vitoria - El año pasado, la Fiscalía de Menores recibió cerca de 400 asuntos, de los cuales la mitad pasaron a expediente. ¿Estamos en la media?
-Sí. Es habitual que de los 400 asuntos que entran, 200 sean cribados y otros tantos pasen a expediente. Eso no quiere decir que lleguen a juicio necesariamente. Una vez incoado el expediente de reforma, las vías de reparación extrajudiciales siguen existiendo, con lo cual, de esos 200 que pasan la criba, un 25% puede archivarse porque se ha llevado a cabo una reparación, una conciliación o una mediación.
¿Han aumentado los expedientes incoados dentro de la Fiscalía de Menores?
-Hay una tendencia al alza en el número de expedientes incoados y también en la comisión de determinados delitos.
¿En qué delitos?
-En el mismo tipo de delitos que lleva creciendo desde hace por lo menos cuatro años: los maltratos dentro del ámbito familiar. En todas sus variantes.
¿Cómo surge la violencia intrafamiliar? ¿Llega del exterior?
-Qué va. Suele ser justo al contrario. En lo que he podido ver últimamente dentro de estos supuestos, la violencia se origina dentro de la familia. Nos encontramos con chavales y chavalas totalmente normales en otros ámbitos que manifiestan violencia en sus casas.
¿Sólo dentro de casa?
-Sólo dentro de casa. No sale. Hay que tener en cuenta que dentro de la violencia intrafamiliar entran en juego muchas conductas. No hablamos sólo de violencia física, también de violencia psíquica. La intimidación también da lugar a delitos. Podemos ir desde unas injurias hasta unas lesiones. El abanico de tipos penales que puede aplicarse dentro de la violencia intrafamiliar es amplísimo.
¿Qué cree usted que es lo que falla? ¿La educación fuera del ámbito escolar o la educación dentro del ámbito escolar?
-Personalmente, creo que la educación debe recibirse dentro del domicilio. La educación escolar está muy bien, pero debe de ser un complemento a la que se recibe en el hogar. Los padres no deben olvidar que los hijos son eso, hijos, y no amigos. A los hijos hay que criarlos y educarlos. Y eso supone que a veces hay que jugar el papel de padre o de madre, lo cual implica el establecimiento de normas y reglas. Cuando los hijos se equivocan hay que corregirlos a través de las vías pertinentes. Lo que no se puede pretender es que, cuando se ha estado dando todo en esa faceta educativa, de repente se intente utilizar la autoridad de una manera esporádica. El hoy soy tu padre amigo y mañana tu padre padre no funciona. Siempre hay que ser padre padre y madre madre.
¿Considera que los menores no están acostumbrados a recibir un no por respuesta?
-Sí. Y es una de las cosas que más me llama la atención. No estamos acostumbrados a frustrarnos. No nos gusta que no se nos conceda lo que queremos. Y un buen aprendizaje conlleva que, desde pequeñitos, sepamos gestionar la frustración. Si quieres un perro y no te compran el perro, tendrás que asimilarlo y entender que te lo comprarás cuando seas mayor. Hasta entonces tendrás que aguantar ese no que se te ha dado. Pero si a una baja tolerancia a la frustración le sumamos impulsividad, nos podemos encontrar ante un posible delito contra el patrimonio. No me han comprado la Playstation 4, qué pena tengo. La veo en esa tienda. Pues me la llevo.
¿Se impone la filosofía del aquí y ahora?
-Estamos en esa sociedad. Y si lo unimos a la figura del padre amigo, puede provocar grandes problemas.
¿También tenemos problemas con los robos con intimidación por parte de los menores?
-Pero los problemas derivados de los robos con violencia o intimidación los hemos tenido siempre. Es la figura delictiva más utilizada por parte de los menores infractores. También está relacionado con la idea del aquí y ahora. Me gusta mucho el Samsung Galaxy S5 y no lo tengo. Y estoy sentado en el parque y veo al lado un chaval de 7 años que lo tiene. Pues para mí. Y como la violencia en el robo arranca desde el simple tirón, abarca todas esas figuras delictivas.
¿Se ha trivializado la violencia entre los menores?
-No diría que se ha trivializado, porque los menores distinguen perfectamente entre lo que está bien y lo que está mal. El problema está en que hay ocasiones en que ven la violencia como una manera normal de comportarse, aunque son totalmente conscientes de que están actuando mal. Por eso el robo con violencia, junto con los delitos leves de hurto, son las formas de sustracción más habituales.
¿Existen casos de robos de menores a adultos?
-Claro que sucede. Sobre todo en la calle. Menores que asaltan a mayores en la calle. Es habitual. No vinculemos la conducta delictiva de los menores infractores exclusivamente con menores víctimas. Es perfectamente posible que, como dicen ellos, le den el palo a un adulto. No es algo extraordinario.
