gasteiz - El regadío de Valles Alaveses es un proyecto vivo, que se ha ido adaptando en los últimos 20 años a las necesidades, a la demanda y a las normativas. Por ello ha tenido multitud de cambios y previsiblemente tendrá más, “porque es una iniciativa a muy largo plazo”. En esos términos se expresa el diputado de Agricultura, Eduardo Aguinaco, al valorar para DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA la evolución que ha ido teniendo esta infraestructura, que vive su momento de mayor tensión con la polémica abierta a raíz de la activación del embalse de Barrón.

Se trata, en su conjunto, de una infraestructura proyectada en el año 1999, de la que incluso se construyó una maqueta, que se sometió a todos los procedimientos de información y que obtuvo la Declaración de Interés General y la calificación positiva en cuanto a la Declaración de Impacto Ambiental. Sin embargo, añade el diputado, desde el principio se vio sometida a modificaciones. Por ejemplo, la balsa proyectada en Kuartango, en Andagoia, que se desechó a causa de la permeabilidad del suelo. Lo mismo ocurrió con la conducción que se había previsto desde Subijana Morillas, porque no se adecuaba a nuevas normativas medioambientales.

Sea como fuere, lo cierto es que la obra en su conjunto se conformó en dos grandes bloques. Por una parte, unas infraestructuras de conducciones de regadío que se acometieron por parte de la Diputación, en la denominada zona 4. Por otra, el resto (zonas 1, 2, 3, 5, 6 y 7).

Según el estudio de alternativas para ese segundo bloque, en 1999, el proyecto a desarrollar a nivel constructivo se correspondía al contemplado en el Plan General de Transformación (redactado por Javier Ibiricu en el citado año). Es decir, incluía en la zona 5 el embalse de Barrón, en el arroyo de Atiega, afluente del arroyo Omecillo o río Salado, afluente a su vez del río Omecillo, con capacidad para albergar 4,32 hectómetros cúbicos; y el embalse de Vadillo, en la zona 1, de 3,27 hectómetros cúbicos de capacidad, en el arroyo Vadillo, afluente del río Baias. También se incluían las balsas de Los Castros, en la zona 7, de 0,20 hm3 de capacidad; La Aloya, en la zona 2, de 1,13 hm3 de capacidad; y Molinilla, en la zona 6, de 1,10 hm3 de capacidad. Las superficies de la zona 3 se regaban mediante dos bombeos proyectados en el río Zadorra (Arminón y Leciñana de la Oca) y las superficies de la zona 8 se regaban mediante un bombeo en Cárcamo.

Ésa era la idea, pero luego llegaron las dificultades técnicas. La primera fue la inviabilidad del embalse de Vadillo por problemas geotécnicos ya que el terreno es kárstico, es decir, permeable. Por otra parte, se demostró la inviabilidad de la conducción del Baias por el estrecho de Subijana por motivos ambientales ya que el río fue declarado Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y eso prohibía llevar la conducción en una longitud importante por el mismo cauce del río.

Con esos inconvenientes se comenzó a barajar la necesidad de captación de nuevos recursos, en este caso del río Tumecillo, al no ser posible la captación del Baias y afluentes, pero a cotas más bajas, lo que limitaba la zona regable dominada. Esto obligó a la búsqueda de emplazamientos que pudieran almacenar agua (balsa de Villanañe y embalse de Bisoto) y a cambiar los trazados de las conducciones (cruces de ríos, arroyos y carreteras), que se consensuaron con los departamentos forales de Medio Ambiente y Carreteras y con la Comunidad de Regantes de Tumecillo. Además, la aparición del sapillo pintojo en la cerrada seleccionada para el embalse de Bisoto motivó la necesidad de retranquear la estructura aguas arriba.

Poco después de aquello, la Dirección de Agricultura de la Diputación Foral de Álava consideró que era preciso dar una nueva orientación al proyecto que, básicamente, consistía en sustituir el embalse de Bisoto y la balsa de Villanañe por dos infraestructuras de acumulación a mayor cota (balsas de La Aloya y Quintanilla) y valorar la posibilidad de incluir una nueva infraestructura de acumulación de unos 200.000 metros cúbicos en cola de la red de riego. La cuestión es que los técnicos valoraron que en la zona se movían 90 hectómetros cúbicos de agua, suficientes para seguir impulsando el proyecto, pero que toda la infraestructura tenía que estar movida por la gravedad, entre otras por razones económicas. Y en ese esquema, Barrón era una de las claves.

Ese embalse se puede llenar con las aguas procedentes de los arroyos Quejo, Nogaro y Barrio, ubicados en la margen derecha del Omecillo. En los tiempos de mayor sequía se podría bombear desde Tumecillo “de la misma forma que Bilbao o Vitoria tienen sus propios recursos de aguas, pero disponen de captaciones de emergencia para el caso de necesidad”, aclara Aguinaco.

En esa fase del proyecto la envergadura ya se comenzó a adaptar a las necesidades reales, aunque sin olvidar que “el futuro será de crecimiento en cuanto a superficie regable”, según anticipaba el responsable de Agricultura. Por esa razón se redujo la potencial superficie regable de las 11.000 hectáreas a las 7.000 u 8.000. Y lo que es más importante: “los agricultores están tan implicados que ponen una parte de los costes”.

Es ahí, precisamente, cuando surge la pregunta de por qué en las reuniones que se han celebrado hasta el momento, principalmente en Espejo, por parte de la plataforma nacida en contra del proyecto de regadíos, no se ha oído la voz de las personas que están a favor de la infraestructura. Al respecto, Aguinaco contesta que “nadie quiere enfrentamientos en los pueblos. Los agricultores son un grupo silencioso en este caso, que no quieren significarse y que desean convivir en su comarca sin conflictos”.

Según el titular de la cartera foral de Agricultura, los agricultores están ahí, lo mismo que el agua. De hecho, según añade, no han faltado voces que han pedido una balsa en cada pueblo. No obstante, la idea se descartó no sólo por el coste económico, sino especialmente por las diferencias de cotas que no facilitaba el paso de agua de unas a otras por gravedad, lo que obligaría al bombeo.

Sobre el particular, Aguinaco explica que en la zona hay 22 comunidades de regantes que tienen derechos sobre 10 hectómetros cúbicos de agua a través de 149 tomas, pero las necesidades van en aumento. Por ello, a su juicio, es necesario el embalse de Barrón. Según la información facilitada por la Diputación, sobre esa infraestructura se ha trabajado a través de numerosas comisiones de seguimiento y se han descartado afecciones negativas medioambientales. Asimismo, se ha estudiado con detenimiento el futuro de la comunicación de la zona con Miranda de Ebro, y el proyecto mantiene la carretera Barrón-Tuesta por Atiega. Sólo hay un pequeño alargamiento de la calzada por un lateral del embalse que afecta a un tramo de la vía.

Por último, en cuento a los comentarios que se han producido respecto a la posibilidad de que el agua de este regadío podría servir para suministros ajenos a la agricultura, como la producción de energía o supuestos campos de golf en Rioja Alavesa o La Rioja, Aguinaco lo descarta tajantemente. “El agua el del sector y para el sector agrario. Exclusivamente. Y si alguien afirma lo contrario, que lo justifique”.