Nuevas realidades imponen nuevas formas de enfrentarse a ellas. Ésos son los parámetros de deberían imponer la lógica y el sentido común. Sin embargo, el día a día es caprichoso y avisa de que en este territorio y en su capital aún no han calibrado las circunstancias derivadas de los nuevos modos de criminalidad que empiezan a manifestarse con cierta profusión en la provincia. Ante ello, los despachos de los cuerpos policiales con competencias en la materia analizan protocolos y formas de actuar. Pero las evidencias mandan. De hecho, recientemente, la Fiscalía de Álava alertaba de que la delincuencia en Álava es cada vez más violenta, tanto en robos como en casos de delitos contra la libertad sexual. Incluso, desde el Ministerio Público, se elevaba a rango oficial la preocupación por los crímenes cometidos por menores así como por las agresiones de hijos a sus padres.
Éstas son algunas de las principales consideraciones recogidas en la Memoria de la Fiscalía de Álava correspondiente a 2014, en la que no se ha producido un aumento significativo de la criminalidad respecto al año anterior, ya que ha subido cerca de un 2%, pero en la que se descubren nuevas circunstancias que invitan a la reflexión.
Con los datos en la mano, la pregunta debería cuestionar sobre la seguridad del territorio histórico. La respuesta no es simple, ya que debe atender a distintos criterios. En principio, la percepción general es que Álava es uno de los lugares más seguros para vivir. Al menos, en relación con lo que acontece en otras ciudades y provincias limítrofes. Y, aun así, en los últimos tiempos el territorio ha sucumbido a la epidemia de las bandas organizadas, procedentes la mayoría de los países del Este. Ellas son las principales responsables de que los robos en viviendas suban a un ritmo difícil de soportar. Aquí han encontrado la comodidad de un perfecto cruce de caminos y un nivel de vida lo suficientemente alto pese a la crisis como para conseguir botines suculentos. Su organización y su carácter itinerante son las claves de su éxito. Discretas, eficaces y siempre de un lado para otro, se hace difícil localizarlas. Y si algún miembro cae, se recomponen rápidamente. Son nuevos ladrones en una era en la que, por otro lado, les basta con saber manejar las viejas prácticas.
Fuentes de la Policía Local y de la Ertzaintza consultadas por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, reconocen que los robos perpetrados por bandas organizadas son una de las fechorías que más les preocupan. Por eso se ha estrechado la colaboración entre ambos cuerpos en sus patrullas e investigaciones. No queda más remedio. Distintas voces ya alertaron el año pasado de que la unidad de inteligencia especializada en obtener información sobre los delitos de mayor gravedad y el crimen organizado de la Policía autonómica no tenía suficiente apoyo, que había mucho que reorganizar en el área de investigación, a la que oficialmente se dedica el 20% de la plantilla, que los sistemas informáticos estaban obsoletos... No obstante, desde la Guardia Urbana de Vitoria aseguran que se ha producido una mejora progresiva de la coordinación que permite compartir información, análisis y formas de actuación en beneficio de la capital. Una de esas medidas que en la actualidad hacen de la mano son los controles nocturnos de vehículos sospechosos. “Sabemos que para la gente es un incordio hacerle parar, pero resultan muy provechosos”, afirman desde la comisaría de Agirrelanda. El último éxito de los buenos ha tenido lugar esta misma semana.
Sea como fuere, y según los criterios hechos públicos por el fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Álava, Josu Izaguirre, los delitos contra el patrimonio, que son los más numerosos, bajaron un 5% en 2014, pero aumentaron un 77,9% los robos con fuerza en viviendas habitadas, muchos de ellos cometidos por extranjeros integrados en bandas organizadas, así como los robos con violencia e intimidación, que se incrementaron un 12,2%, según recogía la Agencia Efe la pasada semana.
Hace apenas unas semanas se supo de la desarticulación gracias a la Ertzaintza de una banda de ladrones compuesta por dos hermanos y la esposa de uno de ellos que se dedicaban supuestamente a robar en casas de Álava y Bizkaia. No obstante, la mayoría de estos delitos lo protagonizan organizaciones llegadas del Este, profesionales del crimen que no actúan de noche ni con violencia, ni se les verá trasladando los enseres robados. Su trabajo es fino y discreto porque dedican todos sus esfuerzos a salir impunes. Lo normal es que, antes de perpetrar el delito, vigilen su objetivo durante días. A esa labor se suele dedicar una persona o parte del grupo. Salen a las calles para inspeccionar aquellos barrios e inmuebles que ofrezcan más facilidades para realizar el trabajo sin levantar sospechas, analizando horarios de entrada y salida de las víctimas.
Casos sonados En Álava, los casos más sonados han estado relacionados con bandas de georgianos. Hace varias semanas se supo que la Guardia Civil había detenido a diez hombres de esta nacionalidad pertenecientes a dos grupos especializados en robos de casas habitadas, a las que entraban con la técnica del resbalón. Los detenidos, de entre 27 y 48 años, habían dejado su huella por nuestro territorio, pero también por Burgos, Madrid y Valencia. Usaban identidades falsas, operaban de manera coordinada y con una ejecución perfecta y cometían numerosos robos en una misma jornada. La meticulosidad es, de hecho, la principal seña de identidad de estos profesionales del crimen, aunque al final algunos acaban cometiendo un error que les lleva a la cárcel. En los últimos diez años, ha habido periódicamente noticias de desarticulaciones de grupos organizados que habían operado en nuestro territorio o de arrestos de alguno de sus miembros aunque éstos no llegan ni de lejos, obviamente, al número de delincuentes que continúan en activo con sus bandas.
Otros delitos. Entre los delitos más graves registrados a lo largo del pasado año, destacan los dos casos de asesinatos por violencia machista y las ablaciones genitales que afectaron a cuatro hermanas originarias de Mali y residentes en Álava.
Crímenes de ‘cuello blanco’. La Fiscalía también analiza los delitos contra la Seguridad Social y lamenta que el límite penal se fije en 50.000 euros, al tiempo que critica las “absoluciones sistemáticas” en delitos de blanqueo de capitales.