¿Tan habituales como los hurtos en establecimientos?
-Eso es lo más normal, el pan nuestro de cada día. El derecho penal es un derecho de intervención mínima. Es decir, que tiene que intervenir cuando, ante una conducta antisocial, fallan todos los otros frenos. De acuerdo con la política de esta Fiscalía, cuando un menor de 14 años es sorprendido sustrayendo un perfume de un establecimiento y nos llega el atestado, miramos si existen antecedentes y, si no ha cometido otros hechos, empleamos la posibilidad que nos ofrece el artículo 18 de la Ley de Responsabilidad del Menor: desistimos de la incoación y archivamos. Eso sí, dejamos abierta la posibilidad a que el perjudicado pueda emprender las acciones que decida. La primera vez que cometen un hecho de este tipo, generalmente acaba en archivo. El problema llega cuando es sorprendido por segunda vez, que es cuando ya no archivamos.
¿No se transmite la idea de que hasta que te pillan no pasa nada?
-Tampoco es eso, porque si esa primera vez es grave, se actúa. La posibilidad de aplicar el artículo 18 está circunscrita por la Ley. Es el principio de oportunidad. Es decir, que los hechos son constitutivos de delito, pero yo, por el principio de oportunidad, decido archivarlo. Eso no se puede hacer con todos los tipos delictivos, sólo con los delitos leves y los menos graves que no impliquen violencia o intimidación. No es que la primera vez salga gratis.
¿Existe una tendencia al alza en la violencia entre los menores?
-No.
Sin embargo, existe esa percepción en la calle...
-Sí, pero no es correcta. Puede que haya existido un aumento en el número de expedientes a lo largo de los últimos cuatro años, pero gran parte de ellos obedecen a que ahora se denuncia más. Sucede igual que con la violencia intrafamiliar. Si ahora surge es porque la gente lo denuncia. No es que sea un fenómeno nuevo.
Los datos señalan que ha descendido el empleo de navajas por parte de menores.
-Sí, ha disminuido. Lleva cayendo dos o tres años y es un dato muy positivo.
¿Puede tratarse de alguna moda?
-Cuando llegué a la Fiscalía en el año 2000, una de las cosas que más me sorprendió fue que era muy habitual que un menor llevara una navaja encima. Sin embargo, en los últimos tiempos ha caído mucho. Son muy pocos los casos en los que aparecen armas blancas o instrumentos peligrosos para cometer robos.
¿Le preocupa la violencia de género entre menores?
-Lo que me preocupa son los pocos casos de violencia de género que detectamos.
¿Disculpe?
-Detectamos muy pocos casos, y eso no me cuadra. Se denuncia muy poco y me resisto a pensar que en Vitoria, existiendo un Juzgado de Violencia Sobre la Mujer, con un número importante de casos entre adultos, no exista un reflejo en el caso de los jóvenes entre los 14 y los 18 años. No digo que piense que hay más casos ocultos, sólo digo que me sorprende que haya tan pocos.
¿Cuál es el perfil del menor cuyo caso llega a la Fiscalía?
-Entre los 14 y los 18 años hay de todo. Hasta los 14 años todos los niños y niñas son inimputables a juicio de la Ley.
Eso no significa que no cometan delitos antes de cumplir los 14. ¿Ve correcto ese límite de edad?
-Para mí es la edad correcta. Este es un punto que siempre discutimos cuando nos reunimos los fiscales de menores. En mi opinión, establecer en 14 años la edad mínima para que la conducta tenga una sanción penal, es adecuado. Claro que hay menores de 14 años que cometen delitos. Imaginemos a dos niños de 7 años que se están pegando en la calle. Pues esas cosas se denuncian por parte de los padres, y resulta absolutamente desproporcionado. Es posible que un crío de 12 años entre en una tienda y se lleve un videojuego, pero no es lógico imponerle una sanción penal. En esos casos, como ha cometido una infracción, lo que hacemos es mirar si ya cuenta con una ficha, si ha cometido otros hechos y, en ese caso, remitimos a la entidad de protección un testimonio de lo actuado para que intervengan los Servicios Sociales.
¿Preocupa el consumo y el tráfico de drogas entre menores?
-Existen delitos contra la salud pública, pero generalmente tienen carácter de infracción administrativa. Los jóvenes consumen, pero apenas se detecta tráfico. Hay consumo, y una gran parte de los menores infractores consume.
¿Ha descendido la edad de inicio en el consumo de drogas?
-Creo que sí ha descendido y me parece preocupante. Pero no olvidemos que las políticas para evitar el consumo de drogas tienen que empezar en casa.