No están tan molestos con el diseño de los bicicarriles, como con la forma en que se ha gestionado su implantación, de cuya ejecución se enteraron por la prensa. La asociación de vecinos de Txagorritxu y Gazalbide, Etxegorri, censura que las polémicas vías ciclistas que han puesto en pie de guerra a buena parte de las familias del colegio San Viator y a vecinos de Argentina y Chile, se han implantado sin contar ni con los vecinos ni con los colegios ni con la propia asociación.

Jon Ander Resa, de Etxegorri, explica que, todavía con Maroto al frente de la Alcaldía, se les anunció que se repensaría la movilidad en esa zona del barrio, pero aún sin un proyecto concreto. Ya con Urtaran como primer edil a la asociación se le presentó una obra que finalmente no es la que se ha ejecutado, y de cuyo inicio no tuvieron noticia en el barrio hasta que aparecieron por allí los operarios y empezaron a pintar el asfalto.

“No vamos a entrar en la banalidad de si nos gusta o no el proyecto, la cuestión es que se está desarrollando un proceso participativo enorme, se reservan tres millones de euros para los nuevos auzogunes, y luego te enteras por el periódico de esta obra; lo mínimo era presentarlo a las asociaciones del barrio”, critica Resa. Al final sí se hizo esa presentación, pero a petición de Etxegorri y con el proyecto en marcha. Ya con posterioridad, el colectivo vecinal ha logrado introducir alguna reforma, como la habilitación de pivotes en el cruce de Colombia con Ecuador, donde había un punto ciego de cuya existencia advirtió un vecino del barrio en una asamblea. En todo caso, el malestar en el barrio es patente. Tras la cascada de quejas desde San Viator, Etxegorri se reunió hace dos semanas con el AMPA del colegio, además de con los vecinos, y la asociación se pregunta por qué el Ayuntamiento no ha realizado esa labor. “Nos piden participación, hemos intentado aportar al proyecto y ahora tenemos la sensación de que se ha quedado en nada. Estamos a favor del transporte sostenible, pero aquí la cuestión es que no se respeta la participación ciudadana”, insiste.

La medida implantada en San Viator nació fruto de un proyecto del Departamento de Salud del Gobierno Vasco, que estableció unas ayudas para mejorar los caminos escolares en favor de una autonomía más activa de los alumnos, y este colegio vitoriano se presentó, tal y como se explicó a este periódico desde Gasteizko Bizikleteroak el pasado 11 de febrero. El colectivo subrayaba entonces que el proyecto fue consensuado con el colegio y con la AMPA, pero lo que ocurre, insisten en Etxegorri, es que finalmente la obra no ha reflejado lo que venía sobre el papel. La reforma del acceso a San Viator consiste en un carril bici con un espacio para peatones, con lo que se ha perdido uno de los carriles que las familias utilizaban para dejar el coche en doble fila en las horas de salida y entrada. En ese sentido, el Ayuntamiento se ha fijado el objetivo de acabar con las aglomeraciones de coches tan cotidianas en los centros escolares de la ciudad.

Al margen de la cuestión del carril bici, Resa pone otro ejemplo para plasmar el enfado en el barrio. “En Enrique Eguren hemos llevado a cabo un proceso participativo tremendo con los comercios y los vecinos para reformar la calle, y ahora nos dicen que no hay dinero. Mientras tanto, para la plaza de Santa Bárbara se prepara una gran obra; ¿no pagamos todos los mismos impuestos?”, critica. En esta zona del barrio los comerciantes y la asociación han trabajado un proyecto para hacer de la plaza de Enrique Eguren un lugar más amable y seguro para los menores que juegan en su parque infantil, y más accesible y atractivo también para las tiendas y bares, que apenas cuentan frente a sus puertas con un estrecha acera cercada por coches.