vitoria - Los peores temores de los educadores del centro de menores Bideberria han acabado cumpliéndose. Después de denunciar en este periódico la situación de colapso que vive el hogar para menas -menores extranjeros no acompañados- propiedad de la Diputación Foral de Álava, donde los jóvenes se han adueñado de las instalaciones, los trabajadores pedían medidas urgentes al Departamento de Servicios Sociales, dirigido por Marta Alaña, para evitar que la violencia se incrementara. Pero nada ha cambiado, y las consecuencias empiezan a ser cada vez más graves.

Según explicaron ayer los educadores a este diario, el pasado fin de semana dos de ellos acabaron en el hospital a consecuencia de las agresiones sufridas en el transcurso de sendas peleas y enfrentamientos surgidos entre los menores. En el primer incidente, acaecido el pasado viernes, una de las educadoras sufrió lesiones en ambas rodillas tras ser empujada y golpearse en el suelo, lo que le obligó a desplazarse al centro médico para ser atendida de las heridas. En el segundo, un educador recibió un puñetazo en la cara que le dejó un ojo morado y le provocó lesiones en la nariz.

En ambos casos, los educadores intercedieron en el transcurso de dos de las múltiples y habituales peleas que tienen lugar entre los menores alojados en el hogar, ubicado junto al parque de Molinuevo. Inaugurado en 2009, Bideberria es uno de los centros de acogida donde la Diputación alavesa envía a los chicos y chicas extranjeros de entre 12 y 18 años que llegan a Vitoria sin acompañamiento.

Con capacidad para 32 jóvenes, las instalaciones, de dos plantas, se han convertido en un auténtico escenario de guerra, según denuncian los educadores que están al cargo de los chavales. Los menores campan a sus anchas, no acuden a clase ni a los cursos que les corresponde, tampoco a las citas médicas, y acostumbran a protagonizar incidentes y peleas que los educadores no pueden controlar. Y no pueden porque, en mayo de 2014, el Gabinete de Javier de Andrés (PP) decidió prescindir de 16 cuidadores.

llegada de nuevos menores Desde entonces, los 36 trabajadores que ejercen -o deberían- su labor en Bideberria han visto cómo su trabajo con los chicos, siempre complicado pero no a los niveles actuales, se convertía en un infierno, con educadoras encerradas en habitaciones que los menores tiran abajo de una patada e insultos y agresiones entre ellos. Un tercio de la plantilla se encuentra de baja por cuadros de estrés y ansiedad, y dos los que quedan acabaron este fin de semana teniendo que ser tratados de sus heridas por culpa de agresiones, “algo que hasta ahora no había pasado nunca en todos los años que llevamos trabajando aquí”, aseguran.

Por si fuera poco, el estado de tensión que asola el hogar se ha acrecentado recientemente con la llegada de al menos tres nuevos menores que, según apuntan los educadores, al encontrarse con el ambiente que se vive en Bideberria han tardado poco en unirse al resto en descontrol y enfrentamientos.

Y todo mientras los trabajadores claman a la Diputación Foral de Álava para que tome cartas en el asunto y estudie medidas de urgencias para contener los problemas en su centro de menores, al que el Departamento de Marta Alaña, por motivos que sólo ella conoce, ha dejado abandonado a su suerte sin tan siquiera preocuparse por la situación de los trabajadores, que siguen a la espera de una reunión con los representantes de la Diputación.

Colapso. Los educadores del centro de ‘menas’ -menores extranjeros no acompañados- Bideberria, propiedad de la Diputación alavesa, vienen denunciando cómo los chavales se han adueñado del hogar y no pueden controlar más la situación.

Desinterés foral. Mientras tanto, los trabajadores lamentan el desinterés del departamento de Servicios Sociales, dirigido por Marta Alaña, en relación a los problemas que asolan el centro, del que el Ejecutivo foral despidió a 16 cuidadores hace un año.