fallecimiento de Heraclio Fournier, el célebre impresor. Realizados por la empresa Arteka en madera y vinilo e instaladas en la Plaza de la Virgen Blanca el sábado. La idea era que engalanaran el recorrido de los actores que encarnaron al insigne alavés y esposa durante la mañana de esa jornada y que fueran retiradas el domingo por la tarde. Seis de las cartas no aguantaron tanto. Fueron arrancadas por desconocidos durante esa misma noche. El único encargado de seguridad fue incapaz de evitar que los integrantes de varias cuadrillas las destrozaran a lo largo de la madrugada. Los servicios de limpieza municipales retiraron los restos a primera hora del domingo. Sólo cuatro, las menos visibles -el as de oros de San Miguel, el 3 de bastos clavado en uno de los asientos del monumento, el caballo de oros pegado a una barandilla y uno de los naipes pequeños-, resistieron todo el fin de semana.

Desde el Departamento de Cultura de la Diputación, organismo responsable de la organización del evento del centenario, explicaron ayer que los actos vandálicos contra la instalación entraban dentro de lo previsible, motivo por el cual se contrató a un guarda de seguridad. “Sabíamos que podía pasar. Ha habido un montón de despedidas y durante esa noche pasan un montón de chavales por la plaza”, señalaron.

El sábado a primera hora de la mañana, una vez informados de los daños, los responsables de Cultura se pusieron en contacto con el responsable de seguridad para preguntarle por lo ocurrido. “Nos explicaron que hubo un poco de todo. Mucha gente que respetó la instalación, que le pareció muy divertida y que se sacó fotos, y algunos otros que iban un poco bebidos y que trataban de arrancar una carta para llevársela a casa”, precisaron.

Sobre las nueve de la mañana del domingo, los técnicos de Cultura que se acercaron a la Virgen Blanca para sacar unas cuantas fotos de los naipes sin público se encontraron con que muchas de las cartas ni siquiera estaban en sus emplazamientos. Algunas habían desaparecido por completo y los restos de otras estaban siendo desmontados por el propio encargado de seguridad. El personal de limpieza del Ayuntamiento de Vitoria y los operarios de Arteka también colaboraron en la retirada, ya que al arrancar los naipes se habían levantado algunas rejillas metálicas del suelo y podían representar un peligro para los viandantes.