Ha sido un largo recorrido. Tedioso por momentos, de esos en los que uno se cansa de secar el sudor del esfuerzo. Pero por fin este territorio ya puede disfrutar de la satisfacción de ver que el empeño turístico por dar a conocer estos lares marcha por el rumbo correcto. Los datos del Instituto Vasco de Estadística (Eustat) en el conjunto de los pasados meses veraniegos de julio, agosto y septiembre demuestran que Álava es la provincia en la que la entrada de viajeros ha crecido con más fuerza, con una variación de un 10,5%, seguido de cerca por Bizkaia, con un 10%, y de Gipuzkoa, con un incremento del 6,1%. Unas cifras que cobran más importancia si se tiene en cuenta que este año no ha habido títulos que conmemorar -como la capitalidad gastronómica-, pero sí algo que celebrar: que se sigan subiendo al tren del turismo más pasajeros. En concreto, estos se decantaron este pasado septiembre -un mes clave para cerrar el ejercicio- por los atractivos de Vitoria, con 26.217 entradas, que suponen 710 más en comparación con el mismo mes del pasado año, y por los de Rioja Alavesa, con 7.224 acogidas, 110 más que el periodo anterior.

Pero para dejar en el retrovisor esa imagen que coincidía con la del territorio vasco más desconocido, fue preciso ponerse a los mandos de la maquinaria para lograr la dirección apropiada, la de un turismo con nombre propio, que arrancase la locomotora de su economía. Era el primer paso de esta gran caminata, que consistió en impulsar las primeras iniciativas para que Álava fuese el destino soñado para cualquier viajero.

No en vano, la progresiva afluencia de viajeros no hubiese sido posible sin la celebración de eventos de diverso tipo, tal y como coinciden en señalar los principales hoteles de la capital alavesa consultados por este periódico. “Hemos empezado a cambiar la mentalidad, gracias al trabajo entre todas las instituciones. Lo que ha cambiado ahora es que el turismo empieza a hacer base en Vitoria y luego ya se va a Bilbao o a Donostia, cuando antes era al revés”, explica Anabel de la Fuente, gerente del Gran Hotel Lakua, todo un referente de la capacidad hotelera de la ciudad, al ser el único con cinco estrellas de Vitoria-Gasteiz. En aquel recinto han logrado mantener datos de ocupación “bastante buenos” hasta la fecha.

Hay más visitantes, pero también de otra clase, puesto que “antes teníamos clientes puramente business y ahora hay un mayor turismo familiar el fin de semana”, detalla Gema Guillerna, directora del NH Canciller Ayala Vitoria, quien apuesta por seguir trabajando en iniciativas turísticas de todo tipo. “El objetivo es mejorar los precios medios, el posicionamiento de la ciudad y la estancia media”, reclama la directora de este complejo, quien también ha percibido los beneficios que trae a Vitoria la renovación de infraestructuras clave. “Sin la reforma del Palacio Europa no creo que hubiese sido posible traer la cita estrella que fue el Congreso Nacional de la Abogacía de mayo”, recuerda en alusión a esta convención, que batió el récord histórico de participantes 26 años después, al traer a la capital a 1.200 abogados, una cifra que no se veía desde las 900 personas que trajo la inauguración del edificio en julio de 1989.

Más turista nacional La mayor presencia de los viajeros de ocio también la notan en el Sercotel Hotel Boulevard. “El turista nacional ha venido a Vitoria porque decide no salir fuera para no gastar debido a la crisis”, destaca Asier Aguirre, director de este hotel de cuatro estrellas, que durante este año ha seguido manteniendo unos buenos datos de ocupación. Su proximidad con los parques empresariales de Gamarra y Betoño, más el acceso directo al Parque Tecnológico de Miñano, ha hecho que desde siempre su cliente mayoritario sea el de empresa. “Durante estos años de recesión el turismo de negocios ha caído, porque las empresas han decidido recortar en convenciones, pero gracias a Dios el vacacional se ha ido incrementando. Hasta hace poco, julio y agosto era temporada baja en Vitoria, pero ahora se nota ese aumento”. Unas cifras que podrían subir más, si se prolongaran los días que dura cada evento consolidado en la ciudad o, como opina Aguirre, incidiendo más en la zona expositiva que tiene ahora el Palacio de Congresos de Europa tras su reforma. “Es una gran ventaja que en otras ciudades no tienen y eso es algo por lo que hay que apostar”, reclama.

Miguel Ángel Jofre, responsable del Silken Ciudad de Vitoria, también aplaude el “incremento positivo” de los datos obtenidos este 2015, aunque al igual que sus colegas de profesión recuerda que son un paso más de lo que gradualmente ha ido creciendo en turismo la urbe gasteiztarra durante los últimos diez años. “Antes era una quimera llenar agosto en Vitoria y ahora faltaría dar un impulso a los meses que van desde noviembre a marzo. Cualquier cosa encaminada sería buenísimo para esos meses de frío y en los que anochece pronto”, demanda Jofre. En su centro, en concreto, también apuestan por elaborar iniciativas propias para atraer a más clientes, tanto a los alojados en su hotel, como a los propios gasteiztarras. Un ejemplo de ello es Sook, término que nace de la unión de Silken y cook, y que consiste en una oferta culinaria, compuesta por platos de cocina casera para todos los bolsillos, de la que este cuatro estrellas de Vitoria fue el primero de la cadena en hacerlo, al ser la sede de la Escuela Silken de Alimentos y Bebidas (ESAB).

El cada vez mayor tirón que tiene la ciudad también lo notan en otros alojamientos con encanto, como es el caso de la Casa de los Arquillos. “El Festival de Jazz, el Azkena Rock y el Triathlón funcionan muy bien en ocupación”, agrega la responsable de este alojamiento, Resu Díaz de Garayo. Un último público éste, el de los deportistas, del que toma buena cuenta su otro alojamiento, la Casa de Santa María, abierta hace un año en plena almendra medieval. Ocho también es el número de sus habitaciones, pero, éstas, en concreto, son estudios-loft que tienen cocina propia, un elemento diferenciador que ha atraído hasta ellas a un público que, además de querer sentirse como en su casa, quiere hacerse su propia comida. Tal es el caso de las familias con bebés, que necesitan calentar biberones, deportistas y los familiares de pacientes ingresados en hospitales, quienes ante largas estancias optan por cocinar. Ellos se han reinventado con un nuevo establecimiento y un nuevo público y piden a las instituciones que así lo hagan con un acelerón de nuevas medidas. “Falta por mejorar la señalización de las calles, atraer a más visitantes con más congresos y el funcionamiento del aeropuerto”.

Cualquier esfuerzo es poco para no frenar la llegada continua de viajeros a estos lares.