abrió sus puertas hace 184 años. Desde entonces, la empresa ha pasado 131 años en Amurrio y 124 en manos de la misma familia. Hoy por hoy es la destilería más antigua de España y la tercera licorería familiar más longeva de Europa. Lograrlo no ha sido ningún camino de rosas. De hecho, ya en la década de los 60 del siglo pasado le tocó bregar con la entrada en el mercado estatal de empresas y bebidas extranjeras, a lo que se sumó después el cambio de legislación de los impuestos especiales, que aumentó el precio de las bebidas alcohólicas. Hace poco más de una década corrió el riesgo de tener que echar la persiana. Sin embargo, el próximo 18 de noviembre recibirán en el Palacio Euskalduna de Bilbao -en un acto presidido por el viceconsejero de Agricultura, Pesca y Política Alimentaria del Gobierno Vasco, Bittor Oroz- el Premio Carrefour a la empresa más innovadora del País Vasco en 2015.

Se trata de Destilerías Acha. El secreto de su renacimiento “se puede explicar básicamente con una crisis”, asegura su actual gerente, Gabriel Acha. Éste, junto a sus socios, ha aumentado en los últimos trece años la gama de productos de la firma al pasar de 15 a más de 200. Con ello, la empresa ha logrado una posición de renombre dentro del mundo del desarrollo de productos nuevos y naturales y una facturación anual de tres millones de euros.

“Las dos primeras generaciones fueron profesionales y muy dinámicos. La tercera, con la invención de la fórmula del licor de naranja Karpy, logró la época dorada de la destilería. Pero la cuarta, no tenía capacitación, ni intención, ni ganas, y dejó de invertir en desarrollo de nuevos productos, centrando su apuesta en licores tradicionales como el patxaran. Teníamos a una de las principales distribuidoras y dejamos de interesarles. Así, la empresa llegó al límite de no poder seguir, sin nadie que le diera crédito alguno, y se preguntó al resto de accionistas de la misma familia si estaban interesados en asumir la responsabilidad de levantar la empresa o tiraban la toalla y se cerraba. Ahí llegué yo en 2002, la quinta generación. Hice una de las dos ofertas que se presentaron, se optó por la de mi equipo, y hasta hoy”, resume Gabriel Acha.

La apuesta de los nuevos gestores de Destilerías Manuel Acha -tras hacerse con el 85% de las acciones de la firma, con una plantilla de 14 trabajadores- fue transformar la empresa en base a sus puntos fuertes. Es decir, su historia, el amplio conocimiento del sector, y el desarrollo de nuevos productos. “El mundo del licor es muy parecido al de la moda. Hay que estar en continua renovación o dejan de invitarte a la pasarela. Y como en la moda, son las mujeres las que marcan las nuevas tendencias. Las cinco estrellas no cambian. Ginebras, vodkas, rones, whiskys y brandys, pero lo tradicional cada vez vende menos. Hay mil sabores en el mercado, y los gustos varían según el país. De ahí que tengas que tener un poco de todo, si quieres sobrevivir”, explica el gerente, contento del buen funcionamiento que esta teniendo en el mercado su licor afrodisíaco Fuckermaister. “Los del Jagermeister se están empezando a poner nerviosos, porque les estamos haciendo la competencia con un producto de calidad, con cuya divertida etiqueta -pensada para el consumidor al que va dirigido- hemos acertado más que ellos”, apunta, en relación al famoso licor de hierbas alemán.

Y es que el proceso de reestructuración de la destilería puesto en marcha por Gabriel y sus socios afectó tanto a su gestión como a sus productos. La parte financiera llegó en 2006 de la mano de una ampliación de capital en tres fases, que suman 870.000 euros (600.000 de ellos se invirtieron en modernizar las instalaciones), y que ha dado paso a un accionariado mixto, pero con mayoría familiar. A su vez, se hizo especial hincapié en un cambio de imagen de sus licores, al tiempo que se introducían nuevas marcas.

“La primera ginebra premium en el mercado español fue nuestra K25, que nos llevó dos años de investigación. Entre muchos otros lanzamientos innovadores a nivel mundial, hemos situado la crema de pacharán, el limoncello natural, o el whisky con sabor a canela picante y el ron caramelo, por citar alguno”, asegura Acha. Éste no sabe a ciencia cierta si el premio a la empresa vasca más innovadora “nos lo van a dar por desarrollos hechos y en secreto que tenemos pendientes de lanzamiento, ya que nos hacen falta entre 600.000 y un millón de euros de financiación para hacerlo, o por la Imagic Gin”, matiza, en referencia a su último éxito. La única ginebra del mundo que al echarle tónica se torna rosa, “y no por manipulaciones de laboratorio, sino porque a nuestra tradicional destilación cien por cien natural, se le ha añadido una maceración de flores y plantas medicinales que hace que cambie de color”, subraya.

Laboratorio para terceros De hecho, su experiencia -no ya en la elaboración de rones o whiskys de alta gama, con la ayuda de maestros como Santiago Bronchales- sino en el desarrollo de productos nuevos y naturales, es lo que les ha convertido en una especie de laboratorio para terceros. “Ahora mismo de las 30 ginebras que surgen de nuestros alambiques, solo cinco son marcas nuestras. Cualquiera que tiene una idea loca en este sector, y a nivel internacional, viene a nosotros. Si es algo estándar, no. Hay que tener en cuenta que en el mundo del licor el 80% o el 90% de los productos se elaboran con aromas, pero nosotros nos hemos diferenciado con los productos naturales y destilados al cien por cien, y eso nos ha traído consigo un reconocimiento”, informan desde Acha. Ejemplos de estas colaboraciones son la ginebra Ginbail, cien por cien alavesa; un licor de azafrán elaborado para una empresa de Teruel, el de almendra encargado por la también mítica firma de turrones Ibáñez de Bilbao; o el Txurrut, un vermú elaborado a partir de txakoli y pedido por un cliente de Las Encartaciones, por citar alguna.

De forma paralela, la licorería amurrioarra ha llevado a cabo un despliegue de acuerdos con grupos de distribución multinacionales con el objetivo de implantarse comercialmente más allá de las fronteras estatales. “En la actualidad ya trabajamos con una veintena de países como Ghana, Portugal, Francia, Italia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Suiza, Rusia, Letonia, Ecuador, Inglaterra, Irlanda, Colombia, Méjico, Estados Unidos, China o Panamá. Estamos a punto de entrar a colaborar en muchos otros como Uruguay, Vietnam, Bulgaria, Rumania, Alemania, India, Brasil, Argentina o Ucrania. Algo muy necesario para dar estabilidad a la empresa”, enumera Acha.

Pero si ampliar objetivos de mercado les ha revertido un aumento de las ventas, también les ha obligado a revestir cada producto de una imaginación y creatividad desbordantes. “Lo normal no abre puertas, y no es lo mismo elaborar un whisky para el mercado estatal que para China. Tenemos un ron de 17 años llamado Oceans, que está elaborado, como todos, con caña de azúcar que importamos, pero al que le hemos impregnado de nuestra esencia de montaña vasca o basque highlands. En España no se ha vendido ni una botella, pero está resultando un éxito rotundo en los países nórdicos”, matiza Acha, para hacer entender cómo la diferenciación y los argumentos únicos, sumado a historia y calidad, se han convertido en la línea estratégica de una empresa que, pese a sus casi dos siglos o tal vez por ello, ha sabido reinventarse.