vitoria - El sol aún no ha salido de la cama. La marquesina se llena de caras dormidas. Estudiantes y trabajadores. Una jornada más. Llega el urbano. Se acercan al bordillo de la acera. Pasa a su lado. Pero no para. Sigue su curso. Tal cual. Y la irónica expresión de esperarse sentado adquiere, hasta el siguiente autobús, todo su significado. El cuadro lo pintan usuarios de la línea 2 de Tuvisa en las paradas de la Zumaquera, en dirección al Hospital Universitario de Álava. Gente harta de un contratiempo que, según su versión, comenzó con el inicio del nuevo curso por la alta demanda del servicio y que, ahora que el frío ha abierto la puerta, “sólo ha empeorado”. En ese tramo de tiempo, los vehículos pasan llenos hasta los topes y no tienen espacio para acoger más viajeros.

No sólo se trata del rechazo a congelarse o la vergüenza -con el consiguiente miedo- de tener que justificare al llegar al trabajo o a clase por los reiterados retrasos. Que también. “¿No se dan cuenta del frío que hace a esas horas?”, se pregunta una estudiante. “¿Y cómo hago yo para que se crean que el urbano no ha parado?”, inquiere una trabajadora del ámbito de la salud. Los usuarios de la línea 2 se sorprenden, sobre todo, de que todavía no se hayan tomado medidas para remediar la situación”. A su juicio, habría que “poner ya un refuerzo”. Y, una vez resuelto ese problema, hay usuarios que creen que se debería revisar el recorrido de la línea o implementar otra porque la actual se alarga “más de la cuenta”. Según dicen, cuando al fin consiguen subir en el autobús en esas paradas de Adurza, “tardamos en llegar sólo hasta el Hospital Universitario de Álava entre treinta y cuarenta minutos”. Y eso es “totalmente tercermundista”.

Se sienten discriminados, eso es así, sobre todo en estos días en los que el Ayuntamiento de Vitoria está inmerso en un intenso debate sobre cómo mejorar la conexión de los nuevos barrios con el resto de la ciudad. “Mientras nuestros ilustres representantes debaten entre diferentes hipotéticas soluciones de trazados diversos de tranvía, BRT o no sé qué, el autobús de la línea 2 da muy mal servicio y no por culpa de los chóferes de Tuvisa”, critican. No obstante, la realidad es que el Ayuntamiento de Vitoria sí está detrás de su problema. El equipo de gobierno explicó ayer a este periódico, al exponerle las quejas ciudadanas, que conoce la situación y que está trabajando para minimizar el problema.

La cuestión es que, debido a la propia estructura dispersa de Tuvisa, “existen picos muy concentrados en los que, por una cosa u otra, se dispara el número de usuarios que va a una parada y, por tanto, dar respuesta a esa necesidad es complicado”. La explicación procede del presidente de Tuvisa, Borja Belandia, quien admite que “uno de los puntos en los que la situación resulta más notoria es, efectivamente, la línea 2”, sobre todo en horas punta, de siete y media a nueve de la mañana. Por eso, se procura “poner los autobuses más grandes, los articulados, y meter refuerzos para responder a la necesidad si la hay”.

Y aun así, el propio Belandia reconoce que “la puesta de medios puede no coincidir siempre con las necesidades y, efectivamente, la calidad del servicio quizá no sea siempre la más adecuada”. De ahí que los esfuerzos municipales estén centralizados en “trabajar para encontrar soluciones”. Y en este momento, “la que más puede hacer para resolver este problema es la implantación del BRT”. La idea del Gobierno de Gorka Urtaran pasa por que el bus de tránsito rápido dé servicio en la línea 2, la periférica, como ya lo ha anunciado en varias ocasiones.