Ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos, y menos con el resultado de las obras en la vía pública. Es lo que ha ocurrido con el muro de las escaleras de subida a la plaza de la Fuente de los Patos. Una zona antes visible y segura, ahora cerrada e insegura: o al menos es la percepción que tiene el Síndico. Para evitar que vuelva a suceder, Martín Gartziandia recomienda al Ayuntamiento que cuando acometa cualquier reforma, además de criterios como la accesibilidad, movilidad o protección del medio ambiente, tenga en cuenta también la perspectiva de género y de seguridad para los ciudadanos, como exigen las corrientes urbanísticas más modernas. O en su defecto, que no se incrementen los puntos de percepción de inseguridad donde antes no los había.
La recomendación del defensor vecinal llega tras la queja de un comerciante de la zona, a quien la modificación del muro resta visibilidad y genera un foco de insalubridad en la puerta de su negocio donde la gente va a orinar. Igualmente explica que ya han asaltado a dos personas en ese lugar desde que lo han reformado. “Incluso los escalones están sin rematar, lo han dejado peor de lo que estaba”.
La obra forma parte del proyecto de instalación de las rampas mecánicas del cantón del Seminario, que comenzó en julio de 2013 para mejorar la accesibilidad en el Casco Viejo, y que después se completó con el ascensor de Fray Zacarías y la renovación de la plaza de la Fuente de los Patos. El defensor vecinal no cuestiona el conjunto de la actuación sino este punto concreto en el que se ha sustituido un muro que descendía diagonalmente a la par de la pendiente de las escaleras por otro horizontal, que oculta las escaleras, por ejemplo, cuando se circula desde el centro cívico de Aldabe en dirección a la Plaza de la Provincia. “No sólo no es visible sino que el nuevo remate del muro crea una pared de cierta altura que impide ver lo que hay detrás, creando sensación de inseguridad donde antes no la había, ya que la escalera se veía de todas partes”, argumenta en su escrito. En lo que respecta al local comercial, el Síndico también da la razón al denunciante porque el nuevo muro resta visibilidad y se presta a conductas incívicas, como los orines. En su conclusión, recuerda que desde los años 90 del siglo pasado son muchas las voces, que reclaman un “urbanismo inclusivo”, es decir, que tenga en cuenta las necesidades de todos los colectivos sociales: mujeres, niños, personas mayores, discapacitados, etcétera a la hora de diseñar y ordenar las ciudades.