El próximo 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada, el Papa Francisco dará por iniciado el Año Jubilar de la Misericordia. Dentro de las muchas medidas que el pontífice ha trasladado a las diócesis es la designación de una puerta de un templo significativo como puerta de la misericordia. El Obispado de Vitoria ya tiene designada la suya, más por razones prácticas y emotivas que por motivos religiosos y teológicos. No obstante, la designación tiene su curiosidad. Y quizá la casualidad ha querido que esa puerta sea la de Santa Ana, que será abierta el 13 de diciembre.
La puerta de Santa Ana es uno de los muchos accesos que tiene la Catedral Vieja de Santa María. Desde la antigua fuente respetada en la plaza remodelada hay que mirar hacia el templo. A la izquierda se encuentra la verja que deja ver el gran pórtico principal de la entrada a la Catedral, el que se encuentra bajo la torre. En el otro extremo, a la derecha, están las puertas de acceso a la capilla de Santiago, que hace las funciones de templo parroquial. Más hacia la derecha, se encuentra la entrada a la sacristía y los despachos. A mitad de camino entre un punto y otro, metida en la esquina pasa casi desapercibida. Allí se encuentra la puerta de Santa Ana, que durante todo un año será la particular puerta de la misericordia.
Esta puerta fue descubierta el 13 de junio de 1962 durante la reforma de Lorente, unas obras de restauración. Es más antigua que la portada principal y representa la doble naturaleza de Cristo: Dios y hombre, según consta en el Tomo III del Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria. Uno de los usos de este acceso que se recuerda de forma vaga era que por ella salía el día del Corpus Cristi la carroza de plata con la custodia. También pasaba como una puerta de acceso restringido, de puerta trasera para la entrada privilegiada de sacerdotes, autoridades y monaguillos. Esa puerta da justo de frente con la capilla del Sagrario y un poco a la izquierda está la entrada a la sacristía.
La figura de Santa Ana, la madre de María, la abuela de Jesús, tiene un fuerte arraigo en la ciudad. De hecho, al parecer, durante mucho tiempo, el 26 de julio fue fiesta grande en Vitoria hasta que el 31 de julio de 1822 el Ayuntamiento decidió lo contrario. El Consistorio, acatando una Real Orden del 6 de mayo de ese mismo año, acordó “que se guarde, cumpla y ejecute en todas sus partes, y se señale por patrona de la ciudad a Nuestra Señora de las Nieves, que es el día 5 del próximo mes”. Es decir que Santa Ana ha sido considerada por muchos, y durante mucho tiempo, patrona de la ciudad. Queda, además de la puerta de la catedral, el cantón que lleva su nombre donde antaño parecía ubicarse una de las entradas a la ciudad amurallada. Hoy se mantiene su veneración en la pequeña hornacina que contiene la imagen de la esposa de San Joaquín.
Por lo tanto, y aun cuando la decisión haya sido más por cuestiones prácticas que religiosas, resulta simpático y casi de justicia histórica, que la puerta de Santa Ana adquiera protagonismo en este año jubilar de la misericordia en la Diócesis de Vitoria.
Puertas peculiares Si bien será la puerta de Santa Ana la puerta de la misericordia principal en la diócesis quizá se disponga, como propone Francisco, de otras “puertas santas”, las de santuarios y lugares de peregrinación. Aún queda que el cabildo de la Catedral se reúna con el obispo de la diócesis, Miguel Asurmendi, para cerrar el programa de apertura, así como el ritual para el acto que tendrá lugar el día 13 de diciembre. Pero quizá algunas de las puertas santas más singulares serán a las que se refería el Papa en una carta dirigida al presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, monseñor Rino Fisichella.
En uno de sus párrafos decía: “Mi pensamiento se dirige también a los presos, que experimentan la limitación de su libertad. El jubileo siempre ha sido la ocasión de una gran amnistía, destinada a hacer partícipes a muchas personas que, incluso mereciendo una pena, sin embargo han tomado conciencia de la injusticia cometida y desean sinceramente integrarse de nuevo en la sociedad dando su contribución honesta. Que a todos ellos llegue realmente la misericordia del Padre que quiere estar cerca de quien más necesita de su perdón. En las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la puerta santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad”.
¿Qué significa esa puerta? En palabras de Francisco: “En la fiesta de la Inmaculada Concepción tendré la alegría de abrir la puerta santa. En esta ocasión será una puerta de la misericordia. A través de ella, cualquiera que entre podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza. El domingo siguiente, III de Adviento, se abrirá la puerta santa en la Catedral de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán. Sucesivamente se abrirá la puertas santas en las otras basílicas papales”.