gasteiz - La fotógrafa Nilufer Demir removió las conciencias de medio mundo en torno al drama de los refugiados con la instantánea tomada al cuerpo del pequeño Aylan Kurdi, en la ya tristemente famosa playa de la localidad turca de Bodrum. Huía con su familia de la guerra de Siria intentando alcanzar Grecia y no lo consiguió, pero no es más que un ejemplo de las atroces consecuencias que traen los conflictos bélicos que asolan el mundo. Sudán, Libia, Irak, Afganistán, Líbano, Jordania, Israel y Malí, entre otros países, engrosan la lista de guerras en curso, causando muertes violentas y la huida de cientos de miles de familias, que buscan para sus hijos un futuro alejado del terror.
En estos últimos, precisamente, en los niños y niñas desplazados de guerra y refugiados en otros países, es en quién ha pensado una familia de Vitoria para, con su voz a través de las ondas de radio, “defender su salud emocional”. Se llaman Ruth Esther López, Saray Kristina Luces y Wilfredo Rafael Luces. De ahí que el nombre que han escogido para su misión es el de “Luces en el camino”. “Nuestro programa se llama Música y Dimensión Contemporánea y se emite cada viernes en la radio comunitaria Siberia FM”, explica López, en referencia a la emisora independiente de la capital alavesa. Desde ella están tratando de crear conciencia para, en nombre de todos los menores víctimas de las guerras del mundo, decirles alto y claro “no destruyas mi país; captura al enemigo de mi futuro; y respeta mis derechos”.
Conscientes de la titánica tarea que se han echado a la espalda, han aprovechado estas Navidades para lanzar una campaña solidaria que, si bien no va a llegar a todo el colectivo por el que se desvelan, si al menos a una parte: los hijos e hijas del medio centenar de familias de Biafra que residen en la capital alavesa tras haber huido de la guerra de Nigeria, y a quienes se han propuesto obsequiar para los Reyes Magos con un instrumento musical de juguete.
“Nuestro objetivo es entregarles un tambor, una flauta, una guitarra, un organillo de juguete o similar con el fin de ayudarles a ver la vida de otra manera. Hacerles sentir que son iguales que los niños y niñas del país que los acoge, teniendo las mismas oportunidades de estudios en las artes musicales, escénicas o de danza que, tanto escuchadas como estudiadas, ayudan a olvidar muchas calamidades”, explica la familia Luces López, para quien “estos niños y niñas, al igual que los nuestros, son los que manejarán el futuro del mundo. Entre ellos están los futuros médicos, artistas y demás profesiones útiles a otras personas. Nuestro deber es cuidar la salud emocional de las generaciones de relevo. Sobre todo la de los niños y niñas refugiados de guerras, para colaborar al fin del pensamiento terrorista”, matizan, en la esperanza de que les sigan llegando donaciones para hacer ese regalo a los chavales.
Biafra fue el nombre que tomó la región sudoriental de Nigeria al proclamar su independencia de este país e instituirse como una república el 30 de mayo de 1967. En el momento de su constitución, el Estado biafreño ocupaba unos 76.400 kilómetros cuadrados y estaba habitado por unos 13 millones de personas, la mitad de ellos de etnia igbo, también conocidos como igbos o iboleses. Biafra subsistió como estado independiente hasta 1970 pero, en esos tres años, 3,5 millones de biafreños fueron asesinados. Desde entonces los ibolenses han seguido luchando para conseguir de nuevo su independencia y miles han muerto asesinados por el camino.
Desde la Asociación de Indígenas de Biafra destacan que uno de los problemas que existe actualmente en Nigeria deriva de la religión. “Los musulmanes quieren convertir al Islam todo el país, lo que provocará otra guerra”. Así, no es de extrañar que desde Luces en el camino hayan querido llevar unas notas de alegría a los hogares alaveses de estas familias africanas. “¡Ojalá nos nominaran al Nobel de la paz para poder invertir el dinero en ayudar a todos los niños y niñas que han tenido que huir de sus hogares por culpa de las guerras!”, sueña López.