este 2015 es un año señalado para las políticas de igualdad en todo el mundo. Hace exactamente 20 años, la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas adoptó la conocida como Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, un hito en la promoción los derechos de las mujeres por lo que ha supuesto de marco normativo y hoja de ruta para alcanzar la igualdad y porque ha suscitado en todo el mundo una importante movilización social con repercusión directa en las agendas políticas de los gobiernos.
No hay duda de que en los últimos veinte años muchas cosas han cambiado en nuestra sociedad en relación a la igualdad entre mujeres y hombres. Afortunadamente nuestros valores y creencias son más favorables hoy a la igualdad. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer para cumplir los compromisos de la agenda de Beijing. A partir de mañana, y durante dos semanas, la sesión 59 de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer que se celebra en Nueva York servirá de marco para para debatir sobre los avances y las brechas en la aplicación de la Declaración de Beijing, una cita que Emakunde seguirá de cerca.
Beijing+20 se celebra en un momento clave para dar un nuevo impulso a los compromisos contraídos por los Estados. Los avances formales y normativos producidos en los últimos 20 años en materia de igualdad son indiscutibles y lo que reclamamos es la necesidad de que ese derecho a la igualdad se convierta en una realidad. Es precisamente uno de los mensajes principales que Emakunde lanza en la campaña de este 8 de marzo, una campaña en la que se reconocen los grandes pasos, en la que se recuerda que esta sociedad va avanzando hacia la igualdad gracias a la labor de muchas personas, instituciones y movimientos sociales (es de justicia reconocerlo y ponerlo en valor), pero en la que al mismo tiempo se lanza una advertencia con el objetivo de evitar los pasos atrás.
Advertir sobre el peligro de retroceder no significa necesariamente que creamos que la sociedad vaya hacia atrás. Constatamos que la sociedad en su conjunto, aunque quedan etapas por recorrer para llegar a la meta que anhelamos, está más concienciada en contra del sexismo, cada vez detecta mejor la discriminación, cada vez la denuncia más y es más activa contra la violencia hacia las mujeres. Pero sí creemos que, al mismo tiempo, es necesario recordar que la inercia que amenaza la igualdad, es muy poderosa, que son muchos siglos de creencias que han infravalorado a las mujeres, de valores que han permitido la desigualdad y la discriminación.
La carrera hacia la igualdad transcurre en una escalera mecánica que baja mientras las fuerzas favorables hacia la igualdad suben a contracorriente. En esta escalera, parar significa retroceder. Necesitamos, pues, dar pasos sin pausas y darlos en compañía. Sólo superaremos la inercia y el espejismo de la igualdad desde la perseverancia y la unidad, sólo desde la aportación de cada persona en su ámbito de influencia.
No creemos por tanto que la sociedad esté en este momento retrocediendo, pero sí consideramos que existen suficientes signos que hacen necesaria la señal de alerta.
Tenemos que tener en cuenta aspectos como, por ejemplo, el efecto de la crisis económica en la situación de las mujeres; la percepción de una buena parte de la juventud respecto al control sobre la pareja, algo que en muchos casos se considera normal y se confunde con el amor; los movimientos para reformar la Ley del aborto, un intento de retroceder en derechos adquiridos con mucho esfuerzo; la cada vez mayor sexualización de las niñas en la publicidad y en los medios de comunicación; la reacción de ciertos sectores de la sociedad ante los avances de la igualdad o la banalización en algunos casos de la violencia contra las mujeres o su tratamiento informativo sin escrúpulos.
En igualdad los avances se dan paso a paso, poco a poco, con mucho esfuerzo, y a través de sinergias, de unión de muchas fuerzas, pero aun habiendo avanzado, no tenemos la garantía de que no se volverá nunca atrás. Por eso decimos hoy 8 de marzo que es necesario evitar los pasos atrás.
Por eso nos sumamos al impulso para evitar que la inercia de la escalera mecánica nos lleve hacia atrás y nos unimos a los objetivos de Beijing+20 de acelerar la aplicación de los compromisos adoptados hace 20 años, de aumentar la concienciación social y el debate en todos los sectores de la sociedad, y de fortalecer las políticas de igualdad que hacen posible que la perspectiva de género esté cada vez más presente en todos los ámbitos que tienen algún impacto en las vidas de mujeres y hombres. Y todo ello pasa inevitablemente por renovar nuestro compromiso con la igualdad, por darle un nuevo impulso.