Los famosos cuadernos Rubio, qué recuerdos, forman parte de esa época en la que la educación se entendía como café para todos. Los libros de texto, las exposiciones de los maestros en clase, los deberes y las evaluaciones eran exactamente los mismos dentro del aula. No se tenía en cuenta que el aprendizaje es una experiencia individual y específica, el resultado de procesos cognitivos propios mediante los cuales el alumno asimila e interioriza las informaciones y las almacena en su memoria de distinta forma, según sus capacidades. Muchos niños se quedaban en el camino. Otros no llegaban a desarrollar toda su potencialidad. Aún pasa ahora. Pero cada vez menos. Existen ya centros donde la educación se empieza a servir a la carta. Y Urkide, en Vitoria, es uno de ellos. Un colegio que se embarcó en el desafío hace seis años y acaba de dar el paso definitivo con el desarrollo de una plataforma tecnológica pionera en el Estado. El resultado se llama Imedu 3.0., una herramienta de compleja elaboración en la que han trabajado varias empresas y cuya aplicación, en la fase de prototipo, no ha podido resultar más alentadora. No sólo es posible “dar a cada estudiante lo que necesita”. Así, incluso se hace sencillo.
El proyecto se sustenta en la teoría de Gardner, el científico que distinguió ocho tipos de inteligencias: la lógica, la lingüística, la corporal, la musical, la espacial, la naturalista, la interpersonal y la intrapersonal. Según el individuo, unas pueden ser más fuertes que otras. Y si el sistema educativo las tiene en cuenta y valora en función de su peso, será más fácil garantizar el aprendizaje de todos los alumnos. Urkide lo sabe bien porque desde hace seis años ha procurado introducir, aunque fuera en pequeñas dosis, esa metodología. Ahora, en la ESO, un día a la semana durante una hora se aborda un tema concreto desde las ocho inteligencias. Anteriormente se realizaron experiencias en Infantil y Primaria. Pero hacía falta algo más. Una estrategia global. Y así nació Idemu 3.0, que con una metodología lúdica con una tablet permite realizar un diagnóstico de cada estudiante en cada una de esas áreas, volcar en un sistema todos sus datos académicos y familiares y los resultados obtenidos para saber qué evolución se puede esperar y, de acuerdo a las conclusiones que se obtengan, programar actividades que se adapten a su nivel. Lo que se conoce como ruta formativa personalizada. El sumun educativo.
La idea es llevar a cabo el diagnóstico de esas ocho inteligencias en Tercero y Sexto de Primaria y en Segundo de la ESO para procurar un óptimo seguimiento del alumno. En cualquier caso, lo que por ahora existe es un prototipo en el área lógico-matemática, desarrollado gracias a una subvención del Ministerio de Industria, que se ha probado con 58 alumnos de Tercero de Primaria. Todos ellos han realizado el juego, se han triangulado sus datos y ahora se les pondrán actividades según los niveles en que han quedado registrados para confirmar el grado de fiabilidad de la herramienta. “La experiencia ha sido muy buena. Los chavales están encantados y nosotros tenemos muchas ganas de continuar el camino hacia la educación personalizada”. La directora del Centro de Innovación de Urkide, Isabel Orbañanos, toma la voz cantante en un encuentro con DNA al que también se apuntan el director del centro, Aitor Pérez de San Román, y Aitor Moreno, responsable del área de Inteligencia Artificial en Ibermática, una de las empresas que han participado en la elaboración de la plataforma tecnológica. Los tres muestran abiertamente su satisfacción por el invento que tienen entre manos. “El componente digital se ha ido incorporando a las aulas y, aunque no se trata de sustituir al libro, la realidad es que las tecnologías nos aportan mucho en nuestro intento por alcanzar objetivos concretos. En este caso, diagnosticar las capacidades de cada estudiante y adaptar el aprendizaje en función de ellas. Además, tienen un componente muy motivador para los niños”, explica Pérez de San Román.
Mikel y Olatz, dos de esos 58 pequeños estudiantes, dan fe. “Me ha gustado mucho hacer Matemáticas con el juego y la tablet”, afirma ella. Él asiente con la cabeza y rápidamente explica la aplicación. “Es una ciudad con habitantes y tenemos que solucionar sus problemas matemáticos. En uno de los casos, tienes un puente y habitantes de color verde, rojo y amarillo, que pesan cinco, tres y dos kilos respectivamente. El peso máximo que aguanta el puente es de 18 kilos. Y tienes que ir poniendo habitantes encima, el mayor número posible, sin que el puente se caiga”, cuenta. Se nota que los dos son de sacar buenas notas. Con los cascos puestos, atienden muy concentrados las instrucciones. “No hay textos para que no se produzca contaminación lingüística. De lo contrario, una persona disléxica, por ejemplo, obtendría unos resultados que no le corresponden, como sucede con el modelo educativo tradicional. Y su problema no es que se le den mal las Matemáticas sino precisamente que es disléxica”, explica Orbañanos. O sea, que esta herramienta de diagnóstico de las distintas inteligencias, la lógica por el momento, es “cien por cien objetiva”.
