con la crisis aún asfixiando sus economías y un abanico de comercios cada vez más amplio para llenar la despensa y el frigorífico, los gasteiztarras se lo piensan hoy mucho más que ayer a la hora de realizar sus compras. Para quienes toda su vida han optado por el comercio tradicional, de barrio, por su calidad y su cercanía, decantarse ahora por las grandes superficies, mucho más impersonales, no resulta tarea sencilla. Sin embargo, la variedad de marcas que presentan los súper e hipermercados, que permite a estos establecimientos jugar con una amplia horquilla de precios, y sus agresivos descuentos, los convierten en unos rivales casi imbatibles, al menos mirando sólo al coste. Buena prueba de ello es su rápida proliferación a lo largo de los últimos años, con cada vez más cadenas representadas en la capital alavesa. Con todo, el trato cercano de la tienda de barrio sigue siendo todavía lo más importante para muchos de sus vecinos, un apoyo que permite a este sector mantenerse a flote.

Si algo está claro a la hora de hacer la mejor cesta de la compra posible, lo que implicaría ante todo encontrar la mejor calidad al mejor precio, es que esta actividad tan cotidiana tiene de todo menos de ciencia exacta. DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, pese a todo, ha cogido el carro de la compra y ha salido a la calle para comparar los precios de 16 productos de primera necesidad en seis grandes superficies de la ciudad y en varios pequeños comercios. Sin la intención de realizar un complejo estudio sociológico, sino más bien de tomar una fotografía instantánea de un sector en constante movimiento. De ese paseo pueden extraerse varias conclusiones.

Como norma general, los productos analizados -la cesta de la compra está reflejada en la tabla superior- son sensiblemente más baratos en las grandes superficies que en el pequeño comercio, aunque se dan algunas excepciones.

Por otra parte, las diferencias de precio entre los diferentes súper e hipermercados pueden llegar a ser muy importantes. Hacer la compra en el establecimiento más barato analizado por este periódico, un híper ubicado en el barrio de Zabalgana -comparando los precios de las verduras, la fruta, la carne y el pescado por kilo-, puede ser 15 euros más económico que en un supermercado del Ensanche, una distancia que crece más si en lugar de comparar marcas blancas el consumidor se decanta por un producto más gourmet. Una barra de pan básica puede comprarse en un súper por 0,45 euros y en otro, no por menos de 1,15. Las ofertas puntuales pueden incluso propiciar la abismal diferencia de diez euros por cada kilo de merluza comprado en ese mismo súper del Ensanche (15,50 euros) y en otro de la Avenida Gasteiz (4,95).

Otra conclusión clara es que los hipermercados tienden a tirar los precios para atraer a más clientes y que éstos, paradójicamente, realicen costosas compras gracias a la gran variedad de productos a su alcance. Además, ser dos grandes superficies de la misma cadena no implica compartir precios.

diversificar o morir En cuanto al pequeño comercio, una de las salidas más comunes que han buscado sus profesionales pasa por diversificar su oferta y convertirse en pequeños supermercados: Fruterías que venden leche, huevos o pasta y carnicerías que hacen lo propio con la verdura también han comenzado a proliferar con el tiempo en el centro de la capital alavesa e incluso sus barrios nuevos. “He empezado ahora a meter otras cosas, porque si no vendes una cosa, vendes otra. Tal y como está todo...”, reconoce una veterana frutera del barrio de Zaramaga que, de un tiempo a esta parte, ha introducido en su oferta productos muy distintos a los que ha vendido históricamente. 25 años la contemplan al frente del negocio.

“No se puede comparar lo que era esto con lo que es ahora. La gente de este barrio se ha hecho mayor, come la mitad que cuando trabajaba y encima tiene que ayudar a sus hijos económicamente. La crisis se ha notado mucho”, advierte esta profesional, que sólo pide “un poco” de ayuda a las instituciones locales para que este modelo de comercio cercano subsista. Porque de que siga vivo dependerá también que los barrios donde se asienta también conserven esa vida.

Pese a que según reconoce esta profesional “con las grandes superficies no se puede competir en precio”, lo cierto es que algunos de sus productos a la venta son los más baratos de todos los establecimientos analizados. Un kilo de tomates de ensalada a 1,29 euros, un kilo de arroz a un euro, 1,65 euros por una docena de huevos camperos...

“La idea es que la pequeña tienda de barrio es cara. El concepto es ése, pero no es real del todo”, advierte, por su parte, otra veterana tendera de un ultramarinos del Casco Viejo gasteiztarra. Aunque de lo que todos estos establecimientos presumen, al margen del trato cercano y la comodidad que ofrecen, es de la calidad de sus productos, muchos traídos directamente desde explotaciones agrarias o ganaderas cercanas. “En productos como la fruta la diferencia de calidad con algunos supermercados se nota mucho”, advierte esta misma profesional. Y eso que una de las recientes apuestas estrella de las grandes superficies ha sido volcarse en la promoción del producto fresco y cercano, en una estrategia también para mejorar su imagen.

En la zona de Aldabe, lugar tradicional para el pequeño comercio, la proliferación de supermercados cercanos también ha afectado de forma importante a sus comerciantes, como a la panadera de un obrador cercano al centro cívico que suma ya 20 años de experiencia. “Vitoria tiene mucha superficie grande y compites en calidad, no en precio. Yo con el pan no me quejo, pero también digo que en otra vida panadera no voy a ser”, reconoce entre risas. Un negocio histórico que tira hacia delante en gran medida gracias al esfuerzo titánico de esta profesional, que abre las puertas del negocio todos los días de la semana, domingos incluidos, de 7.00 a 15.00 y de 17.00 a 22.00 horas.

Un ejemplo más de que comprar en un pequeño comercio no va a ser siempre la opción más cara lo representa otra frutería ubicada en Adurza que, en la lista de productos analizados, es la más económica en tres casos: 0,39 euros por un kilo de patata de Álava, 0,69 por el de cebollas y 0,89 por el de manzanas golden que superan a todas las grandes superficies. “La gente busca tener un buen servicio, buena atención y calidad, y aquí eso se da. Lo tienes al lado de casa y tenemos también servicio a domicilio. Aunque está claro que todo lo que abre, te quita”, asume la profesional. Para gustos los colores, buena prueba de ello es que ambos modelos de negocio, más o menos armoniosamente, conviven.