Vitoria - Máquinas averiadas con las que tienen que salir a la calle, contenedores sin vaciar durante días, insultos y descalificaciones, intoxicación de un empleado por inhalación de gas, duchas sin agua caliente en Agirrelanda, ruedas de camiones que derrapan, incumplimientos de convenio laboral...

DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha tenido acceso a informes y documentos internos que sacan a la luz las numerosas denuncias, ya no de los vitorianos, sino de la propia plantilla de FCC. Unas afectan a la salud de los empleados; otras a su seguridad dado el mal estado de la maquinaria con la que trabajan. Una “penosa” situación -alertan- que, al final, se traduce en un deficiente servicio de limpieza en la ciudad. El Ayuntamiento ha abierto recientemente otros dos expedientes a la misma empresa a la que en mayo premió renovándole por ocho años el contrato de limpieza de Vitoria. Un servicio que cuesta a los contribuyentes 22,8 millones de euros al año.

Aun así, las denuncias se multiplican. He aquí algunas de las más recientes. El 20 de octubre, el conductor de un camión de la limpieza acudió al taller tras observar deficiencias en el vehículo: “El tubo de escape roto, varias luces de posición fundidas, el estribo derecho suelto, cuesta bajar el portón de descarga, el elevador de los contenedores va lento, no golpea para descargar y el motor sin fuerza”, detalla en el parte. “He pasado por el taller y he salido sin solucionar nada”, apunta.

Al mal estado de la vieja maquinaria se suma el de las propias instalaciones. Tres días después, otro operario denuncia que a las 17.50 horas al subir hacia el vertedero empezaron a notar olor a gas. Después de hacer el pesaje y al efectuar el trayecto de subida de la cuesta, el olor aumentó y comenzaron a sentir picor en los ojos. En cuestión de segundos, una compañera comienza a sentirse mal. Rápidamente paran el vehículo, la bajan y la colocan en postura fetal viendo que se adormila. “Intentamos mantenerla despierta, llamamos al encargado de turno para que tome las debidas diligencias y le comentamos que el olor a gas no ha comenzado hasta llegar a Gardelegi”. Como consecuencia de la inhalación, la ambulancia traslada a la persona afectada a Urgencias. El parte médico indica que se trata de una probable intoxicación por inhalación de gas propano.

Ese mismo día, otro empleado presenta un parte de trabajo avisando de que las luces de su vehículo están fundidas, parte que el capataz no firma. La situación no varía demasiado en Agirrelanda. La caldera no se ha cambiado y no sale agua caliente para ducharse; nada se sabe de la ropa de faena de invierno que por convenio tiene que encargarse en octubre; faltan taquillas para el personal eventual y, por no tener, no disponen ni de bolsas de basura. Además, en las lonjas de barrido manual tienen contratada poca potencia eléctrica y cuando encienden los radiadores, la luz se salta y no pueden, por ejemplo, secar la ropa.

Seis días más tarde, el 29 de octubre, otros dos trabajadores dan parte de más averías en la maquinaria: “el sentido de las ruedas de su camión se cambia solo, no funciona la bocina, hay fugas de hidráulico en cazo y portón, luces de cuadro fundidas, igual que los pilotos que, además, están rotos. El elevalunas tampoco va, un estribo está doblado y otro suelto y sin agarre patina el camión”. Esa misma noche, el camión derrapa en una rampa en Abetxuko y se monta el espectáculo. Las obsoletas máquinas -que FCC tiene que renovar- hacen ruido, razón por la que los conductores se han granjeado hasta multas. Sin embargo, la empresa responsabiliza al chófer, pese a que en la denuncia, los agentes han anotado que se trata de una infracción por “ruido absurdo, ruido mecánico”. Es lo que a las 7.20 horas del 15 de octubre sucedió en la calle Donostia.

Pero los conflictos internos van más allá llegando incluso a la comisaría de la Ertzaintza en forma de denuncia por amenaza e insultos. Este expediente recoge cómo el denunciante, trabajador de FCC, se encontraba en su puesto de trabajo limpiando con una manguera cuando escuchó a su espalda gritos del encargado que decía: “¿Alguien ha visto a un hijo de p... por aquí?”. Como nadie respondió, repitió el insulto, hasta tres veces, y ante el mutismo del resto siguió increpándole: “¿Qué estás haciendo?, tú no tienes que baldear”, al tiempo que empezó a enroscar la manguera con la que trabajaba impidiéndole realizar su labor, además de propinarle más insultos: “A los tontolabas como tú les reviento la cabeza y luego me los almuerzo”. El denunciante afirma que en todo momento se dirigió al encargado en un tono correcto, diciéndole que no eran formar de actuar, hablar ni amenazar. Al parecer, no es la única vez que recibe este trato “degradante y despectivo”; de hecho, el empleado está bajo tratamiento psicológico debido a la “gran tensión existente”.

de octubre. Partes por fallos en vehículos: tubo de escape roto, luces fundidas, estribo suelto, falla el portón de descarga, elevador de contenedores lento, motor sin fuerza; ruedas que cambian de sentido, estribos doblados y sueltos, neumáticos que no agarran...

de octubre. Una trabajadora es atendida en Urgencias tras desvanecerse por inhalar gas propano en las instalaciones de Gardelegi.

de octubre. Un trabajador presenta una denuncia en la Ertzaintza por amenazas e insultos de su superior.

expedientes. Abiertos recientemente a FCC por el caso de la inhalación de gas y por incumplimiento de contrato en el vaciado de contenedores.