Detallada la primera fase entre los dos pequeños y Orbañanos, Moreno toma la palabra para hablar de la segunda, la triangulación de datos. Los colegios almacenan mucha información sobre los alumnos, entre los exámenes y las tutorías, tanto académica como personal, pero lo que permite esta tecnología desarrollada a partir del Big data es “buscar su correlación, establecer patrones y segmentar a los estudiantes, lo que permite ver a los que están dentro de la norma y los que se desvían, saber qué se esperaba de cada uno de ellos y lo que luego dan de sí, una evolución precisa de cada uno con información detallada de sus circunstancias que permite encontrar la forma de responder a sus necesidades y adaptar la enseñanza”. El portavoz de Ibermática desgrana los detalles de esta parte de la criatura con orgullo. Se trata de un grandísimo avance. “Si un profesor necesitaba el 80% de su tiempo para analizar los datos de los estudiantes”, matiza, “ahora le bastará con el 20% y podrá dedicarse casi de lleno a la mejora del propio proceso educativo”.
Los gráficos desarrollados a partir de la aplicación del prototipo evidencian la utilidad de la triangulación de datos para saber si los alumnos están respondiendo, qué les puede frenar en su aprendizaje y, la que es la tercera pata de este proyecto, qué niveles de actividades les corresponden según su manejo de cada tipo de inteligencia. “Así, los alumnos con características similares, los que están dentro de la norma, recibirán una ruta formativa determinada, mientras que también podemos aplicar la suya propia para aquellos que están fuera. Al final, de lo que se trata es de que todos desarrollen sus capacidades y acaben adquiriendo, desde éstas, los mismos conocimientos”, subraya Orbañanos. “Y eso sólo se puede conseguir dando a cada uno lo que necesita, su propia metodología”, insiste el director de Urkide. Sólo así cada estudiante podrá convertirse en la mejor versión de sí mismo, que es el objetivo último de la educación. Y, cómo no, de Urkide.
En el centro, los profesores también se muestran emocionados por el horizonte que se les avecina. En este nuevo escenario, el docente se convierte en una especie de coacher de sus discípulos para intentar descubrir sus debilidades y fortalezas, y guiarlos en el día a día con motivación, para fomentar sus fortalezas y superar los puntos débiles. “Somos conscientes de que en otros colegios no pueden plantearse algo así porque se enfrentan a problemáticas como la interculturalidad o el fracaso escolar que les absorben todo el tiempo. Nosotros tenemos la suerte de poder embarcarnos en un reto como éste y, además, creemos en él y queremos volcar todos nuestros esfuerzos en sacarlo adelante”, afirma Orbañanos. Ahora, lo que hace falta es que el Gobierno Vasco haga su parte y conceda la subvención para poder desarrollar la herramienta al completo para los tres cursos y las ocho inteligencias. La inversión es muy gorda y Urkide, por sí solo, no podría cubrirla. “Si no nos dan la ayuda, no podremos seguir”, advierte Pérez de San Román. Y ésa sí que sería una gran pena. Hace ya tiempo que quedó claro que el sector educativo requiere de un proyecto de transformación definitivo que permita, en última instancia, obtener una sociedad mejor preparada, más creativa, más competitiva y con una menor tasa de desempleo. Y éste parece que garantiza esos objetivos.
“Los tres productos se podrían vender, juntos o por separado, a todos los centros que estuvieran interesados. De hecho, ése es uno de los requisitos para la concesión de la ayuda. El problema es que la subvención parte de Industria porque se considera un proyecto tecnológico y, aunque Educación nos respalda, la realidad es que a Industria le pesa mucho la grasa”, apostilla el director de Urkide. “Pero es una inversión en el futuro. Y al final eso es lo que importa, ¿no?”, añade Orbañanos. Todos asienten.
productos. La plataforma se compone de tres productos que se pueden usar conjuntamente o por separado: un sistema de diagnóstico en cada una de las ocho inteligencias, el sistema de triangulación de datos ‘Big Data’ y la programación en el aula con rutas formativas personalizadas.