vitoria - No le faltaba razón a Gabriel Celaya cuando intuía que “morir es más sencillo que vivir, y más digno” aunque se le olvidó apostillar en ese epitafio que para irse al otro barrio también hay que pagar. Y cada vez más ya que los servicios funerarios también se han visto afectados por la subida del IVA en estos últimos tiempos. De media, un funeral corriente y moliente tiene un precio aproximado a los 3.000 euros que la familia de la persona fallecida deberá abonar por diversos conceptos (ataúd, velatorio, flores, certificados,?) salvo que en vida el finado hubiera pagado religiosamente las cuotas de un seguro de deceso para cubrir gastos.
En el caso de la Comunidad Autónoma Vasca, casi la mitad de la población (41,6% que representan el 61% de las defunciones, según datos de 2013) pagaba este tipo de pólizas, una de las más extendidas en todos los hogares y con un gran arraigo social debido habitualmente a que el pago es anual y exiguo (unos veinte euros, aproximadamente). En Bizkaia, según datos aportados por Unespa -la patronal de las compañías aseguradoras y reaseguradoras- en ese mismo año había 499.689 personas que abonaban la cantidad estipulada; en Gipuzkoa eran 301.159; y en Araba 101.050 que, llegado el momento, liberarán a sus seres queridos de un buen número de papeleos y sobre todo de un desembolso económico.
Y no es para menos ya que, por ejemplo, un ataúd básico tiene un precio de 850 euros, pero si el féretro es algo más singular su importe puede ascender hasta los 6.000 euros, ilustraba José Ángel Rojo, director del Grupo Funeuskadi, en declaraciones a DNA. No en vano, el lecho para el descanso eterno materializa por sí solo el mayor de los gastos que acompañan a un funeral. “Así como antes se comercializaban más compuestos de madera DM, actualmente la tendencia es madera maciza que evite los tratamientos contaminantes”, apostillaba. Y es que ese desembolso está acompañado de forma irremediable con el alquiler temporal de un nicho ya que, en estos tiempos, pocas son las familias con panteón en propiedad.
Estas concesiones, por periodos que varían de uno a otro municipio “con un máximo de 99 años”, precisaba Rojo, pueden ir desde los 150 hasta los 500 euros. Aunque bien es cierto que cada vez son menos los enterramientos (inhumaciones) y más las incineraciones. Hasta un 72% de los servicios prestados por el Grupo Funeuskadi recurren a la cremación, estimaba su director. “En nuestras instalaciones de crematorio superamos las 4.000 incineraciones, de servicios de nuestras funerarias y de otras funerarias que incineran en nuestras instalaciones”, concretaba. La razón de este cambio en las prácticas y costumbres (hace una década rondaba el 35%) es hacer cumplir la última voluntad del finado fundamentalmente, aunque “también el factor económico intuimos que influirá”, subrayaba.
A modo de ejemplo, un vecino de Portugalete puede ser incinerado por menos de 190 euros. De hecho, la tarifa por este servicio en Bizkaia es de las más económicas del Estado e incluso de Europa, resumía Rojo. Pero es que, en términos generales, en este Territorio Histórico “el servicio medio es entre un 15 y un 20% más económico que la media nacional”, aseguraba el director del Grupo Funeuskadi. La urna funeraria donde conservar las cenizas de la persona fallecida (tras dos horas y media o tres horas y media en el horno) también es más barata que un ataúd. Al menos, en principio ya que existen en el mercado creaciones artísticas que pueden superar los 1.000 euros, atestiguaba Rojo. Los modelos básicos, de metal, no llegan a los cien euros; y las biodegradables “cada vez más demandadas” incrementan un poquito el precio hasta los doscientos en algunos casos.
POR MUNICIPIOS En cualquier caso, haberlos haylos y los enterramientos de cadáveres también tiene un gasto asociado que varía, además, en función de la localidad. Así, la horquilla de precios por este concepto iría desde los 33 euros por derechos de inhumación en Barakaldo, pasando por los 400 del cementerio de Bilbao o los 677 en Donostia. Otro de los clásicos vinculados a la despedida de una persona fallecida es la decoración floral, las típicas coronas y ramos que escoltan a ataúdes en tanatorios y centros religiosos: desde los 120 euros de una corona común a los 550 euros para “una especial de rosas o composiciones silvestres”, ilustraba. Eso sí, las cada vez más habituales incineraciones y funerales sin cuerpo presente en las parroquias de ciudad están destronando a las coronas en favor de los grandes centros de flores.
Por cierto, la cantidad a abonar por la misa “ronda los 70 euros” aclaraba Rojo al tiempo que estimaba en unos doscientos euros la cantidad por un “traslado local” del cadáver. “Además hay que cumplir requisitos por normativas autonómicas que encarecen el servicio; dentro del mismo territorio nuestro grupo no carga cantidad alguna por ello”, incidía. Y que el cuerpo descanse en un tanatorio en una sala velatorio hasta el momento de su tránsito a la iglesia, el cementerio o el crematorio también tiene un precio que puede oscilar entre los 450 y los 750 euros en función de la instalación y servicios como los de tanatoestética. “Nos consta -apuntaba Rojo- que hay cargos superior a los cien euros e incluso de 350 en otras zonas del Estado”.
Para este momento, lo habitual es que los familiares ya hayan contactado con algún medio impreso para publicar una esquela; algo que puede costar entre 450 y 1.500 euros, según sea el tamaño elegido. “Destaca la inclusión de fotografía en las esquelas en un alto porcentaje en comparación con otras comunidades donde es muy ocasional”, señalaba al hilo de este concepto el director del Grupo Funeuskadi. Esta circunstancia, no obstante, no es la primera por la que es necesario apoquinar ya que obtener los permisos necesarios para poder enterrar o incinerar (Certificado Médico de Defunción en caso de fallecimiento por causas naturales o Orden del juzgado en casos de autopsias) y realizar los trámites necesarios en los registros o juzgados correspondientes también tiene un precio de entre 120 y 250 euros. Porque la sombra de la burocracia es casi tan alargada como la de los cipreses en los cementerios.