vitoria - La marihuana, el hachís, la cocaína o el speed suelen ser protagonistas habituales de detenciones y sentencias judiciales por tráfico de drogas en Álava, pero de vez en cuando la sustancia que devastó a toda una generación en los años ochenta, la dulce inyección de muerte, hace acto de presencia en las noticias de sucesos. Ayer se supo que la Audiencia Provincial de Álava ha condenado a un hombre a seis años y un día de cárcel y al pago de una multa de 1,8 millones de euros por traficar con nada más y nada menos que 10,1 kilos de heroína y anfetaminas, valorados en 460.888 euros, que fueron hallados ocultos en el vehículo que conducía por Gamarra.

El hombre, con pasaporte holandés, fue interceptado a primeras horas del día 10 de noviembre del año 2014 en esa localidad alavesa por agentes de la Policía Local y de la Ertzaintza que le habían seguido en coches camuflados desde que horas antes hubiera cruzado la frontera procedente de Francia. Alguien había dado el aviso. En la furgoneta que conducía se encontraron ocultos un total de diecinueve paquetes con 10,1 kilos de heroína y anfetaminas, que según declara probado la Audiencia Provincial de Álava, el hombre iba a destinar al “consumo de terceras personas” con el objetivo de conseguir un “ilícito beneficio económico”.

La droga hubiera alcanzado en el mercado ilícito un valor de 460.888 euros, según la resolución a la que tuvo acceso ayer Efe. Y teniendo en cuenta tanto la finalidad como la cantidad, la Fiscalía pidió nueve años de cárcel y una multa de 1,8 millones de euros. No obstante, durante el juicio celebrado el pasado mes de octubre, rebajó la solicitud de pena a seis años y mantuvo la sanción económica. El acusado aceptó, por lo que se logró un acuerdo de conformidad.

La sentencia le declara autor de un delito contra la salud pública con la agravante de notoria importancia y contra la resolución no cabe recurso. - Efe